Los de corazón puro, por Witness Lee

Más extractos de este título...

LA CONSAGRACION ES EL COMIENZO DE TODA EXPERIENCIA CRISTIANA

Después de recibir la salvación, si queremos experimentar ricamente al Señor, el primer paso que debemos dar es el de la consagración. Si después de recibir la salvación no nos entregamos al Señor, nos será imposible tomar Su camino. Para que nuestras oraciones sean contestadas, la fe es de vital importancia; sin embargo, aquellos que nunca se han entregado al Señor no podrán tener mucha fe. Sólo aquellos que verdaderamente se consagran al Señor tienen una fe adecuada. La fe viene después de consagrarnos absolutamente al Señor. La fe viene por medio de la consagración. Y no sólo eso, si una persona desea pertenecer al Señor por completo, debe consagrarse plenamente al Señor. Nadie puede ser santificado sin haberse consagrado al Señor. Una persona no puede vencer si no se ha consagrado al Señor. Además, es difícil ver la luz si no nos consagramos al Señor. Cuán apropiadamente andamos delante de Dios dependerá de nuestra consagración. El corazón del hombre siempre está vuelto hacia el mundo, pero solamente cuando el hombre se vuelve a Dios, podrá El iluminarlo con Su luz.

Supongamos que hay una luz detrás de mí. Si no me vuelvo para verla, no podré recibir su resplandor debido a que la luz brilla en una dirección específica. Cuando el corazón del hombre se vuelve a cualquier otra cosa que no sea Dios mismo, es imposible que Dios resplandezca sobre él. Algunos oran pidiéndole a Dios que los ilumine, pero aún así no reciben luz alguna. Incluso, algunos quizás se pregunten por qué los demás son iluminados y ellos no. Esto se debe, exclusivamente, a que ellos no están vueltos hacia Dios; no obstante, siempre que se vuelvan a El, la luz de Dios resplandecerá sobre ellos. “Pero cuando su corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado” (2 Co. 3:16). Si la luz no está iluminando al creyente internamente, esto es señal de que, en cierta medida, él no está vuelto hacia Dios. Puesto que está dándole la espalda a Dios, necesita volverse. ¿En qué consiste la consagración? La consagración consiste en que nuestro ser debe volverse por completo hacia Dios. Cuando nuestro corazón está en el mundo, espontáneamente estamos de cara al mundo; por consiguiente, es necesario hacer un giro total. Siempre que nuestro corazón esté de cara al Señor, inmediatamente nuestro ser interior será iluminado y conoceremos la voluntad de Dios.

Además, para ser espiritual, un cristiano deberá también consagrarse al Señor. Podríamos dar el siguiente ejemplo como ilustración: una taza puede ser colocada a la intemperie, bajo una lluvia copiosa durante toda la mañana, y aún así no recibir ni siquiera media gota de agua. ¿A qué se debe esto? Al hecho de que durante todo ese tiempo, la taza permaneció boca abajo. Si bien llueve copiosamente, la taza no recibe ni una sola gota de agua. Todos los hijos de Dios deberían ser llenos del Espíritu Santo y experimentar esto con facilidad. No obstante, algunas personas siempre están pidiendo ser llenas del Espíritu Santo y, aun así, nunca lo son. ¿A qué se debe esto? Si volteamos la taza, se llenará de agua inmediatamente. Si no estamos dispuestos a volver nuestro corazón y ponernos de cara a Dios, sino que, en lugar de ello, siempre estamos con nuestro rostro hacia “abajo”, de cara al mundo, entonces será imposible que seamos llenos del Espíritu Santo. Es completamente imposible que alguien cuyo corazón esté totalmente vuelto al mundo sea lleno del Espíritu Santo y reciba la gracia de Dios. Pero, tan pronto vuelva su corazón a Dios, inmediatamente será lleno del Espíritu Santo. Todos los que tienen experiencia pueden dar testimonio de esto. Además, una persona debe consagrarse si desea tener comunión con Dios y disfrutar de Su presencia todo el tiempo. Todo el que no se haya consagrado no podrá tener comunión con Dios, ni tampoco podrá disfrutar de Su presencia. Una lámpara eléctrica nos puede servir de ilustración. Si uno de los cables de esta lámpara ha sido cortado, el flujo de electricidad será interrumpido. En este caso, haber cortado uno de los cables es lo mismo que haber cortado los dos cables. Por lo tanto, para poder disfrutar de la comunión y presencia de Dios, tenemos que ser personas consagradas.

(Los de corazón puro, capítulo 5, por Witness Lee)