EL CONOCIMIENTO APROPIADO NOS CONDUCE
A UNA EXPERIENCIA SUBJETIVA
La verdad por sí sola, sin la experiencia, es vanidad; por lo tanto, todos necesitamos experimentar dicha verdad. ¿Qué es la verdad? La verdad es Dios mismo, y Dios es Cristo. Por consiguiente, en lo que se refiere a la verdad no podemos quedarnos con el simple conocimiento doctrinal, pues también necesitamos la experiencia. En otras palabras, necesitamos experimentar a Cristo. Por ejemplo, quizás usted les diga a las personas que Cristo poseía virtudes que eran inherentes a Su humanidad, entre las cuales estaban el amor, la luz, la santidad y la justicia. También podría decirles que Cristo también poseía atributos divinos que eran inherentes a Su divinidad, entre los cuales estaban el amor, la luz, la santidad y la justicia, y que, puesto que Cristo poseía estos atributos divinos, las virtudes humanas que se manifestaban en Él eran excelentes. Sin embargo, es posible que después le pregunten: “¿Y qué tiene eso que ver conmigo?”. Si le hacen esta pregunta, usted les puede contestar, diciendo: “El hombre fue creado a la imagen de Dios, y puesto que usted es un hombre, también fue creado a la imagen de Dios, sólo que no tiene a Dios dentro de usted. Debido a que Dios es un Dios de amor, luz, santidad y justicia, usted también tiene las virtudes de amor, luz, santidad y justicia. Sin embargo, estas virtudes son como los cinco dedos de un guante, que son blandos y endebles. Esto se debe a que usted no tiene a Dios dentro de usted. En cambio, Dios estaba dentro del Señor Jesús y era el rico contenido del amor, la luz, la santidad y la justicia. Usted necesita recibir a este Jesús en su interior. Él murió por usted, fue resucitado y llegó a ser el Espíritu vivificante. Este Espíritu es Jesucristo, es Dios mismo. Una vez que usted invoca el nombre del Señor Jesús, este Espíritu entrará en usted, lo que significa que Dios entrará en usted. Entonces Su amor, luz, santidad y justicia, los cuales son verdaderos, enriquecerán completamente su amor, luz, santidad y justicia”. Esta manera de hablar hará que ellos se percaten de su necesidad.
A fin de hacerle más fácil a la gente experimentar y aplicar estas verdades de manera subjetiva, podemos darles el siguiente ejemplo. Supongamos que un hombre ama mucho a su esposa. Este amor fue creado por Dios, pero su amor humano no es muy duradero. Una vez que su esposa se enoja con él y le pone una cara de descontento, su amor humano se acaba. Esto demuestra que el amor humano es como los dedos blandos y endebles de un guante, pues carece del amor de Dios, el cual lo enriquece, fortalece y le imparte un suministro. Sin embargo, si una persona recibe a Jesucristo como Espíritu vivificante, recibirá a Dios mismo. El amor de Dios llenará su amor, y, como resultado, podrá amar a su esposa, sin importar cómo ella lo trate. En otras palabras, él, un guante “vacío”, será lleno de Dios, quien es la “mano”. Una vez que los dedos de la mano entran en el guante, los dedos del guante son enriquecidos y fortalecidos. De esta misma manera, ahora él podrá expresar un amor excelente. Al igual que la persona de este ejemplo, nosotros tenemos paciencia, con la cual Dios nos creó, pero ésta es semejante a los dedos de un guante vacío. Así que, también necesitamos recibir a Dios en nuestro ser. Una vez que lo hacemos, Él vendrá a ser la paciencia en nosotros que enriquecerá y fortalecerá nuestra paciencia. Al final nuestra paciencia será fortalecida, así como los dedos del guante se vuelven firmes cuando son “llenos” con los dedos de la mano. La paciencia de Dios llenará nuestra paciencia, y la paciencia que expresaremos será una virtud excelente. Por consiguiente, si queremos tener virtudes excelentes, debemos poseer los atributos divinos dentro de nosotros.
(
Verdad, la vida, la iglesia y el evangelio las cuatro grandes columnas del recobro del Señor, La, capítulo 5, por Witness Lee)