LA COMUNION DE VIDA
A partir de las riquezas de Dios mismo, de la vida divina, de la naturaleza divina, de la ley de vida y de la unción interior resultan otras dos cosas: la comunión de vida y el sentir de vida. Estas dos cosas son producto de las riquezas de la resurrección. La vida eterna trae consigo una comunión divina. Cuando tenemos a Cristo como vida en el Espíritu, tenemos comunión con esa vida. La comunión de vida es precisamente como la circulación de la sangre. La sangre de nuestro cuerpo es la vida de nuestro cuerpo: si nuestro cuerpo no contuviera sangre, no habría vida, porque la vida está en la sangre. También tenemos la circulación de la sangre en nuestro cuerpo, y por medio de la corriente sanguínea, todos los elementos negativos son eliminados de nuestro cuerpo y a cada parte de nuestro cuerpo se le transmite nutrición. Día tras día la corriente sanguínea está eliminando los productos de desecho y transportando el suministro nutritivo a cada miembro del cuerpo. La corriente sanguínea continuamente cumple con estas dos funciones. Por el lado negativo, limpia los miembros del cuerpo y se lleva el desperdicio; por el lado positivo, suministra salud al cuerpo.
Entonces, ¿qué es la comunión de vida? Así como la sangre es la vida, también nuestra sangre espiritual es Cristo en el Espíritu como nuestra vida. Con Cristo, nuestra sangre espiritual, como nuestra vida, tenemos la corriente de vida. Cristo como nuestra vida siempre está fluyendo dentro de nosotros, tal como la corriente sanguínea siempre fluye en el cuerpo, y este fluir de vida es la comunión de vida. Es por este fluir de vida, es decir, por esta comunión de vida, que todas las riquezas de Cristo son transportadas hasta nosotros. El continuo fluir de las riquezas de Cristo satisface, por el lado positivo, nuestras necesidades de nutrición y, por el lado negativo, nuestras necesidades de limpieza y purificación. Sólo la profesión médica puede decirnos cuánta nutrición y purificación efectúa diariamente la corriente sanguínea. De modo que, la comunión de vida es la corriente de la vida eterna, la cual es Cristo.
Consideremos la bombilla eléctrica como ejemplo. La corriente eléctrica que va al foco es registrada en el medidor. Si la corriente se detiene en el medidor, no habrá luz en el foco. Todas la funciones de la electricidad dependen de la corriente eléctrica. Cuando la corriente eléctrica se interrumpe, cesa la función del foco de iluminar.
Antes de ser salvos, cuando éramos incrédulos, no teníamos esta corriente que fluye. Recuerdo muy bien mi propia experiencia. Antes de ser salvo, dentro de mí no fluía el sentir de vida. Pero después de ser salvo, cuanto más amaba al Señor, cuanto más le tocaba, cuanto más vivía para El, más experimentaba dentro de mí algo que fluía, fluía y fluía. Esto es la corriente de vida, es decir, la comunión de vida. La vida eterna, la cual es el Hijo de Dios, es muy real y sólida. Puede aun ser oída y vista, tocada y palpada, declarada y predicada (1 Jn. 1:1-3). Puesto que hemos recibido esta vida, tenemos la comunión, la corriente, de vida. Por medio de esta comunión de vida es muy fácil que seamos introducidos en la presencia de Dios.
(
EconomÃa de Dios, La, capítulo 17, por Witness Lee)