Vida cristiana normal de la iglesia, La, por Watchman Nee

LA IMPORTANCIA DE LA VIDA DE FE

Todo obrero, no importa el ministerio que tenga, debe ejercitar fe para satisfacer todas sus necesidades personales y todas las necesidades de su obra. En la Palabra de Dios no leemos de ningún obrero que pida ni que reciba salario por sus servicios. Pablo no hizo ningún contrato con la iglesia en Efeso ni con ninguna otra iglesia para recibir una cierta remuneración por un periodo determinado de servicio. Que los siervos de Dios esperen de fuentes humanas el suministro para sus necesidades no tiene precedente en las Escrituras. Sí, leemos allí de un Balaam que procuró hacer un negocio de su don de profecía, pero es denunciado en términos muy claros. También leemos de un Giezi que intentó obtener ganancia de la gracia de Dios, pero fue herido de lepra por su pecado. Ningún siervo de Dios debe confiar en una agencia humana, ya sea un individuo o una sociedad, para la satisfacción de sus necesidades temporales. Si ellas pueden ser satisfechas por la labor de sus propias manos o por ingresos particulares, muy bien. De otra manera, él debería directamente depender de Dios exclusivamente para la provisión de sus necesidades, como lo hicieron los apóstoles primitivos. Los doce apóstoles enviados por el Señor no tenían sueldo fijo, ni tampoco lo tenían los apóstoles enviados por el Espíritu; ellos simplemente confiaban en el Señor para que satisficiera todas sus necesidades. Los apóstoles de hoy en día, igual que aquéllos de antaño, no deben considerar a ningún hombre como el patrón para quien trabajan, sino que deben confiar en Aquél que les ha enviado para tomar la responsabilidad de todo lo que implique hacer Su voluntad, tanto en los asuntos temporales como en los espirituales.

Si un hombre puede confiar en Dios, que vaya y labore para El; si no, que se quede en casa, porque le falta el primer requisito para la obra. Existe la idea predominante de que si un obrero tiene un salario fijo, estará más desocupado para la obra, y en consecuencia la hará mejor; pero, de hecho, en la obra espiritual hay necesidad de ingresos inestables, porque esto hace necesario una comunión íntima con Dios, una revelación constante y clara de Su voluntad, y un sostenimiento divino directo. En los negocios mundanales todo lo que necesita un trabajador como equipo es voluntad y talento; pero el celo humano y las dotes naturales no son equipo para el servicio espiritual. Una dependencia total de Dios es necesaria si la obra ha de estar de acuerdo con Su voluntad; por tanto, Dios desea que Sus obreros recurran solamente a El para sus provisiones financieras a fin de que ellos no tengan otra alternativa que andar en íntima comunión con El y aprendan a confiar en El continuamente. Un ingreso fijo no cultiva la confianza en Dios ni la comunión con El; pero la dependencia total de El para la provisión de las necesidades de uno, sí lo hace. Cuanto más inestable sea la subsistencia de un obrero, más se aferrará él a Dios; y, cuanto más se cultive una actitud de confiada dependencia de Dios, tanto más espiritual será la obra. Así queda claro que la naturaleza de la obra y la fuente de su abastecimiento están estrechamente vinculadas. Si un obrero recibe del hombre un salario determinado, la obra producida nunca puede ser puramente divina.

La fe es un factor importantísimo en el servicio de Dios, porque sin ella no puede haber una obra verdaderamente espiritual; pero nuestra fe requiere entrenamiento y fortalecimiento, y las necesidades materiales son un medio utilizado en la mano de Dios hacia ese fin. Podemos afirmar que tenemos fe en Dios en una gran variedad de cosas intangibles, y podemos engañarnos a nosotros mismos al grado de creer que realmente confiamos en El cuando en realidad no confiamos en El en absoluto, sencillamente porque no hay nada concreto que demuestre nuestra desconfianza. Pero cuando se trata de necesidades financieras, el asunto es tan práctico que la realidad de nuestra fe se prueba de inmediato. Si no podemos confiar en que Dios suplirá nuestras necesidades temporales, entonces no podemos confiar en que El suplirá nuestras necesidades espirituales; pero si realmente comprobamos Su confiabilidad en la esfera sumamente práctica de las necesidades materiales, seremos capaces de confiar en El cuando surjan dificultades espirituales, ya sea en cuanto a la obra o a nuestras vidas personales. Qué contradicción proclamar a otros que Dios es el Dios vivo, mientras que nosotros mismos no nos atrevemos a confiar en El en cuanto al suministro para nuestras necesidades materiales.

