Vida cristiana normal de la iglesia, La, por Watchman Nee

INSTITUCIONES DE FE

De lo anterior no se debe inferir que Dios no tiene otros obreros aparte de los apóstoles y los varios ministros de la Palabra. Aquellos que laboran en el ministerio de la Palabra son sólo una sección de los siervos de Dios. La obra no es el único trabajo. Dios tiene muchos siervos que están tomando la carga de diversas obras de fe, tales como escuelas, orfanatos y hospitales. Vistos de una manera superficial, su trabajo no parece tan espiritual como la obra de los apóstoles o ministros a la que acabamos de referirnos, pero en realidad sí lo es. Aunque tales obreros de fe no salen como los apóstoles ni enseñan la Palabra como los ministros especiales, con todo, son utilizados tan definidamente como los otros para fortalecer la iglesia de Dios.

El orfanato de George Müller es un caso típico de una obra de fe. Ha dado como resultado la salvación de muchas almas. Surge la pregunta: “¿A dónde deben ir los frutos de una obra así?” No a una “iglesia” de orfanato, sino a la iglesia local. Una obra como ésa no es una unidad suficientemente grande como para formar una iglesia. Es la ciudad y no la institución la que es una unidad eclesiástica. No importa cuán próspera sea una obra de fe, y no importa cuántas almas sean salvas por medio de ella, ninguna iglesia puede ser formada sobre tal base; porque si hay varios obreros en una ciudad ocupados en distintos tipos de obra, entonces habría tantas iglesias como tales instituciones. El confín de una iglesia es una ciudad, no alguna institución en una ciudad.

Hace varios años estuve en Tsinan. Algunos hermanos en la Universidad de Cheloo me preguntaron si yo creía que ya era tiempo que ellos comenzaran reuniones para el partimiento del pan. Les pregunté: “¿Representan ustedes a la Universidad de Cheloo o a la ciudad de Tsinan?” Ellos contestaron: “Cheloo.” “Entonces no creo que sea correcto”, contesté. Desde luego, ellos querían saber por qué, de modo que les expliqué: “La Palabra de Dios autoriza la formación de una iglesia en Tsinan, pero no en Cheloo. La esfera de Cheloo es demasiado reducida para justificar la existencia de una iglesia separada. La unidad normal bíblica para la formación de una iglesia es una ciudad, no una universidad”.

Los frutos que resultan de diversas instituciones de fe no deben ser retenidos por dichas instituciones. Todos deben ser entregados a la iglesia local. Los obreros no deben argumentar que, ya que ellos han sido los medios de salvación para ciertas almas, tienen un derecho especial sobre esas almas y una responsabilidad especial para ellas, y en consecuencia les eviten unirse con los demás creyentes en la localidad. Aunque se tenga oraciones regularmente, predicación y una variedad de reuniones en relación con una institución cristiana, éstas nunca pueden servir como un sustituto para la comunión de la iglesia, y ninguna institución así, no importa cuán espiritual sea, puede ser considerada como una iglesia, puesto que no está fundada sobre la base señalada divinamente de localidad. Todos los cristianos ocupados en tareas de esta índole deben diferenciar claramente entre la iglesia y la obra, y deben darse cuenta de que cualquier esfera más reducida que una localidad no justifica la formación de una iglesia separada. No deben enorgullecerse del éxito de su obra y creer que bien serviría como una iglesia, sino que humildemente deben unirse en comunión con todos los otros miembros del Cuerpo de Cristo en el lugar en donde viven.

Todos los variados ministerios dados por Dios tienen una sola meta: el establecimiento de iglesias locales. En el pensamiento de Dios solamente existe un solo grupo de personas, y todos Sus designios de gracia se centran en ese único grupo: Su iglesia. La obra no es una meta en sí, es sólo un medio para conseguir un fin. Si juzgamos nuestra obra como un fin, entonces nuestro propósito discrepa del de Dios, porque el objetivo de Dios es la Iglesia. Lo que consideramos como fin en sí mismo es sólo el medio hacia el objetivo de Dios.

Hay tres cosas que debemos tener claramente en cuenta. (1) La obra es la preocupación especial de los obreros, no de las iglesias, y la esfera de cualquier obra no es suficientemente amplia para justificar que se le tome como una iglesia. (2) Todos los obreros deben ser suficientemente humildes para conservar su calidad de hermanos en la iglesia local. En la esfera de su obra ellos tienen la posición de siervos de Dios, pero en la esfera de la iglesia solamente son hermanos. En la iglesia sólo hay hijos de Dios, por lo tanto, ninguno de sus miembros es un obrero; todos son hermanos. (3) La meta de toda obra es el establecimiento de iglesias locales. Si hacemos que nuestra obra sea, en el pueblo de Dios, la base de una unidad separada, entonces estaremos edificando una secta, no una iglesia.

(Vida cristiana normal de la iglesia, La, capítulo 6, por Watchman Nee)