Vivir en el que permanecemos mutuamente con el Señor en el espíritu, Un, por Witness Lee

Más extractos de este título...

DIOS DESEA PERMANECER EN EL HOMBRE PARA SER LA VIDA DEL HOMBRE

El asunto más misterioso hallado en la Biblia, algo que jamás podríamos imaginar o soñar, es que el Señor Jesús personalmente les dijo a Sus discípulos que Él quería que ellos permanecieran en Él y que Él también quería permanecer en ellos. Puesto que nos hemos acostumbrado a leer tal palabra, la misma no nos asombra. Sin embargo, si usted hubiese estado presente ese día escuchando esa palabra, ¿no habría quedado atónito? Usted se preguntaría: “¿Está diciendo el Señor algo verdadero? ¿Acaso es esto una alegoría, o sólo una ilustración? ¿Qué significa esta palabra realmente? ¿Cómo podemos permanecer en el Señor? ¿Y cómo puede el Señor permanecer en nosotros? Esto ciertamente es difícil de entender”.

Cuando el Señor Jesús habló esta palabra, Él ya había estado viviendo en la tierra por más de treinta años. Anteriormente, Él había sido un carpintero en el hogar, pero cuando llegó a los treinta años de edad, Él salió para hablar por Dios a fin de llevar a cabo la obra de predicación. Después de efectuar esta obra por casi tres años y medio, un día Él les dijo a los discípulos que los iba a dejar. Ellos habían estado con Él por tres años y medio, y nadie podía evitar amarle y ser atraído a Él debido a que Él era un Dios-hombre tan maravilloso, real y grande pero manso. Cada uno de ellos lo quería. Por ende, en Juan 12, cuando el Señor vino al hogar de uno de los discípulos, la atmósfera de amarle, apreciarle, admirarle y adorarle alcanzó una cumbre tan alta que una hermana derramó ungüento sobre Él desde su frasco de alabastro más preciado. La adoración de la gente hacia el Señor había alcanzado su punto máximo. Él era muy digno de ser amado. Aún más, Sus creyentes y seguidores no sólo lo ungieron una vez. Según lo que se registra en los cuatro Evangelios, ellos lo ungieron dos veces. En Lucas 7 se ve la otra ocasión en que Él fue ungido. Él ciertamente era atrayente y digno de ser amado.

No obstante, un día de repente Él les dijo a quienes le amaban que los iba a dejar. Cuando los discípulos oyeron esto, se entristecieron. Mientras ellos estaban tristes, Él les dijo: “No se turbe vuestro corazón” (Jn. 14:1, 27b). Él también les dijo que Él se iría y regresaría (v. 28). Hoy en día en el cristianismo hay intérpretes de la Biblia que dicen que Su ida fue Su ascensión, y que Su regreso será Su segunda venida al final de la era. Ellos dicen que la espera ha sido de casi dos mil años, mas Él aún no ha regresado. Sin embargo, éste no es el significado de la palabra que el Señor Jesús habló en ese momento. Lo que Él quiso decir por Su ida era que Él iría a la cruz para morir y que luego de Su muerte Él sería resucitado. Su ida fue Su muerte; Su venida sería Su resurrección. Lo que el Señor quiso decir con esta palabra fue: “No se turbe su corazón. Mi ida es para su beneficio, pues si yo no voy, sólo puedo estar entre ustedes. Ustedes me aman y yo también los amo. Sin embargo, mi intención no es meramente estar entre ustedes, sino también entrar en ustedes. No quiero sólo estar entre ustedes como su ganancia, su disfrute y su Señor. Más que esto, deseo entrar en ustedes y ser su vida. Si permanezco fuera de ustedes, no puedo ser su vida. A fin de que Yo sea su vida, debo entrar en ustedes”.

(Vivir en el que permanecemos mutuamente con el Señor en el espíritu, Un, capítulo 3, por Witness Lee)