NOSOTROS SOMOS RESPONSABLES DE PLANTAR
Y DE REGAR, PERO EL CRECIMIENTO LO DA DIOS
El propósito de repasar esta historia es hacerles ver que la rebelión que se suscitó en la iglesia en Manila en 1961 no empezó en 1961; antes bien, la semilla de la rebelión fue plantada allí en el principio. Yo estuve visitando las Filipinas cada año por un periodo de once años. Aparte de Manila no fui a ningún otro lugar, sino que únicamente laboré en Manila. En mi interior sabía que había cierto rechazo, pero no se lo comuniqué a nadie. Mi actitud fue que mientras la iglesia en Manila no me rechazara abiertamente, simplemente realizaría la labor de sembrar, plantar y regar. No me importó el rechazo que hubiera en Manila; sólo me preocupé por sembrar, plantar y regar. Así, cada vez que venía, no tocaba ningún asunto negativo, sino que simplemente sembraba, plantaba y regaba de una manera muy positiva. En mi interior tenía la certeza de que un día la iglesia me rechazaría abiertamente, pero mientras llegaba ese día, sentía que debía aprovechar toda oportunidad para sembrar, plantar y regar. No fue sino hasta que el rechazo se hizo público y manifiesto que dejé de ir a Manila. Sin embargo, aún esperaba ver si lo que había sembrado, plantado y regado produciría algún fruto.
En 1961 se suscitó la rebelión, y la iglesia en Manila me rechazó de una manera total. Los opositores escribieron en una banca larga que había en el viejo salón de reuniones: “Derriben a los cuatro ancianos; echen a Witness Lee”. Cuando estas noticias llegaron a mis oídos, pensé: “¿Tendrá algún resultado mi labor después de haber sembrado, plantado y regado durante los pasados once años?”. A la mañana siguiente, un anciano que solía asistir a la vigilia matutina en el viejo salón de reuniones vio cuatro guardias custodiando el salón de reuniones y un aviso fijado en la puerta que declaraba que nadie, sin el expreso permiso del consejo administrativo, podía entrar al salón de reuniones. Los ancianos entonces me enviaron un telegrama ese mismo día informándome de la verdadera situación y preguntándome qué debía hacerse al respecto, ya que se habían apoderado del local de reuniones. Yo no sabía que contestar. Después de buscar la dirección del Señor por más de un día, les contesté en un telegrama que debían tratar de negociar con los dos principales opositores. Sin embargo, posteriormente los hermanos encontraron otro salón de reuniones donde reunirse.
Hoy en día me siento muy contento y en paz porque puedo ver que la obra que realicé de sembrar, plantar y regar durante esos once años ha dado fruto. En aquel tiempo, algunos de los hermanos eran pequeñas plantitas, únicamente había unos pequeños brotes pero no se manifestaba mucho crecimiento. Hoy en día, estos hermanos han llegado a ser ancianos. Algunos, que no eran muy atractivos en ese entonces, ahora son muy hermosos. Hay un hermano en particular que ahora es anciano. En aquel tiempo era difícil saber si él era una “plantita” o una “piedra”. Ahora él ha crecido y se ha convertido en un “árbol” muy robusto y macizo, cumpliendo muchas funciones orgánicas. Cuando escucho sus oraciones o escucho atentamente su compartir, siento que su interior está iluminado por una clara revelación. Él tiene un cielo despejado sobre él. Yo le doy gracias al Señor y lo alabo por esto. Ésta no es una obra de hombres sino de Dios; es Dios quien ha dado el crecimiento a estos hermanos.
Esta comunión abierta que hemos tenido es primordialmente para los santos más jóvenes, a fin de que vean que no deben realizar una obra de organización; nuestra obra únicamente debe corresponder a la de un organismo vivo. Hoy estamos contentos, porque vemos que en este organismo se ha manifestado la función orgánica. Por la misericordia y la gracia de Dios, durante esos once años no realicé la obra de una organización; antes bien, poco a poco estuve allí, realizando una labor orgánica. Todos pueden ver hoy la función de este organismo. La iglesia es la labranza de Dios en la cual hay muchos árboles grandes, así como también muchos otros árboles pequeños que todavía están creciendo. Todos ellos crecerán y darán fruto, con lo cual manifestarán su función orgánica.
Más de cien iglesias en las islas del sur de las Filipinas han sido levantadas por medio de las sesenta lecciones tituladas Fundamental Truths in the Scriptures [Verdades fundamentales de las Escrituras]. Esto no se debió a métodos organizacionales ni arreglos humanos; antes bien, se debe completamente al desarrollo de la función orgánica del Señor dentro de los santos. Ellos también testificaron que los Estudios-vida les brindaron una tremenda ayuda, pues no solamente les impartieron un suministro externo o un mero entendimiento de las verdades objetivas de la Biblia, sino que además les ayudaron a crecer más en la vida divina y a tener experiencias verdaderas y subjetivas. Hace más de diez años cuando fui a Mindanao, lo que vi en aquel entonces desde ya me proporcionaba mucho gozo. Hoy en día cuando veo a tantos santos en Mindanao buscando fervientemente al Señor, leyendo la literatura espiritual, me inunda un gozo aún mayor. A través de la comunión que he tenido con los santos he podido darme cuenta de que tienen una clara visión. Esto demuestra que las iglesias en Mindanao no son el producto de una obra de organización, sino que son enteramente el resultado de la suministración de vida presente en el Cuerpo de Cristo y también el resultado de la manifestación de la función orgánica. Esto me conmueve profundamente.
(
Verdad, la vida, la iglesia y el evangelio las cuatro grandes columnas del recobro del Señor, La, capítulo 2, por Witness Lee)