EL SENTIR DE VIDA
¿Cómo podemos saber cuándo estamos en la presencia de Dios? Dios es luz, y cuando estamos en la presencia de Dios, podemos sentir la luz. No sólo sentimos el fluir interior, sino también el brillar interior que solamente recibimos a través de la comunión de vida. Esto no es una doctrina, sino una explicación de nuestra experiencia. Si no podemos decir “amén” a estas experiencias, me temo que hay algo incorrecto en nosotros. Esto es exactamente lo que deberíamos haber experimentado desde el día en que fuimos salvos, aunque no hayamos podido explicárnoslo. Permítaseme repetir: en nuestro interior algo se mueve y fluye, y cuando estamos en el fluir, simplemente estamos en la presencia de Dios. Entonces tenemos el resplandor dentro de nosotros y todo está en la luz. Todas las cosas se nos aclaran: ya sea que esto esté bien o mal, que aquello sea o no la voluntad de Dios, o si esto otro está relacionado con la muerte o con la vida. El sentir interior aclara todas la cosas.
Este sentir de vida, por consiguiente, está muy relacionado con la comunión de vida. La comunión de vida nos ayuda a comprender el sentir de vida por medio de introducirnos en la presencia de Dios, donde podemos disfrutar el resplandor de Dios como luz. Este brillar nos aclara todas las cosas. Penetra en cada rincón y en cada senda de nuestro ser, proveyendo en nosotros un sentir muy tierno y agudo. Este sentir detecta inmediatamente hasta el más insignificante error. Cuanto más tenemos el fluir de vida, más estamos en la presencia de Dios y más brillar experimentamos. Cuanto más experimentemos este brillar, más real será en nosotros un sentir agudo y tierno. Es por medio de este sentir que podemos conocer a Dios, Su voluntad y Su camino. Este sentir examina y prueba todo.
Además, este sentir interior de vida depende del grado de nuestra relación interior con el Señor. Cuando ponemos nuestra mente en la carne, tal como hemos señalado en Romanos 8:6, simplemente ponemos el yo en la carne. Poner la mente en la carne significa que nuestro yo coopera con la carne, y si cooperamos con la carne, nuestra relación con Dios es, por supuesto, incorrecta. Recuerde los tres círculos concéntricos que muestran las tres partes del hombre. La carne es el cuerpo (el círculo exterior), el cual ha sufrido un cambio en su naturaleza por la corrupción de Satanás. La mente está en el alma (el círculo de en medio), y representa nuestro ser humano, el yo. El Dios Triuno mora en el espíritu (el círculo central). La mente, localizada entre la carne y el espíritu, tiene la posibilidad de moverse en cualquier dirección. Nunca debemos olvidar Romanos 8:6; es uno de los versículos más importantes de las Escrituras. En cierto sentido, es incluso más importante que Juan 3:16. Si sólo recordamos Juan 3:16 y olvidamos Romanos 8:6, somos cristianos a duras penas salvos; nunca podríamos ser cristianos victoriosos. Juan 3:16 es adecuado para que recibamos vida eterna, pero Romanos 8:6 hace ver cómo ser un cristiano victorioso.
Poner nuestra mente —es decir, poner el yo— en la carne es muerte. Poner nuestra mente, o sea, nuestro yo, en el espíritu es vida y paz. He aquí la clave para la muerte o la vida. La mente es bastante neutral, está en la cerca. Se puede tornar hacia la carne o se puede tornar hacia el espíritu. Debemos repetir una vez más la historia del huerto del Edén. El libre albedrío puede escoger de las dos opciones. Escoger el árbol de la ciencia significa muerte, pero escoger el árbol de la vida significa vida. Estamos entre estas dos cosas; somos neutrales ante la vida y la muerte. El resultado depende de nuestra opción, de nuestra actitud. El Pecado personificado, que representa a Satanás, está en la carne; después de que somos salvos, el Dios Triuno está en nuestro espíritu; el yo está en la mente. La clave de estar en la vida o en la muerte depende de que cooperemos con el espíritu o con la carne. Cuando cooperamos con la carne, tenemos muerte; cuando cooperamos con el espíritu, somos participantes de Dios, quien es vida.
(
EconomÃa de Dios, La, capítulo 17, por Witness Lee)