Verdad, la vida, la iglesia y el evangelio las cuatro grandes columnas del recobro del Señor, La, por Witness Lee

Más extractos de este título...

EL SECRETO DE EXPERIMENTAR A CRISTO COMO VIDA

Cristo es el Espíritu, y este Espíritu está en usted y en mí, en nuestro espíritu todo el tiempo. Si queremos hablar con nuestro cónyuge, no debemos hacerlo en seguida. Primero, debemos tener una breve conversación con el Señor, diciendo: “Oh, Señor, mi esposa está aquí. ¿Quieres que hable con ella? ¿Quieres Tú hablar con ella? Si Tú no quieres hablar con ella, yo tampoco le hablaré”. El Señor es testigo de que muchas veces he puesto esto en práctica cuando voy a hablar con mi esposa. Muy a menudo cuando quería decirle algo, tuve un sentir en mi espíritu que me decía: “Debes primero conversar con el Señor y preguntarle si Él quiere hablar”. Cuando le hice esta pregunta al Señor, ocho de cada diez veces, Él no quería hablarle y, finalmente yo tampoco le hablé. Si ponemos esto en práctica podemos evitar chismear y perder el tiempo, y también podemos mantenernos en el espíritu. Tenemos que practicar esto incluso cuando nos vestimos. No debemos decidir por nuestra propia cuenta lo que debemos ponernos; en lugar de ello, debemos preguntarle primero al Señor, diciendo: “Señor, ¿quieres ponerte esta camisa? Si Tú te la quieres poner, yo me la pondré; pero si no quieres, yo tampoco”. Cuando usted haga esto, estará viviendo a Cristo, y el resultado será: “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”.

Cuando la gente viene a discutir conmigo acerca de ciertas doctrinas, algunas veces, cuando estoy a punto de responder, algo en mi interior me recuerda que primero debo volverme al Señor. Entonces tengo comunión con el Señor, diciendo: “Señor, ¿Tú quieres hablar? Si Tú hablas, yo hablaré; pero si no quieres hablar, yo tampoco hablaré”. Ocho de cada diez veces el Señor no quería hablar, así que yo tampoco dije nada. Al final, se evitaron muchos problemas. Ésta es la manera de vivir a Cristo y de disfrutarle como vida. Esto que les comparto es un hecho, no una vana doctrina. El Señor es real y viviente, y Él está dentro de nosotros. Siempre debemos contactarlo a Él y tener comunión con Él. Cada vez que vayamos a decir o hacer algo, no debemos hacerlo según lo que nosotros decidamos; más bien, debemos primero contactar al Señor y tener comunión con Él. Incluso si usted ha sido maltratado y siente deseos de llorar y derramar lágrimas, debe primero tener comunión con el Señor, diciendo: “Señor, ¿Tú llorarías en este caso? Si Tú lloras, yo lloraré; pero si no lloras, tampoco yo lloraré”. Si todos ponemos esto en práctica, el resultado será que viviremos a Cristo y experimentaremos a Cristo como vida.

El Cristo en quien creemos es Dios, el Señor que creó los cielos y la tierra. Él es el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu—, y también es nuestro Redentor y Salvador. Hoy en día Él ya es el Espíritu vivificante, el Espíritu de vida, e incluso, el Espíritu siete veces intensificado que mora en nosotros. No debemos descuidarlo en ningún momento, sino practicar siempre el tener comunión con Él. Aun si estamos a punto de enojarnos, debemos primero preguntarle: “Señor, me estoy sintiendo enojado. ¿Estás Tú enojado? Quiero castigar a mis hijos, pero ¿quieres Tú dales una paliza? Quiero regañarlos, pero ¿quieres Tú regañarlos?”. Una vez que tengamos comunión con el Señor, de inmediato seremos iluminados. Nos daremos cuenta de que no tenemos nada de amor, luz, santidad ni justicia. También nos daremos cuenta de que Él está en nosotros como amor, luz, santidad y justicia. Cuando el esposo desea regañar a su esposa, de inmediato el Señor mostrará Su descontento, y muchas veces cuando la esposa quiere comprar la mercancía que está en oferta los sábados, el Señor inmediatamente se retirará. Ciertamente todos hemos tenido esta clase de experiencia. Muchas veces aunque Él no nos dice nada, nosotros sabemos cuál es Su sentir. Algunas veces mientras teníamos una comunión muy amena con Él, en un momento particular Él se apartó de nosotros y nos dio la espalda. Esto nos hizo comprender que Él no estaba de acuerdo con nosotros. La razón es que Él es amor, luz, santidad y justicia, y nosotros en nada somos amor, luz, santidad o justicia. Con el tiempo, seremos subyugados por Él y haremos las cosas conforme a Su voluntad. Éste es el secreto de experimentar a Cristo como vida.

El Señor Jesús es el Espíritu que permea todo. Él no solamente está en el trono en los cielos, sino también en nosotros. Efesios 3:17a dice que Él incluso está haciendo Su hogar en nuestros corazones. Nuestro corazón se compone de todas las partes de nuestra alma —mente, parte emotiva y voluntad— más la conciencia, la parte principal de nuestro espíritu. A fin de poder hacer Su hogar en nuestro corazón, Cristo tiene que extenderse hasta permear cada una de nuestras partes internas y también tiene que profundizarse para arraigarse paso a paso en nuestro ser. Así pues, Él está “invadiéndonos” continuamente. Primero, Él entra en nuestro espíritu y espera a que llegue el momento más oportuno. Y cuando se presenta la oportunidad, Él entra en nuestra mente. A veces nosotros luchamos con Él, y tratamos de echarlo, pero Él es muy paciente. Así que, continúa luchando para avanzar, hasta que finalmente logra “invadir” nuestra mente. Después, Él espera hasta encontrar otro momento apropiado para entrar en nuestra parte emotiva y nuestra voluntad. Quizás nosotros le digamos: “Señor, no quiero que avances tan rápido. Anda más despacio, por favor”. Sin embargo, cuanto más decimos esto, más rápido Él entra. Al final, Él logra “invadir” nuestra parte emotiva y también nuestra voluntad.

He sido “invadido” por el Señor por más de cincuenta años. Hoy en día prácticamente ya no tengo ningún espacio para mí mismo; casi todo el espacio en mi ser ha sido ocupado por Él. Y aunque no quiera decir: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo”, de todos modos, tengo que decirlo porque Él ya ha ocupado todo mi ser. Ya no queda ningún espacio para mí mismo. A veces cuando quiero hacer algo, de inmediato el Señor que está en mí dice: “Hazlo tú; Yo no lo haré”. Así que al final, tampoco puedo hacerlo porque “ya no vivo yo, mas vive Cristo”. En nuestra vida cotidiana, ¿quién vive, “yo” o Cristo? Espero que esta comunión tan breve y tan sencilla nos sirva como un recordatorio constante.

(Verdad, la vida, la iglesia y el evangelio las cuatro grandes columnas del recobro del Señor, La, capítulo 6, por Witness Lee)