UN ESPÍRITU DE REVELACIÓN
Resulta fácil leer la Biblia como palabras en blanco y negro, y también es muy fácil inferir cierto significado o impresión al leerla de esta manera. Sin embargo, una cosa es meramente leer las palabras de la Biblia y otra muy distinta es captar su significado espiritual. Por ejemplo, cuando los fariseos discutieron con el Señor Jesús sobre el divorcio, incluso citando las Escrituras, Él les respondió de una manera distinta. Él les dijo: “Desde el principio no ha sido así” (Mt. 19:8). En otra ocasión, los saduceos discutieron con el Señor Jesús sobre la resurrección. Podríamos decir que ellos eran los “modernistas” de su era, pues no creían en la resurrección. Éstos citaron algunos versículos de la Biblia, y el Señor Jesús también les citó otro (22:23-33). Él les habló del nombre de Dios dado en Éxodo 3:6: “Yo soy [...] el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Si nos limitamos a leer el texto de la Biblia, entenderemos que Dios es el Dios de estos tres: el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Incluso estudiantes de primaria podrían leer y captar esto. Pero, con base en este nombre divino, ¡el Señor Jesús pudo revelar algo sobre la vida y la resurrección! Puesto que Dios es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y todos ellos han muerto, y puesto que Dios es el Dios de los vivos y no de los muertos, ¡ciertamente Dios debe ser el Dios de la resurrección! De esta manera, el Señor Jesús también les demostró que todos aquellos santos que murieron serían resucitados. Tal revelación espiritual se halla en el texto bíblico, pero no podemos apreciarla simplemente mediante la letra de la Biblia; se requiere algo más. Necesitamos un espíritu de sabiduría y de revelación (Ef. 1:17).
En cierto sentido, es fácil leer el primer capítulo de Mateo. En éste encontramos “la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham”. No es complicado entender que éstos fueron los antepasados del Señor Jesús y que María era Su madre. ¡Pero lo que más necesitamos con respecto a este capítulo es la revelación! A fin de conocer el reino tenemos que conocer la semilla del reino. ¿Qué es esta semilla? Tal vez digan que es el Señor Jesús; pero ¿qué es Él? No les pregunto quién es el Señor Jesús, sino qué es Él. Necesitamos ver algo que va mucho más allá de una mera respuesta doctrinal. Necesitamos revelación para ver que el Señor Jesús es el fruto de muchas generaciones mezclado con la divinidad. Aquel que es fruto de tal mezcla de muchas generaciones humanas con el Dios Triuno es llamado Jesús y Emanuel (Mt. 1:21, 23).
(Reino, El, capítulo 4, por Witness Lee)