Visión la práctica y la edificación de la iglesia como cuerpo de Cristo, La, por Witness Lee

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CINCO ASUNTOS ÚTILES PARA PONER EN PRÁCTICA LA VIDA DE IGLESIA

Hay cinco frases en Efesios 4:1-3 que nos dan la manera práctica de guardar la unidad: humildad, mansedumbre, longanimidad, soportándoos los unos a los otros en amor y el vínculo de la paz. No debemos pensar de inmediato que sabemos lo que significan todos estos términos. Es posible que conozcamos el significado de estas frases según el diccionario, pero quizás no conocemos la realidad de las mismas. Podemos saber lo que son estos asuntos principalmente por nuestra experiencia. Según mi experiencia y lo que he aprendido en el pasado, estos cinco asuntos constituyen una prueba para nosotros en la práctica de la vida de iglesia. Mediante esta prueba podemos ver si estamos o no en la vida de iglesia de manera práctica.

No establecer un estándar elevado, sino amar en humildad a los que son más débiles

En primer lugar, nunca debemos establecer un estándar elevado para los demás. No establecer un estándar constituye la verdadera práctica de la humildad. Puesto que, por la soberanía del Señor, nací y fui criado en el cristianismo organizado, formal y fundamentalista, he entrado en contacto con muchas y diversas escuelas, sectas y denominaciones. Aunque varias son buenas, es difícil encontrar alguna que no establezca un estándar elevado. Algunas afirman que toman la cruz como su norma, y otras dicen que la santidad, la vida interior o la espiritualidad son su norma. Conocí un grupo pequeño de personas que incluso aseguraba que su estándar era la plenitud de Cristo. Aun la plenitud de Cristo podría ser un estándar elevado que establecemos. Mientras tomemos algo que no sea Cristo como nuestro estándar, no tendremos humildad. Si proponemos un estándar elevado, no somos humildes en nuestra mente y nuestra actitud.

Nuestro estándar no es la experiencia subjetiva de la cruz, ni la vida de resurrección de Cristo, ni el don de hablar en lenguas, ni la sanidad ni la obra misionera. Tener una obra misionera no es equivocado. De igual manera, hablar en lenguas, tener sanidad, predicar la cruz, tener la vida de resurrección o practicar la santidad tampoco es equivocado. Lo que sí es equivocado es si hacemos de éstos un estándar. No importa cuán bueno, celestial o espiritual sea algo, mientras sea algo aparte de Cristo mismo, ello causará división. Es por eso que actualmente hay una iglesia “de la santidad”, por ejemplo. Aun si un grupo no se denomina a sí mismo en base a un estándar, en principio sigue siendo una división. Ni siquiera debemos afirmar que Cristo es nuestro estándar de una manera divisiva.

Afirmar un estándar espiritual ha ocasionado mucho daño en el pasado entre todos los cristianos. Cuanto más espirituales son los cristianos, más ellos matan a otros espiritualmente, porque una vez alguien llega a ser espiritual en cierta medida, él establece esa espiritualidad como un estándar para los demás. De esta manera su espiritualidad llega a ser algo que mata a los demás. Aquellos que establecen cierto estándar a menudo dicen que ciertas personas no alcanzan su norma. Esto equivale a matar. No importa qué clase de persona alguien sea, debemos tratarlo o tratarla de la misma forma que tratamos a todos los demás. Muchas veces se nos hace fácil tratar a las personas espirituales de una buena manera, pero no es fácil tratar apropiadamente a los que son débiles, jóvenes o los que están vagando. Tratar a las personas distintamente causa daño a la vida de iglesia. En la iglesia y entre los cristianos necesitamos tratar a todo el mundo de la misma forma, indistintamente de la espiritualidad que él o ella tenga.

Independientemente de si alguien es espiritual o no y de si ama mucho al Señor o no, tenemos que tratarlo de igual manera que a los demás. Por la misericordia del Señor debemos tratar a aquellos que no aman al Señor de una manera mejor que cómo tratamos a aquellos que sí lo aman. Si delante de nosotros hay uno que se ha apartado de la fe y una persona espiritual que lleva la delantera, ¿a quién amaremos más? Esto nos pone a prueba. Probablemente amaríamos más a la persona espiritual, pero esto no está bien. Todos deberíamos amar más al que se ha descarriado. El otro hermano ya es espiritual, así que no tiene tanta necesidad de nuestro amor y cuidado. No obstante, el pobre hermano que ha vuelto atrás ciertamente necesita nuestro cuidado. Si lo amamos, es posible que no siga estando descarriado. Será traído de regreso por nuestro amor. Muchas veces lo que hace que algunos se aparten más de la fe es sencillamente nuestra actitud fría. Es posible que él no regrese a la iglesia sencillamente porque no puede soportar las caras tan frías. Los que son más débiles, los jóvenes y los que se han descarriado necesitan más amor. De mis pasadas experiencias he aprendido que en la iglesia no debemos apreciar sobremanera a los que son espirituales. Antes bien, debemos amar a los que son más débiles, carnales y anímicos, y así los que tienen problemas solucionarán la mayoría de sus problemas. De no ser así, estableceremos una norma elevada proveniente del orgullo, y no de la humildad.

Si evitamos establecer un estándar, tendremos la verdadera humildad. Tendremos una mentalidad humilde y no altiva. Amaremos a los que son más débiles, a los más jóvenes y a los que se han descarriado porque el Señor los ama. Según los cuatro Evangelios, cuando el Señor estaba en esta tierra, Él les mostró más amor a los pecadores y recaudadores de impuestos que a quienes eran buenos. Esto era verdadera humildad y modestia. Tener verdadera modestia equivale a no establecer ninguna norma entre nosotros. Ésta es la manera práctica de llevar la vida de iglesia. La vida de iglesia es muy espiritual, pero en la iglesia también hay muchos que se han vuelto atrás. La iglesia es una familia, no una universidad. En una universidad casi todos están en el mismo grupo etario, entre aproximadamente los dieciocho y los veintitrés años, pero en una familia también hay algunos que son más jóvenes, más débiles e incluso infantiles. La vida familiar es un cuadro de la iglesia. Hace veinte años enfatizaba nuestro estándar de espiritualidad más de lo que lo enfatizo hoy. Hoy puedo estar delante de ustedes y decir que en la iglesia nunca debemos establecer un estándar espiritual elevado para los demás. Más bien, tenemos que amar a todos, aun a los que son peores. En esto consiste poner en práctica la humildad genuina.

(Visión la práctica y la edificación de la iglesia como cuerpo de Cristo, La, capítulo 13, por Witness Lee)