AUTORIDAD ESPIRITUAL
Antes de considerar la cuestión de la autoridad espiritual, leamos unos cuantos pasajes de las Escrituras que hablan de la relación entre los obreros, puesto que arrojan bastante luz sobre nuestro tema. “Timoteo...Quiso Pablo que éste fuese con él” (Hch. 16:1-3) “Cuando vió [Pablo] la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio” (Hch. 16:10). “Y los que se habían encargado de conducir a Pablo, le llevaron a Atenas; y habiendo recibido orden para Silas y Timoteo, de que viniesen a él lo más pronto que pudiesen, salieron” (Hch. 17:15). “[Pablo] tomó la decisión de volver por Macedonia. Y le acompañaron” (Hch. 20:3-4). “Nosotros, adelantándonos a embarcarnos, navegamos a Asón para recoger allí a Pablo, ya que así lo había determinado” (Hch. 20:13). “Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad...encaminadle en paz, para que venga a mí...Acerca del hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros” (1 Co. 16:10-12). “Exhortamos a Tito” (2 Co. 8:6). “Tito...recibió la exhortación...Y enviamos juntamente con él al hermano” (2 Co. 8:16-18). “Enviamos también con ellos a nuestro hermano” (2 Co. 8:22). “Tíquico, hermano amado...el cual envié a vosotros” (Ef. 6:21-22). “Mas tuve por necesario enviaros a Epáfrodito” (Fil. 2:25). “Todo lo que a mí se refiere, os lo hará saber Tíquico” (Col. 4:7). “Os saluda Lucas el médico amado, y Demas” (Col. 4:14). “Decid a Arquipo: Mira que cumplas el ministerio” (Col. 4:17). “Acordamos...y enviamos a Timoteo” (1 Ts. 3:1-2). “Procura venir pronto a verme...Toma a Marcos, y tráele contigo...A Tíquico lo envié a Efeso” (2 Ti. 4:9-12). “A Trófimo dejé en Mileto enfermo. Procura venir antes del invierno” (2 Ti. 4:20-21). “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé” (Tit. 1:5). “Cuando envíe a ti a Artemas o a Tíquico, apresúrate a venir a mí en Nicópolis, porque allí he determinado pasar el invierno. A Zenas intérprete de la ley, y a Apolos, encamínales con solicitud, de modo que nada les falte” (Tit. 3:12-13).
Los pasajes de la Escritura citados arriba nos muestran que, entre los obreros de Dios, nuestra dependencia de El no nos hace independientes unos de otros. Vimos que Pablo dejó a Tito en Creta para que terminara la obra que él mismo había dejado inconclusa, y que después él envió a Artemas y a Tíquico para que reemplazaran a Tito cuando le dio instrucciones a éste para que fuera a Nicópolis. En varias ocasiones él nombró a Timoteo y a Tíquico para que hicieran un trabajo determinado, y leemos que él persuadió a Tito y a Apolos a que permanecieran en Corinto. Observamos que estos obreros no solamente aprendieron a trabajar por equipos, sino que los que tuvieran menos experiencia aprendieron a someterse a la dirección de los más espirituales. Los obreros de Dios deben aprender a ser dejados, enviados, y persuadidos.
Es importante reconocer la diferencia entre autoridad oficial y espiritual. En una organización toda autoridad es oficial, no espiritual. En una buena organización aquel que tiene un puesto tiene autoridad tanto oficial como espiritual; en una mala organización la autoridad que se ejerce es solamente oficial. Pero en cualquier organización, ya sea que aquel que tiene un cargo tenga o no autoridad espiritual, la autoridad que tiene en la organización realmente es sólo oficial. ¿Cuál es el significado de la autoridad oficial? Significa que una persona ejerce autoridad basada en que ocupa un oficio. Se ejerce la autoridad sólo debido al oficio que él ocupa. Entretanto que el funcionario mantiene su puesto, puede ejercitar su autoridad; en cuanto renuncie a su posición cesa su autoridad. Tal autoridad es completamente objetiva; no es inherente al hombre en sí. Está relacionada, no con la persona, sino simplemente con su posición. Si él tiene el puesto de superintendente, se sobreentiende que él supervisa asuntos, sin importar si está capacitado espiritualmente para hacerlo o no. Si él tiene el puesto de director, entonces automáticamente dirige, aun si la falta de espiritualidad, de hecho, lo descalificara de ejercer control sobre otras vidas. La vida de una organización es posición; es la posición la que determina la autoridad.
