LOS OBREROS Y SU OBRA
Tengamos en claro que no solamente debemos llevar la carga de nuestras propias necesidades, sino también de las necesidades de la obra. Si Dios nos ha llamado a una obra determinada, entonces todo desembolso financiero en conexión con ella es asunto nuestro. A dondequiera que vayamos, somos responsables de todos los gastos relacionados con tal obra, desde su iniciación hasta su terminación. Si somos llamados por Dios para laborar como pioneros, aunque los gastos por renta, muebles y viajes puedan ascender a una cantidad respetable, nosotros solos somos responsables de ellos. No es digno de ser llamado siervo de Dios quien no pueda responsabilizarse de sus propias necesidades ni de las necesidades de la obra a la cual Dios le ha llamado. No es la iglesia local, sino aquél a quien se le ha encomendado la obra, quien tiene que llevar todas las responsabilidades financieras en relación con ella.
Otro punto al que tenemos que prestarle atención es a la distinción nítida entre donativos para uso personal y donativos para la obra. Puede parecer superfluo mencionarlo, sin embargo, hay que recalcar que ninguna cantidad de dinero obsequiada para la obra debe ser utilizada por el obrero para satisfacer sus necesidades personales. Debe ser o bien, usada para cubrir gastos en relación con su propia obra, o ser enviada a otro obrero. Debemos aprender rectitud en cuanto a todo asunto financiero. Si hay una necesidad con relación a la obra, el obrero tiene que encargarse de tal necesidad, y si hay algo que sobra, no puede cambiarle de destino para satisfacer sus propias exigencias.
Cuando yo apenas empezaba a servir al Señor, leí de un incidente en la vida de Hudson Taylor que me fue de gran ayuda. Si lo recuerdo correctamente, esto es lo principal: el señor Taylor estaba en San Luis, Missouri, EE.UU., y tenía que estar en Springfield para unas reuniones. El carruaje que lo llevaba a la estación fue demorado, con el resultado de que cuando llegó ya el tren había salido, y parecía que no había manera posible para que él pudiera cumplir con el compromiso. Pero, dirigiéndose al Dr. J. H. Brookes, dijo: “Mi Padre se encarga de los trenes; yo estaré allí a tiempo”. Al preguntarle al empleado, encontraron que un tren salía de San Luis en otra dirección, que cruzaba la vía del que iba a Springfield; pero el otro tren siempre salía diez minutos antes de que este segundo tren llegara, puesto que eran vías opuestas. Sin titubear un momento, el señor Taylor dijo que tomaría ese tren, a pesar de que el empleado le había dicho que nunca hacían conexión allí. Todavía estaban esperando, cuando llegó a la estación un caballero y le dio al señor Taylor un dinero. Este volteó hacia el doctor Brookes con la declaración: “¡No se da cuenta de que mi Padre acaba de enviarme el dinero para el boleto!”, queriendo decir que, aun cuando hubiera llegado a tiempo para el primer tren, no habría podido tomarlo. El doctor Brookes estaba asombrado. El sabía que el señor Taylor tenía una buena cantidad de dinero a mano que se le había dado para su obra en China, así que preguntó: “¿Qué quiere decir usted con eso de que no tenía dinero para su boleto?” El señor Taylor contestó: “Yo nunca uso nada para gastos personales que esté especificado para la obra. ¡El dinero señalado para mis gastos acaba de llegar!” Por casí la primera vez en la historia de ese ferrocarril, el tren de San Luis llegó antes que el otro, ¡y el señor Taylor pudo cumplir su compromiso en Springfield!
(
Vida cristiana normal de la iglesia, La, capítulo 8, por Watchman Nee)