LA PRÁCTICA DE LA VIDA DE IGLESIA
SE LLEVA A CABO EN ESPÍRITU
Después de la oración en el capítulo 3, el escritor profundiza en los detalles de la práctica de la vida de iglesia en el capítulo 4, los cuales son principalmente llevados a cabo en espíritu. El primer punto respecto a la práctica de la vida de iglesia es el guardar la unidad, que tiene que ver con el Espíritu (vs. 3-6). Los últimos tres capítulos de este libro no da cabida a meras enseñanzas o doctrinas. La vida de iglesia no es un asunto de enseñanza o doctrina. Es un asunto de estar en el espíritu. Si estamos en el espíritu, tenemos la unidad, pero en las enseñanzas doctrinales sólo tenemos divisiones. Nunca podremos ser uno en las doctrinas. Ni siquiera un hermano y su esposa pueden ser uno en cuanto a las enseñanzas doctrinales. Nunca podemos ser uno en las enseñanzas, pero hay una verdadera unidad en el espíritu. Si nos olvidamos de nuestra mentalidad y razonamientos naturales y tomamos cuidado del espíritu en nuestro interior, seremos uno con todos los santos que están en el espíritu.
La unidad genuina es la unidad del Espíritu. Por lo tanto, tenemos que estar en el espíritu. Cuando estamos fuera del espíritu, estamos en división. Sencillamente somos diferentes en tantos asuntos. Por lo tanto, tenemos que aprender a estar en el espíritu. Discutir no nos ayuda para nada; sólo causa divisiones. La situación actual entre los cristianos es semejante a un panal, lleno de divisiones y compartimientos. Siempre que estamos fuera del espíritu, estamos en un compartimiento, en una pequeña división. La unidad genuina es del Espíritu, así que debemos aprender a estar en el espíritu. Casi toda la primera parte del capítulo 4 de Efesios es una instrucción acerca de la manera de guardar la unidad. La manera de guardar la unidad es estar en el espíritu.
Este espíritu es el espíritu mezclado. El Espíritu divino y el espíritu humano ahora son uno solo. Este espíritu mezclado satura todo nuestro ser y se apodera de él. Cuando nuestro espíritu se extiende a nuestra mente, somos renovados en el espíritu de nuestra mente (v. 23). Podemos ser renovados únicamente cuando el espíritu se introduce en nuestra mente para saturarla, apoderarse de ella, poseerla y ocuparla. Nuestra mente predomina todo nuestro ser, así que el espíritu necesita tomar el control de la mente. De esta manera todo nuestro ser es renovado.
Además, este renovar tiene mucho que ver con vestirnos del nuevo hombre. Hablando con propiedad, el nuevo hombre es el Cuerpo (2:15-16). Por lo tanto, vestirnos del nuevo hombre es sencillamente vestirnos del Cuerpo. Esto equivale a disfrutar de la vida de iglesia en el aspecto práctico. Actualmente, muchos cristianos hablan acerca de la vida de iglesia, o la vida del Cuerpo, pero ¿dónde está la vida del Cuerpo? La vida práctica del Cuerpo estriba en la renovación del espíritu de nuestra mente. A medida que somos renovados en el espíritu de nuestra mente, de forma gradual nos vestimos del nuevo hombre, es decir, gradualmente ponemos en práctica la vida del Cuerpo. Comenzamos a practicar la vida de iglesia en Los Ángeles hace unos cuantos años. Ahora podemos examinarnos a nosotros mismos. Cuánta vida de iglesia hemos experimentado depende del grado al cual hemos sido renovados en el espíritu de nuestra mente. Si tan sólo tenemos una pequeña cantidad de renovación en el espíritu de nuestra mente, experimentamos sólo una pequeña cantidad de la vida de iglesia. La vida de iglesia que disfrutamos no puede exceder el grado al cual somos renovados en el espíritu de la mente. Esto no es una mera doctrina; es muy práctico. La unidad se realiza en el espíritu, y el vestirnos del nuevo hombre, la vida del Cuerpo, también se realiza en el espíritu.
(
Visión la práctica y la edificación de la iglesia como cuerpo de Cristo, La, capítulo 9, por Witness Lee)