LO QUE DISTRAE DE LA ECONOMIA DE DIOS
Según la historia, dos elementos predominantes distraían de la senda correcta a los primeros cristianos: el judaísmo y el gnosticismo. Tanto los judaizantes con sus doctrinas y formas religiosas como los gnósticos con sus filosofías disuadían a los cristianos de seguir al Señor en el camino de la economía de Dios. Al parecer, los buenos elementos del judaísmo y del gnosticismo eran lo que desviaba a estos primeros cristianos. Si estos elementos no fueran comparativamente buenos, no habrían podido prevalecer lo suficiente como para hacer que los creyentes erraran el blanco de la economía de Dios. Por ejemplo, los judaizantes enfatizaban firmemente la Ley mosaica del Antiguo Testamento. Ciertamente, la Ley no tenía nada de malo. Al contrario, era indudablemente correcta y buena, y había sido dada directamente por Dios mismo. Pero la Ley en sí no estaba relacionada con el centro de la economía de Dios. El gnosticismo, desde el punto de vista humano, también tenía sus buenos principios. De hecho, fue una de las mejores invenciones de la civilización humana y en cierto modo ayudaba a los paganos. Sin embargo, los gnósticos trataron de introducir en la iglesia su filosofía, distrayendo así del centro de la economía de Dios a los primeros cristianos.
Hoy día, aunque no hay judaizantes ni gnósticos que nos perturben, aún hay muchas cosas que nos distraen. Durante casi veinte siglos, el enemigo sutil no ha dejado de usar cosas aparentemente buenas para desviar a los creyentes de seguir al Señor en la senda correcta. Si dedicamos tiempo para el Señor, nos daremos cuenta de que el enemigo persiste en usar hasta las cosas buenas del cristianismo para distraer del centro de la economía de Dios a los hijos del Señor. Mientras viajaba por muchos distritos de este país durante estos últimos años, me di cuenta de que el enemigo sutil ha utilizado muchos asuntos religiosos y hasta puntos bíblicos para influir a los cristianos que buscan diligentemente al Señor, apartándolos del camino de la economía de Dios.
(EconomÃa de Dios, La, capítulo 1, por Witness Lee)