Además, el que tiene la bolsa tiene la autoridad. Si somos sustentados por los hombres, nuestra obra estará controlada por los hombres. Es de esperarse que si recibimos un salario de determinada fuente, tengamos que dar cuenta de nuestros hechos a esa fuente. Siempre que nuestra confianza está en los hombres, nuestro trabajo no puede dejar de ser afectado por los hombres. Es un concepto seriamente erróneo imaginar que podemos tomar dinero de los hombres para llevar a cabo la obra de Dios. Si somos sustentados por hombres, entonces debemos procurar complacer a los hombres, y a menudo es imposible complacer a los hombres y a Dios simultáneamente.

En Su propia obra Dios debe tener la dirección exclusiva. Esa es la razón por la cual El desea que nosotros no dependamos de ninguna fuente humana para nuestro aprovisionamiento financiero. Muchos de nosotros hemos experimentado que una y otra vez Dios nos ha controlado a través de los asuntos monetarios. Cuando hemos estado en el centro de Su voluntad, el abastecimiento ha sido seguro, pero tan pronto como hemos perdido contacto vital con El, tal provisión se ha vuelto incierta. A veces hemos creído que Dios desea que hagamos alguna cosa determinada, pero El nos ha mostrado que no era Su voluntad al suspender el suministro financiero. Así que hemos estado bajo la dirección constante del Señor, y tal dirección es muy preciosa. Si dejamos de depender de El, ¿cómo podría desarrollarse nuestra confianza?

La primera pregunta que debe enfrentar todo aquel que cree ser verdaderamente llamado por Dios, es la cuestión financiera. Si él no puede confiar solamente en el Señor en cuanto al abastecimiento para sus necesidades diarias, entonces no está calificado para comprometerse en la obra del Señor, porque si no es independiente de los hombres en asuntos financieros, tampoco puede la obra ser independiente de los hombres. Si él no puede confiar en Dios para el suministro de los fondos necesarios, ¿podrá confiar en El en todos los problemas y dificultades de la obra? Si dependemos completamente de Dios para nuestro abastecimiento, entonces rendimos cuentas de nuestra obra exclusivamente a El, y en ese caso la obra no necesita estar bajo la dirección humana. Permítanme aconsejar a todos los que no están preparados para el camino de la fe, que continúen en sus ocupaciones seculares y no se comprometan en el servicio espiritual. Cada obrero de Dios debe tener la capacidad de confiar en El.

Si tenemos verdadera fe en Dios, entonces tenemos que tomar toda la responsabilidad de nuestras propias necesidades y las necesidades de la obra. No debemos esperar secretamente ayuda de alguna fuente humana. Debemos tener fe en Dios solo, no en Dios y los hombres. Si los hermanos muestran su amor, démosle gracias a Dios; pero si no lo muestran, démosle gracias a El de todas maneras. Es una cosa vergonzosa que un siervo de Dios tenga un ojo puesto en El y otro en el hombre o en las circunstancias. Es indigno de cualquier obrero cristiano afirmar que confía en Dios y, sin embargo, esperar ayuda de otras fuentes. Esto es incredulidad completa. He dicho constantemente y lo digo de nuevo, que tan pronto como nuestros ojos miren hacia los hermanos, traemos deshonra a nuestros colaboradores y al nombre del Señor. Nuestra vida por fe debe ser absolutamente real, y no debe deteriorarse en un “vivir por caridad”. Nos atrevemos a ser totalmente independientes de los hombres en asuntos financieros, porque nos atrevemos a creer completamente en Dios; osamos desechar toda esperanza en ellos porque tenemos plena confianza en El.

Si nuestra esperanza está en los hombres, entonces cuando se terminen sus recursos se acabarán los nuestros también. No tenemos a ninguna “junta” que nos respalde, pero sí tenemos una Roca sobre la cual estamos; y ninguno que se mantenga sobre esta Roca será avergonzado. Los hombres y las circunstancias pueden cambiar, pero mantendremos un curso constante si nuestra seguridad está en Dios. Toda la plata y el oro son Suyos, y el que ande en Su voluntad jamás padecerá necesidad. Somos muy propensos a confiar en los hijos del Señor que nos han enviado donativos en tiempos pasados, pero todos ellos han de pasar. Debemos mantener nuestros ojos fijos en el Dios inmutable cuya gracia y fidelidad continúan para siempre.

Los dos pasos iniciales en la obra de Dios son: primeramente, la oración de fe por los fondos necesarios, y luego el comienzo real de la obra. ¡Qué lástima que hay muchos siervos de Dios que no tienen fe; y aún así, buscan servirle! Empiezan la obra sin tener la calificación esencial para ella; así que, lo que ellos hacen no tiene valor espiritual. La fe es el primer requisito en cualquier obra para Dios y debería ser ejercitada en relación con las necesidades materiales y también con las demás necesidades. Si no hay fe para los fondos, entonces no importa cuán buena sea la obra, tarde o temprano fracasará. Cuando cese el dinero, cesará también la obra.

(Vida cristiana normal de la iglesia, La, capítulo 8, por Watchman Nee)