LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA SE EFECTÚA
POR MEDIO DA LA TRANSFORMACIÓN DEL ALMA
La transformación requiere
que tomemos medidas con respecto
a nuestra manera de ser natural
La edificación de la iglesia se efectúa por medio de la transformación del alma (Ro. 12:2). Como hemos visto, no podemos ser uno en nosotros mismos, sino únicamente en el Cristo que conquista. Una hermana podría ser muy amable, humilde y delicada, pero es posible que todavía sea muy natural. Ella puede tener un alma amable con una mente amable, una parte emotiva amorosa y una voluntad muy suave, pero es posible que sólo haya una pequeña porción de Cristo en ella. Es difícil que alguien con un carácter y una personalidad tan amable se relacione con otros en unidad. Las personas más individualistas son las más amables. Es más fácil incluso que las personas descuidadas sean uno con otros, porque son menos individualistas.
Para una persona que es amable y buena en todo es difícil encontrar un compañero. Quien escoja a la persona más decorosa como su cónyuge sufrirá constantemente debido al individualismo del cónyuge. Un esposo nunca podrá alcanzar el nivel de la esposa más decorosa, y una esposa nunca podrá alcanzar el nivel del mejor caballero. En la iglesia les temo más a las personas amables que a las descuidadas. Las más amables son las más difíciles de tratar. Sin embargo, independientemente de si somos descuidados o amables, todos tenemos que ser conquistados por Cristo. Aquellos que tienen una manera de ser desagradable no son los únicos que necesitan ser conquistados por Cristo, sino que aquellos con la mejor manera de ser también tienen que ser conquistados. De otra forma, no hay ninguna posibilidad de que nos relacionemos con otros miembros de Cristo. Nunca nos podremos relacionar con otros en nuestro yo. Tenemos que relacionarnos en Cristo. Cuando todos somos conquistados por Cristo, espontáneamente nos relacionamos.
En realidad, no es fácil que Cristo se apode de las personas amables ni las descuidadas. Es muy difícil edificar la iglesia debido al baluarte que son estas maneras de ser naturales. El problema no es el pecado. Puesto que todos condenan el pecado, es muy fácil vencerlo. Sin embargo, no son muchos los que condenan su propia manera de ser. Hace más de veinte años había una iglesia en mi pueblo natal. En aquel entonces había dos hermanos que eran “polos opuestos”. Uno era muy amable y el otro era descuidado. Cuando el que era amable llegaba al hogar de alguien, él primeramente tocaba a la puerta. Cuando el dueño le abría, el hermano le pedía permiso para entrar, y una vez adentro, esperaba que le ofrecieran asiento antes de sentarse. Luego, después de utilizar una taza, la regresaba a su lugar designado. Él lo hacía todo de forma amable y ordenada. Por otro lado, cuando el otro hermano entraba a un hogar, él tomaba asiento por su propia cuenta, no donde se sientan los invitados, sino al escritorio del dueño. Luego diría: “Tengo sed”. Mientras bebía el té, derramaba un poco en el piso, y cuando terminaba, dejaba la taza de forma descuidada. Con el tiempo, estos dos hermanos discutían entre sí respecto al asunto de la manera de ser. Un hermano sentía que la manera de ser del otro era un impedimento al Señor, y cada uno justificaba su manera de ser.
Esto demuestra que todos actúan según su propia manera de ser con cierta cantidad de auto justificación. En mi servicio al Señor y al tratar con muchos cristianos en muchos lugares, descubrí que nadie está dispuesto a condenar su propia manera de ser. Es por esto que es insensato tratar de corregir a las personas. Es posible que a un hermano le guste acostarse a dormir temprano y levantarse temprano, pero el hermano con quien vive quizás no se levante sino hasta una hora después. Si estos dos intentan corregirse el uno al otro, no tendrán éxito. Más bien, cada uno estará enteramente ofendido y deseará mudarse de allí. Es insensato intentar corregir a otros de esta manera. Si a nuestro compañero de cuarto le gusta acostarse tarde, deberíamos permitírselo y no molestarlo. Nunca tendremos éxito en corregirlo. Sólo podemos ofender a la gente, y con el tiempo nosotros también nos sentiremos ofendidos.
La transformación requiere
que Cristo tome plena posesión de nuestra alma
y absorba nuestra manera de ser
Nuestra manera de ser es muy problemática. La única forma que podemos tratar con ella es que Cristo la derrote. Si lo amamos a Él según una visión celestial y le damos la gloria, Él tomará plena posesión de nosotros y absorberá nuestra manera de ser. En esto consiste la transformación del alma. Cuando nuestra alma sea transformada y nuestra carne sea conquistada, nos relacionaremos verdaderamente.
No les estoy dando una mera doctrina acerca de la edificación de la iglesia; más bien, esto se basa en la experiencia práctica necesaria para la edificación. La edificación de la iglesia es posible sólo por medio del crecimiento en vida con la transformación del alma. Necesitamos ser transformados al ser conquistados por Cristo. Cuanto más estemos dispuestos a ser conquistados por Él, más Él se apoderará de nosotros y nos transformará en nuestra alma. Luego, espontáneamente, tendremos unidad entre nosotros. Tendremos la verdadera edificación de la iglesia. Esto es lo que el enemigo aborrece porque precisamente esto es lo que lo pone en vergüenza.
(
Visión la práctica y la edificación de la iglesia como cuerpo de Cristo, La, capítulo 11, por Witness Lee)