Vivir en el que permanecemos mutuamente con el Señor en el espíritu, Un, por Witness Lee

Más extractos de este título...

LA REVELACIÓN CENTRAL DE LA BIBLIA

Vivir con el Señor ciertamente es un asunto misterioso. Es increíble que nosotros, los seres humanos, en particular pecadores, podamos vivir con el Señor, quien es divino y santo. Este asunto ha sido plenamente revelado y explicado a fondo en la Biblia; además, podría considerarse como el centro de todo el Nuevo Testamento, y es también una verdad transparente. Sin embargo, nosotros no tenemos este concepto cuando vamos a leer la Biblia. Por el contrario, tenemos muchos otros conceptos que son erróneos, tales como nuestros conceptos naturales, nuestros conceptos morales, nuestros conceptos religiosos y nuestros conceptos culturales. Es difícil que alguien sea liberado de estos cuatro tipos de conceptos. Nuestro concepto natural es que el hombre debería hacer el bien. Además, nuestro concepto religioso es que el hombre debería hacer el bien para agradar a Dios y glorificar a Dios a fin de que pueda adorar a Dios en paz. Con respecto a nuestros conceptos culturales, sabemos que independientemente de si las personas son del oriente o el occidente, ellas tienen su propia cultura y son influenciados en gran manera por su propia cultura. Además, tenemos nuestros conceptos morales. Las personas de cada nación tienen la obligación de ser morales y guardar normas morales en toda relación humana. Por ende, cada uno de nosotros, sea joven o viejo, ha acumulado muchos conceptos viejos. Esto es semejante a utilizar un par de gafas con lentes de color; cuando venimos a leer la Biblia, nuestros conceptos naturales y viejos no sólo nos influyen, sino que también constituyen un velo que nos impide ver el verdadero color, el centro y las revelaciones fundamentales de la Biblia. En vez de ello, sólo vemos las cosas superficiales de la Biblia.

En este capítulo, queremos ver la Biblia a fondo, y en particular queremos ver el asunto central hallado en el Nuevo Testamento. La revelación central de la Biblia nos dice que el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— tiene un mover, una obra, en dos grandes pasos. Primero, Él efectuó la redención por nosotros. Nosotros éramos pecadores, es decir, personas corruptas y caídas. Como tales, merecíamos muerte y perdición, y fuimos completamente condenados y rechazados por Dios. Sin embargo, debido a que Dios nos escogió, Él no pudo abandonarnos. Por ende, el primer paso de Su obra consistió en efectuar la redención por nosotros a fin de que Él pudiese rescatarnos a nosotros, hombres caídos, y resolver el problema de nuestros pecados. Él también nos justificó y nos limpió por completo a fin de que pudiésemos recibir Su redención.

Sin embargo, ésta no es la consumación, sino sólo el comienzo. Por ende, Dios aún tiene que llevar a cabo el segundo paso de Su obra, es decir, forjarse en nosotros. Esto es un misterio. Dios desea forjarse en nuestro interior; Él no desea simplemente darnos algo que procede de Sí mismo. Él no desea impartir Su vida a nosotros sin Él mismo entrar en nosotros; más bien, Él se forja en nosotros para ser nuestra vida. Esta vida es Dios mismo. Él entra en nosotros para ser nuestra vida, teniendo la expectativa de que nosotros lo tomemos como nuestra vida. Podríamos pensar que Dios desea que lo tomemos como vida y vivamos por Él como vida simplemente porque Él no quiere nuestra vida, sino que sólo desea Su vida debido a que la nuestra es mala, perversa y corrupta. No podemos decir que este pensamiento es erróneo, pero no es completamente exacto y no alcanza el estándar. Tenemos que comprender que aun si nuestra vida fuese limpia, libre de pecado y perfecta, Dios todavía necesita y desea entrar en nosotros para ser nuestra vida.

(Vivir en el que permanecemos mutuamente con el Señor en el espíritu, Un, capítulo 2, por Witness Lee)