Pero en un grupo de obreros constituido divinamente, no hay organización alguna. Se ejerce autoridad entre ellos, pero dicha autoridad es espiritual, no oficial. Es una autoridad basada en espiritualidad, una autoridad que resulta de un conocimiento profundo del Señor, y de una comunión íntima con El. La vida espiritual es la fuente de tal autoridad. La razón por la cual Pablo podía dirigir a otros no era su posición superior sino su mayor espiritualidad. Si hubiera perdido su espiritualidad, hubiera perdido su autoridad. En una organización aquellos que son espirituales no necesariamente tienen algún puesto, y aquellos que tienen algún puesto no necesariamente son espirituales; pero en las Escrituras es diferente. Allí, son los que conocen al Señor quienes dirigen los asuntos. Aquellos que son espirituales son los que dirigen a otros, y si esos otros son espirituales, reconocerán la autoridad espiritual y se someterán a ella. En una organización los trabajadores están obligados a obedecer, pero en una asociación espiritual no, y desde un punto de vista oficial, de nada se les puede tachar si no obedecen. En una asociación espiritual no hay coerción; la dirección y la sumisión igualmente están sobre la base de espiritualidad.
Aparte de la cuestión de autoridad espiritual también existe la cuestión de los diferentes ministerios. Todos los siervos del Señor están en el ministerio, y cada uno tiene su propio ministerio especial. En una organización los puestos son repartidos por el hombre, pero en la obra espiritual los ministerios son designados por el Señor. Debido a la diferencia en ministerio, por un lado debemos obedecer al Señor, y por otro, debemos obedecer a los hermanos. Dicha obediencia no se basa en su posición superior, sino en que su ministerio difiere del nuestro, sin embargo, ambos están íntimamente ligados. Si la cabeza está moviendo las puntas de mis dedos, los músculos de mis brazos no pueden tomar una actitud independiente y rehusar moverse con ellos. El principio de estar en un Cuerpo necesita que los miembros íntimamente relacionados se muevan uno con otro. Al movernos con los otros miembros no estamos en realidad obedeciéndoles; estamos obedeciendo a la Cabeza. En muchos casos podemos reclamar una conducción directa de la Cabeza, pero en otras tantas cosas, la Cabeza mueve a otros, y nosotros simplemente nos movemos con ellos. Su movimiento es razón suficiente para seguirlos. Es muy importante reconocer esta interrelación de los varios ministerios en el Cuerpo de Cristo. Tenemos que conocer nuestro ministerio y reconocer el ministerio de los demás, para que nos podamos mover como uno, obedeciendo a aquellos que tienen un ministerio mayor. Puesto que nuestro ministerio está entrelazado en tal manera, no nos atrevemos a tomar una actitud individual o independiente.
Todas las posiciones ocupadas por los ministros de Dios son espirituales, no oficiales. ¡Ay! Los hombres han visto sólo la mitad de la verdad, así que tratan de organizar la obra y designan a un director para supervisar el servicio de otros, pero su dirección se basa en su posición en la organización, no en su posición en el ministerio. Pablo podía dirigir a otros por causa de que el ministerio encomendado a él por el Señor lo colocaba en un lugar de autoridad sobre ellos; y a su vez Tito, Timoteo y Tíquico podían someterse a ser dirigidos, por razón de que el ministerio encomendado a ellos por el Señor los ponía en una posición bajo la autoridad de Pablo. Por desgracia, la dirección de hoy no se basa en profundidad de espiritualidad ni en grandeza de ministerio.
Timoteo era un hombre de Dios. El vivía cerca al Señor, obedeciéndole y sirviéndole fielmente; sin embargo, muchas veces él fue enviado aquí y allá por Pablo. El no replicó: ¿Cree usted que no soy capaz de trabajar por mí mismo? ¿Cree usted que no sé cómo predicar el evangelio y cómo establecer iglesias? ¿Cree usted que no sé cómo hacer las cosas? Aunque Timoteo sabía mucho, estaba dispuesto a obedecer a Pablo. En la obra espiritual hay tal cosa como ser dirigido por otros; existe la posición de un Pablo y también la posición de un Timoteo, pero éstas son posiciones espirituales, no oficiales.
