LOS LIMITES DE UNA LOCALIDAD
Hemos visto que todas las iglesias en las Escrituras son iglesias locales, pero, naturalmente, surge la pregunta: Conforme a las Escrituras, ¿qué es una localidad? Si notamos qué lugares son mencionados en la Palabra de Dios en relación con la fundación de las iglesias, entonces podremos determinar la extensión que debe tener un lugar para justificar que sea tomado como unidad para la formación de una iglesia. En las Escrituras las localidades que determinan los límites de una iglesia no son ni países, ni provincias ni distritos. En ninguna parte leemos de una iglesia nacional, o de una iglesia provincial, o de una iglesia distrital. Leemos de la iglesia en Efeso, la iglesia en Roma, la iglesia en Jerusalén, la iglesia en Corinto, la iglesia en Filipos y la iglesia en Iconio. Ahora, ¿qué clase de lugares eran Efeso, Roma, Jerusalén, Corinto, Filipos e Iconio? No son naciones, ni provincias ni distritos, sino simplemente lugares de tamaño conveniente para que la gente viva junta con cierta medida de seguridad y sociabilidad. En lenguaje moderno las llamaríamos ciudades. Que las ciudades eran los límites de las iglesias en los días apostólicos es evidente por el hecho de que, por una parte Pablo y Bernabé constituyeron “ancianos en cada iglesia” (Hch. 14:23), y por otra, Pablo ordenó a Tito que “estableciese ancianos en cada ciudad” (Tit. 1:5).
En la Palabra de Dios no vemos iglesia alguna que se extienda más allá del área de una ciudad, ni encontramos una iglesia que no cubra el área completa. Una ciudad es la unidad bíblica de localidad. De los libros de Génesis y Josué aprendemos que las ciudades en tiempos pasados eran los lugares donde se agrupaba la gente para vivir; también eran la unidad más pequeña de la administración civil, y cada una poseía un nombre independiente. Cualquier lugar puede ser una unidad para la fundación de una iglesia si es un sitio en donde las personas se agrupan para vivir, un lugar con un nombre independiente, y un lugar que es la unidad política más pequeña. Un sitio así es una ciudad en el sentido bíblico, y es el límite de una iglesia local. Las ciudades grandes, como Roma y Jerusalén, son unidades solamente, y a su vez ciudades pequeñas como Iconio y Troas también son unidades. Aparte de tales lugares donde la gente tiene una vida de comunidad, no hay otra unidad bíblica de las iglesias de Dios.
Naturalmente se suscitarán preguntas en relación con ciudades grandes como Londres. ¿Se considerarían como una unidad de localidad o como más de una? Está claro que Londres no es una ciudad en el sentido bíblico del término y, por tanto, no puede considerarse como una unidad. Aun personas que viven en Londres hablan de ir “a la ciudad” o “al centro”, lo cual revela el hecho de que en su pensamiento, Londres y “la ciudad” no son sinónimos. Las autoridades políticas y postales, lo mismo que el hombre común, consideran a Londres como más de una unidad. Ellos la dividen respectivamente en municipios y distritos postales. Lo que ellos tienen por una unidad administrativa, lo podemos considerar nosotros como unidad eclesiástica.
Tocante a los parajes campestres que técnicamente no podrían llamarse ciudades, también pueden considerarse como unidades de localidad. Se dice de nuestro Señor, mientras estuvo en la tierra, que El pasaba por ciudades y aldeas (Lc. 13:22), de lo que se desprende que los parajes campestres, lo mismo que los pueblos pequeños, son considerados como unidades separadas.
Esta división de las iglesias, según la localidad, es una demostración de la maravillosa sabiduría de Dios. Si Dios hubiera ordenado que la iglesia fuera dividida en iglesias, teniendo al país como límite, entonces en el caso de que un país fuera derrotado e incorporado por otro país, la iglesia entonces tendría que cambiar su esfera. Si una provincia marcara el límite de una iglesia, la esfera de las iglesias cambiaría a menudo a causa de los frecuentes cambios del límite provincial. Lo mismo se aplica a un distrito. La más estable de todas las unidades políticas es una aldea, pueblo, o ciudad. Los gobiernos, dinastías y países pueden cambiar, pero rara vez las ciudades son afectadas por algún cambio político. Hay ciudades que han pasado de un país a otro y han conservado su nombre original, y existen ciudades hoy que han retenido el mismo nombre por siglos. Así que vemos la sabiduría divina en decretar que una localidad determinase el límite de una iglesia.
Puesto que los limites de una localidad señalan los límites de una iglesia, entonces ninguna iglesia puede ser más estrecha que una localidad, y ninguna más amplia. La Palabra de Dios reconoce únicamente a dos iglesias, la iglesia universal y la iglesia local; no hay una tercera iglesia cuya esfera sea más estrecha que la local, o bien, más amplia que la local y aún así más estrecha que la iglesia universal. Una iglesia local no admite ninguna posible división, y no admite ningún posible ensanchamiento. Uno no puede reducir su esfera dividiéndola en varias iglesias menores, ni puede uno ampliar su esfera vinculando varias iglesias locales. Cualquier iglesia menor que una iglesia local no es una iglesia bíblica, y cualquier iglesia mayor que una iglesia local, y sin embargo más pequeña que la iglesia universal, tampoco es una iglesia bíblica.
(
Vida cristiana normal de la iglesia, La, capítulo 4, por Watchman Nee)