PERMANECER MUTUAMENTE CON EL SEÑOR:
NOSOTROS PERMANECEMOS EN EL SEÑOR
Y EL SEÑOR TAMBIÉN PERMANECE EN NOSOTROS
El Dios Triuno se encarnó, pasó por el vivir humano, murió en la cruz para efectuar la redención y entró en resurrección para llegar a ser el Espíritu vivificante. Hoy Él entra en nosotros para permanecer en nuestro espíritu con todo lo que Él tiene, todo por lo que Él ha pasado, todo lo que Él ha logrado y todo lo que Él es. Debemos recordar que Él permanece en nosotros y que Él desea muchísimo que nosotros permanezcamos en Él. Por consiguiente, cada día, desde la mañana hasta la noche, en asuntos grandes o pequeños, en nuestro hogar o fuera del mismo y en todo nuestro vivir y todas nuestras acciones, debemos permanecer en Él. Cuando deseamos hablar a otros, a menos que tengamos la certeza de que estamos permaneciendo en Él, no deberíamos hablar. Sólo hablamos cuando tenemos la certeza de que estamos permaneciendo en Él. Hablamos desde Su interior, no hablamos fuera de Él. Antes de que podamos discutir con otros, debemos examinarnos para ver si estamos permaneciendo en el Señor. Primero debemos permanecer en el Señor y luego discutir. El Señor ya permanece en nosotros; así que antes de que hagamos cualquier cosa, primero debemos permanecer en el Señor. Actuamos después que estemos permaneciendo de forma segura. Es fácil hablar acerca de permanecer en el Señor, pero no es fácil manifestarlo en nuestro vivir. Por consiguiente, debemos aprender a practicar el permanecer en el Señor en nuestra vida diaria.
El secreto para permanecer en el Señor es primero ver que nuestro Señor era Dios y por consiguiente tenía las historias de Dios. Luego, Él llegó a ser carne para ser el postrer Adán y por ende tenía las historias del postrer Adán. Después de esto, Él efectuó la redención mediante la muerte y resurrección para llegar a ser el Espíritu vivificante, así que Él tiene las historias del Espíritu vivificante. Hoy en día Él permanece en nuestro espíritu. En este momento, Él no sólo permanece en nosotros como Dios, sino también como hombre, como Aquel que pasó por todas las experiencias propias del vivir humano y que murió y resucitó. No sólo eso, sino que Él también es el Espíritu. En este Espíritu están el elemento del hombre, el elemento de Dios y los elementos de la encarnación, el vivir humano, la muerte y resurrección. Ahora Él desea que nosotros también permanezcamos en Él. Antes de hacer cualquier cosa en nuestro vivir y andar diarios, primero debemos permanecer en Él. Nosotros permanecemos y luego vivimos; permanecemos y luego andamos. Todo nuestro vivir y nuestro andar deben ser expresados en este permanecer, en el cual todos nuestros problemas desaparecen. Al permanecer así, Él, como Espíritu todo-inclusivo que mora en nosotros, soluciona todos nuestros problemas, elimina nuestras preferencias y mata nuestras concupiscencias.
Antes del 1958 prediqué mucho acerca de la cruz y también de la resurrección. Luego, en 1958 además vi que aunque no tiene nada de malo predicar la cruz, sin el Espíritu ello es vano. La resurrección también es real, pero sin el Espíritu, incluso la predicación acerca de la resurrección es vana. No estoy diciendo que no queremos la predicación de la cruz o que no queremos la cruz; tampoco digo que no queremos la predicación de la resurrección ni queremos la resurrección. Más bien, lo que digo es que es inútil predicar la palabra vacía de la cruz. Muchas personas conocen la palabra de la cruz, pero llevan una vida derrotada. Ellos incluso mienten y causan daño a otros. ¿Dónde está la cruz? ¿Dónde está la resurrección? Queridos hermanos y hermanas, lo que necesitamos es este Espíritu todo-inclusivo, Aquel que ha pasado por la muerte y resurrección para llegar a ser el Espíritu vivificante. En Él está Dios; en Él está nuestro Salvador; en Él está el efecto aniquilador de la cruz; y, aún más, en Él está el poder de la resurrección.
Por consiguiente, debemos permanecer en este Espíritu. Este Espíritu hoy en día está en su espíritu, y en Él hay diferentes elementos, incluyendo el efecto aniquilador de la cruz y el poder de la resurrección. Por ende, cuando usted permanece en Él, Él aniquila su ser natural, su carne, sus concupiscencias y sus deseos. Por ejemplo, sus manos están cubiertas de gérmenes, pero quizás usted tiene una botella de solución antiséptica. Si usted pone sus manos en la solución y permite que ellas permanezcan allí por cinco minutos, sus manos quedarán limpias. Predicar acerca de los desinfectantes no puede matar gérmenes, ni uno tampoco puede sacudir los gérmenes de sus manos. Únicamente una cosa funcionará, la cual es permitir que sus manos permanezcan por un tiempo en la solución antiséptica. Antes de hacer cualquier cosa, debe permanecer por un tiempo en su espíritu. Después de permanecer allí por medio minuto, todo el “veneno” será aniquilado.
Si usted no está en el Espíritu, la palabra de la cruz y de la resurrección será inútil. Este Espíritu todo-inclusivo es el que contiene el efecto que lo aniquila todo propio de la cruz. Éste es el Espíritu poderoso que contiene el poder de la resurrección. Debe permanecer en Él por un tiempo. Si usted permanece por media hora, quedará empapado del Señor. Si usted permanece por media hora y luego se va a razonar con otros, su razonamiento desaparecerá. El poder de la resurrección del Señor y también el efecto de Su muerte habrá dado muerte a su razonamiento natural. Al haber sido saturado del poder de la resurrección, usted tendrá la habilidad de humillarse a sí mismo y pedir disculpas a otros en vez de razonar. Ésta es la salvación que el Señor efectúa. Esto es lo que dice Filipenses 1:19: “Sé que por [...] la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi salvación”. Ésta es la abundante suministración de Dios como Espíritu todo-inclusivo, el Espíritu de Jesucristo. Cuando usted permanece en Él, es empapado de Él. Cuando usted permanece en Él, le otorga a Él la condición necesaria para que Él permanezca en usted. De este modo, usted disfrutará todas Sus riquezas.
En resumen, primero, debe saber que hoy su Salvador es este Espíritu que permanece en usted. Segundo, antes de hacer cualquier cosa en su vivir y andar diarios, usted debe permanecer en Él. El Señor dijo que Él permanecerá en aquel que permanezca en Él. Si usted permanece en Él, disfrutará de Su salvación y de todas Sus riquezas.
(
Vivir en el que permanecemos mutuamente con el Señor en el espíritu, Un, capítulo 3, por Witness Lee)