Hoy debemos aprender, por una parte, a mantener una relación correcta con nuestros colaboradores y, por otra, a ser guiados por el Espíritu Santo. Debemos mantener ambas relaciones, y también mantener el equilibrio entre ambas. En la primera y segunda epístolas a Timoteo, hay muchos pasajes que muestran cómo deben cooperar los colaboradores y cómo debe someterse un obrero más joven a uno mayor. Un Timoteo joven debe obedecer los mandatos del Espíritu Santo, pero también debe recibir las instrucciones de un Pablo maduro. Timoteo fue enviado por Pablo, Timoteo fue dejado por Pablo en Efeso, y Timoteo obedeció a Pablo en el Señor. He aquí un ejemplo para los siervos jóvenes de Dios. Es de suma importancia en Su obra aprender cómo ser dirigidos por el Espíritu y, al mismo tiempo, cómo cooperar con nuestros colaboradores. La responsabilidad no debe caer totalmente sobre Timoteo, y tampoco debe recaer exclusivamente sobre Pablo. En la obra Timoteo debe aprender a adaptarse a Pablo, y Pablo también debe aprender a adaptarse a Timoteo. No sólo el más joven debe aprender a someterse a la instrucción del mayor, sino que el mayor debe aprender cómo instruir al más joven. El que está en una posición para dejar algunos en alguna parte, o enviarlos o persuadirlos, tiene que aprender a no seguir los dictámenes de su propia naturaleza, obrando conforme a su inclinación o deseo personal, porque en ese caso dificultaría las cosas para aquellos bajo su autoridad. Pablo tiene que dirigir a Timoteo en tal manera que a éste no se le haga difícil obedecer tanto al Espíritu Santo como al apóstol.
Los siervos de Dios deben laborar juntamente en grupos, pero hay una clase de colaboración que se debe evitar, a saber, la colaboración en una organización hecha por hombres, que restringe a sus miembros en tal forma que ellos realmente no puedan responder a la dirección del Espíritu. Cuando los obreros están enteramente sujetos a la dirección de los hombres, entonces su trabajo no es el resultado de una carga espiritual puesta sobre ellos por Dios, sino simplemente la ejecución de una labor en respuesta a los dictados de los que tienen puestos más elevados que ellos. El problema actual es que los hombres están tomando el lugar del Espíritu Santo, y la voluntad de los hombres en puestos oficiales está tomando el lugar de la voluntad de Dios. Los obreros no tienen conocimiento directo de la voluntad divina, sino que simplemente hacen la voluntad de aquellos en autoridad sobre ellos, sin tomar ninguna carga personal de parte del Señor por Su obra.
Hay otros que a su vez conocen la mente de Dios, tienen un llamamiento de El, y dependen totalmente de El para que les provea en todas sus necesidades; pero aunque ellos saben qué es ser guiados por El individualmente, ellos piensan que pueden seguir su propio camino y hacer su propia obra independientemente de otros.
La enseñanza de la Palabra de Dios es que, por una parte, las organizaciones humanas no deben controlar a los siervos de Dios; por otra parte, Sus siervos deben aprender a someterse a una autoridad espiritual que esté basada en la diferencia de ministerio. No hay cooperación organizada; sin embargo, hay una comunión espiritual y una unidad espiritual. Tanto el individualismo como la organización humana están ambos fuera de armonía con la voluntad de Dios. Debemos procurar conocer Su voluntad, no independientemente, sino juntamente con los otros miembros ministrantes del Cuerpo. El llamamiento de Pablo y Bernabé se basó en este principio. No fue sólo un caso de dos profetas y maestros, sino de cinco, que esperaban en Dios para conocer Su voluntad. Hechos 13 nos da un buen ejemplo de una compañía que laboraba, en la cual todos los obreros estaban mutuamente relacionados y la dirección de uno era confirmada por los otros.
(
Vida cristiana normal de la iglesia, La, capítulo 7, por Watchman Nee)