Economía de Dios, La, por Witness Lee

TRATANDO CON LA MENTE

Junto con la intuición de nuestro espíritu necesitamos la mente. La intuición da el sentir del conocimiento interior. Sin embargo, ¡tener el sentir de las cosas espirituales es una cosa, y entenderlas es otra! Las cosas de Dios se sienten en el espíritu, pero se entienden en la mente. Muchas veces, dentro de nuestro espíritu sabemos algo de Dios, pero no lo entendemos debido al problema de nuestra mente. A veces transcurren dos o tres semanas o hasta meses antes de que podamos entender lo que sentimos en nuestro espíritu. Estamos conscientes de algo, pero no nos es posible interpretarlo. Necesitamos el entendimiento de nuestra mente para interpretar lo que está en nuestro espíritu. Las cosas de Dios son percibidas por la función de la intuición de nuestro espíritu, pero son entendidas por la función del entendimiento de nuestro intelecto.

Por esta razón se nos dice en Romanos 12:2 que necesitamos la renovación del entendimiento. Pero este versículo primero dice que no debemos conformarnos a este siglo. La palabra “siglo” en griego equivale a la palabra “moderno” en español. El siglo es la corriente actual o moderna del mundo. La historia del mundo se divide en edades sucesivas, tales como el primer siglo, el segundo siglo y así sucesivamente. Podríamos decir que cada siglo es una edad. Sin las edades, el mundo no podría existir. La edad de hoy es la parte del sistema del mundo que actualmente nos rodea; así que, conformarnos a este siglo significa ser modernos, siguiendo la corriente actual del mundo.

A continuación este versículo dice: “...sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. Si estamos ocupados por las cosas de este siglo, nuestra mente no puede ser renovada. A esto se debe que muchos cristianos que son verdaderamente salvos no pueden entender las cosas espirituales. Han llegado a ser muy modernos. Tenemos que renunciar a esta edad moderna. Si estamos conformados a este siglo no podemos ser transformados por medio de la renovación de la mente.

Puesto que la mente es parte del alma, es en el alma donde ocurre la transformación. Hemos sido regenerados en el espíritu, pero ahora el problema es el alma. No hay duda en cuanto a nuestra regeneración, porque el Señor está en nosotros como vida eterna y el Espíritu Santo mora en nuestro espíritu. El Espíritu Santo ha vivificado y regenerado nuestro espíritu con Cristo como vida. Pero, ¿qué de nuestra alma? ¿Qué de nuestra mente, voluntad y emoción? En nuestro espíritu somos totalmente diferentes de la gente del mundo, pero me temo que en nuestra mente, voluntad y emoción somos exactamente iguales. La regeneración ha sido efectuada en nuestro espíritu, pero después de la regeneración todavía necesitamos la transformación del alma.

Usemos algunos ejemplos. ¿Qué podemos decir de nuestro modo de vestir? Muchos de los que han sido salvos son como la gente del mundo en su consideración de las modas. Se visten en conformidad con esta era moderna. Creen que siempre y cuando algo no sea pecaminoso, está perfectamente correcto; pero esto es meramente el pensamiento humano y el concepto natural. Si fueran transformados por la renovación de la mente, sus pensamientos en cuanto a su modo de vestir cambiarían.

¿Y en cuanto a nuestros gastos? ¿Ha cambiado el modo en que gastamos dinero? Conozco el caso de muchos cristianos. Después de haber sido salvos continúan gastando su dinero casi del mismo modo que lo hacen los que están en el mundo. No serán transformados en su modo de gastar dinero sino hasta que amen más al Señor y le den más terreno para obrar en ellos.

Del mismo modo, hay muchos hermanos jóvenes que están estudiando en la universidad y que, acerca de sus estudios y grados académicos, piensan del mismo modo que los jóvenes mundanos. Pero si le dieran más terreno al Señor y fueran transformados en el alma por medio de la renovación de su entendimiento, su mente sería cambiada en cuanto a estos asuntos. Esto no significa que ellos abandonarían sus estudios, sino que sus conceptos y su modo de pensar al respecto, serían totalmente diferentes. Tendrían otro punto de vista desde el cual evaluar sus estudios y grados académicos.

Debería haber un cambio en nuestro modo de pensar en cuanto a casi todo. ¿Qué es este cambio en nuestro modo de pensar? Es la transformación de nuestra alma por medio de la renovación de nuestra mente. Tenemos a Cristo como vida en nuestro espíritu, pero ahora necesitamos que Cristo se extienda a las partes interiores del alma y las sature con El mismo. Esto transformará nuestra alma a Su misma imagen. Entonces la imagen de Cristo será reflejada en nuestros pensamientos. Nuestra mente renovada expresará la gloriosa imagen de Cristo en todo lo que pensemos y consideremos. Entonces el entendimiento de nuestra mente será espiritual. Para la mente será muy fácil entender lo que sentimos en nuestro espíritu.

La traducción adecuada de Romanos 8:6 es: “Poner la mente en el espíritu es vida y paz” o “La mente puesta en el espíritu es vida y paz”. En Romanos 7 la mente intenta actuar por su propio esfuerzo independiente, de modo que siempre es vencida. En cambio, en Romanos 8 la mente coopera con el espíritu y es puesta en el espíritu. La mente ha encontrado otra ley que es más poderosa y fuerte que la ley del pecado mencionada en el capítulo 7. Esta nueva ley es la ley de vida del Cristo que mora en nuestro espíritu. Ya nunca más la mente intenta actuar independientemente, sino que se pone en el espíritu, el cual está habitado por el Espíritu Santo. La mente es puesta en el espíritu, no en la carne. Una cosa es renovar la mente, y otra poner la mente en el espíritu y estar firme y cooperar con el espíritu. Cuanto más nuestra mente coopere con el espíritu, más estará bajo el control de nuestro espíritu.

Debido a que nuestra mente coopera con el espíritu, el espíritu la gobernará, la saturará y llegará a ser “el espíritu de nuestra mente”. Romanos 8:6 dice: “El espíritu de la mente” pero Efesios 4:23 dice: “El espíritu de vuestra mente”. Cuando el espíritu satura y controla la mente, el espíritu llega a ser el espíritu de la mente. Consideremos el contexto de Efesios 4:23. El versículo 22 establece que debemos despojarnos del viejo hombre, y el versículo 24 dice que debemos vestirnos del nuevo hombre. Esta es la obra de la cruz y de la resurrección. El despojarse del viejo hombre es obra de la cruz y el vestirse del nuevo hombre es la obra de la resurrección. Entre la obra de la cruz y la obra de la resurrección se encuentra el versículo 23: “Renovaos en el espíritu de vuestra mente”. La renovación de la mente incluye la obra de la cruz y la resurrección. Significa que nuestra mente natural debe ser puesta en la cruz, y renovada en resurrección. La muerte en la cruz no es el fin, sino un proceso que lleva a un fin, el cual es la resurrección. Cuanto más muramos por obra de la cruz, más seremos resucitados. No sólo se dará fin a las cosas negativas, sino que se abrirá paso a las cosas positivas. La muerte de la mente natural conduce a una mente resucitada. Entonces tendremos, en resurrección, una mente renovada. Esta mente renovada está en el espíritu y bajo el control del espíritu; ha sido llenada con el espíritu y está llena del espíritu. Por lo tanto, el espíritu llega a ser el espíritu de la mente. Así que nuestra mente no sólo será una mente renovada, sino también una mente espiritual con entendimiento espiritual. Es fácil para esta mente espiritual interpretar las cosas espirituales que nuestra intuición percibe.

(Economía de Dios, La, capítulo 9, por Witness Lee)