Economía de Dios, La, por Witness Lee

TRATANDO CON EL CORAZON

Por esta razón debemos tratar con nuestro corazón para que podamos tener una relación apropiada con el Señor. ¿Cómo podemos tratar con nuestro corazón? Digo de nuevo, es muy sencillo. La Escritura dice: “Bienaventurados los de corazón puro” (Mt. 5:8). Algunos traductores han cambiado la palabra “puro” por “limpio”, quedando así: “de corazón limpio”. Pero la palabra “limpio” no es adecuada. No es solamente un asunto de un corazón limpio, sino de un corazón puro. Puede que estemos limpios, pero aleados, y por consiguiente no estemos puros. Estar aleado no significa estar sucio, sino tener más de una meta y un propósito.

Este es el problema de muchos hermanos y muchas hermanas. Ellos piensan que no hay nada incorrecto en sus corazones debido a que ellos están limpios y sin condenación. Sin embargo ellos no son puros, debido a que tienen más de una meta, más de un propósito. Es cierto, tienen como meta a Dios, pero al mismo tiempo tienen como meta otras cosas. Tal vez tengan como meta a Dios y al mismo tiempo un doctorado. Que ellos tengan dos cosas como meta, quiere decir que están revueltos y complicados. Por ejemplo, no podemos observar dos cosas al mismo tiempo con nuestros ojos. Si tratamos de mirar dos cosas al mismo tiempo, las veremos borrosas.

¿Cuál es la razón por la cual algunos dicen que no están seguros acerca de la voluntad de Dios? Es que tienen dos metas, dos propósitos. Muchos hermanos y hermanas tienen más de dos metas. Tienen como meta muchas cosas. Ellos sí están buscando tener más del Señor, pero al mismo tiempo están buscando otras cosas, tales como su propia posición y su propia carrera. ¿Cómo pueden ellos evitar ser confundidos y enredados? Su corazón debe ser purificado de tantas ambiciones a fin de que el Señor mismo sea su única meta.

Incluso muchos obreros cristianos tienen demasiadas metas. Un hermano testificó que él tenía una gran meta: el quería ser el predicador más grande de su denominación. Su corazón era limpio, pero él mismo no era puro. Su corazón debe ser purificado hasta que él tenga una sola meta: el Señor mismo. Algunos obreros cristianos tienen al Señor mismo y Su obra como meta. Tienen dos metas. Ellos necesitan purificar su corazón hasta que ellos no busquen otra cosa como meta que al Señor mismo. Su propósito, meta e interés solamente debe ser el Señor mismo. Cuando ellos no busquen absolutamente ninguna otra cosa sino al Señor, su corazón será puro; y si ellos tienen tal corazón puro, el “cielo” les quedaría no solamente abierto sino muy despejado. Algunas veces el cielo está abierto pero nublado. ¿Por qué el cielo espiritual está nublado? Debido a que el corazón está aleado y no es puro. Cuando el corazón es purificado de muchas metas, el cielo se despeja.

Otro término que la Biblia usa para describir al corazón es “sencillez”, “sencillez de corazón”. Algunas versiones traducen sencillez como simplicidad, “simplicidad de corazón”. Sencillez de corazón significa ser simple. Ser simple significa, en cierto sentido, ser tonto. Aquellos que realmente aman al Señor y que le tienen como meta son cierta clase de tontos. ¡Todos debemos ser cristianos tontos! Esto significa: “Yo no sé nada, solamente conozco a Jesús. En todo lo que hago, sólo conozco a Jesús”. Adondequiera que voy, solamente conozco a Jesús. No debemos tratar de ser listos. Solamente tenemos un camino, el camino estrecho de Jesús. La gente dirá: “Usted es tonto”, sin embargo debemos estar contentos de ser tan tontos. Esto es simplicidad.

Veamos tres pasajes bíblicos que se refieren a la pureza del corazón: Salmos 73:1, Mateo 5:8 y 2 Timoteo 2:22. La última referencia nos muestra que aunque las iglesias se estén deteriorando, debemos buscar al Señor con un corazón puro y orar junto con aquellos que tengan un corazón puro. Existen por lo menos tres versículos que se refieren a la sencillez de corazón: Hechos 2:46, Efesios 6:5 y Colosenses 3:22. Si deseamos buscar y servir al Señor, debemos tratar con estos dos asuntos: ser puros y sencillos de corazón. Debemos aprender a tener no solamente un corazón limpio y recto, sino un corazón puro y sencillo. Si tratamos con nuestro corazón en tal manera, todo nuestro ser será abierto al Señor, debido a que la puerta estará abierta. Esto no es doctrina, sino simplemente instrucciones acerca de cómo tratar con el corazón, para que de esta manera el Señor posea todo nuestro ser.

(Economía de Dios, La, capítulo 8, por Witness Lee)