LA SALVACION QUE DIOS EFECTUA
El nivel más bajo en la caída del hombre es cuando éste tiene que ser regido por sus semejantes. Si el esposo gobierna a la esposa, o la esposa gobierna al esposo, y los hijos tienen que ser gobernados por sus padres, entonces, esto es prueba de que ellos son seres sumamente caídos. Algunas personas trabajan en organizaciones o compañías que requieren que sus empleados lleguen al trabajo a las ocho en punto. Sin embargo, estos empleados tratan todos los días de averiguar si su jefe estará allí a las ocho en punto el día siguiente. Así, si el jefe llega a las ocho en punto, ellos también entran a trabajar a las ocho; pero si él tiene que ir a algún lado y no llega sino hasta las ocho y media, ellos también llegan a las ocho y media. ¿Es propio de un cristiano comportarse así? Si alguno entre nosotros hace algo semejante, no necesariamente quiere decir que esta persona no sea salva, pero al menos podemos afirmar que no vive conforme a su conciencia. Una persona salva se presenta a trabajar a las ocho en punto, sin importar si su jefe llega o no a esa hora. Esta persona vive así porque Dios la salvó de vivir bajo el gobierno humano y ha hecho que viva según su conciencia. Son muchas las personas que han sido verdaderamente salvas, pero lamentablemente, muchas esposas en esta categoría todavía engañan a sus maridos y mienten frente a sus hijos. Este no es el comportamiento que corresponde a un cristiano. Si un cristiano es completamente salvo, deberá ser salvo de estar en semejante condición.
Hace diez años, yo servía en cierta localidad. Un día, un hermano se acercó a mí y me dijo: “Tengo un problema que he tratado de resolver desde hace varios días y no he podido hacerlo. Por favor, ayúdeme”. Entonces le pregunté en qué consistía el problema, y él me explicó: “Yo fui salvo hace mucho tiempo, pero luego me descarrié. No sólo jugaba naipes todo el tiempo, sino que hurtaba electricidad de la compañía eléctrica. En ese tiempo, muchos hacían lo mismo, y yo lo hacía todos los días. Pero ahora, por la misericordia de Dios, he sido reavivado y siempre que pienso en los días en que robaba electricidad, siento un profundo malestar. No sé qué hacer”. Les pido que presten atención al hecho de que, antes de ser salva, esta persona no temía a nadie, ni tampoco temía los cielos ni la tierra; no obstante, temía al encargado de leer el medidor de luz de la compañía eléctrica. Así pues, esta persona temía al hombre, pero no a su conciencia. Un día, sin embargo, esta persona fue reavivada lo suficiente como para percibir que su conciencia no estaba en paz. Como resultado, le fue imposible seguir hurtando y sintió, más bien, que debía pagar por toda la electricidad que había hurtado en el pasado. Cuando acudió a mí, él se encontraba en esta difícil situación. Entonces le dije: “Es muy sencillo. Todo lo que tiene que hacer es calcular el valor aproximado de la electricidad que hurtó en el pasado, y luego, pague a la compañía eléctrica el importe correspondiente”. Este hermano me respondió: “Hacer eso me parece muy difícil. En primer lugar, me parece difícil calcular exactamente la cantidad, y en segundo lugar, me da mucha vergüenza y carezco de la valentía necesaria para hacerlo”. Entonces le respondí: “No es tan difícil. Primero, calcule el importe aproximado, y luego añádale un poco más. En tanto que su conciencia no lo condene, eso bastará. Y segundo, aunque es una vergüenza tener que hacer esto, al mismo tiempo es algo glorioso, pues Dios se complace cada vez que alguien se arrepiente y se lamenta por lo que ha hecho en el pasado”.
Este hermano pensó acerca de lo que le dije y le pareció razonable; así que, al regresar calculó el importe, firmó un cheque y escribió una carta muy sincera dirigida a la compañía eléctrica en la que les contaba toda la historia. El escribió: “Hurté electricidad de vuestra compañía en el pasado, pero ahora, soy cristiano. Mi conciencia me pesa y me insta a efectuar la restitución debida pues, de otro modo, no tendré paz”. Poco después, un hermano a cargo de una tienda de artefactos eléctricos, fue a la compañía eléctrica para tratar ciertos asuntos. El jefe del departamento de contabilidad, en cuanto vio a este hermano, le dijo: “Por favor ayúdeme; examine este cheque y dígame si es verdadero o falso. ¿Será que esta persona está loca?”. El hermano contestó: “Yo conozco a este individuo; él no está loco”. Entonces, el hermano le dio testimonio acerca de lo sucedido, con lo cual causó una profunda impresión en este jefe de contadores.
Había una hermana que solía ser muy descuidada. En 1932, al ser reavivada por Dios, empezó a vivir según su conciencia. Gracias al sentir de su conciencia, se dio cuenta de que hace algunos años ella había cometido un acto deplorable. En ese tiempo, era fácil viajar de Nankín a Shangai, pues había un tren directo que unía estas ciudades. Sin embargo, para viajar en este tren uno debía comprar un boleto. Esta hermana había estudiado en los Estados Unidos y era profesora en una universidad. Además, desempeñaba cierto cargo de responsabilidad entre los estudiantes. Muchas personas que trabajaban en la administración de ferrocarriles la conocían y la ayudaron a obtener un pase de empleado que le permitiera viajar gratis en el tren. A pesar de tratarse de una persona que se había graduado de la universidad, con estudios en el extranjero y que dictaba clases en la universidad, pudo cometer un acto tan deplorable que la hizo comportarse como un vil ladrón al codiciar tan insignificante beneficio. La mayoría de las personas que son rebeldes y no se sujetan a la ley, primero desobedecen a Dios y luego hacen caso omiso de su conciencia para, finalmente, desafiar la ley. Así pues, cuando desafían la ley, esto indica que ya han desobedecido a Dios y han hecho caso omiso de su conciencia. Al llegar a tal nivel, con tal de que no sufran el castigo de la ley, son capaces de cometer cualquier acto. Esta es la condición en la que se encuentra el hombre caído.
Sin embargo, cuando esta hermana fue salva, su conciencia inmediatamente la iluminó y le hizo percibir que había hecho algo injusto y que tenía una deuda con el gobierno por haber utilizado un pase de empleado. No tenía paz y esto hizo que buscara tener comunión al respecto con algunos santos. Los santos le dijeron que ella debía calcular el valor de lo que había sustraído y tomar medidas minuciosas al respecto. Ella les dijo, a su vez, que el problema no era pagar el dinero que debía, sino que no sabía cómo calcular el importe ni cómo regresar el dinero. En ese tiempo, los ingresos que recaudaba la administración del ferrocarril que unía Nankín y Shangai, iban al erario nacional. A la luz de todo esto, los hermanos sugirieron que una vez que ella hubiese calculado el monto respectivo, debía enviar el dinero directamente al Ministro de Finanzas, porque si el dinero tuviese que ser transferido desde los escalafones más bajos de la empresa, era fácil que el dinero se extraviara. Por lo tanto, esta hermana escribió una carta dirigida al Ministro de Finanzas y se la envió junto con el dinero. Más tarde, el periódico de Nankín publicó esta historia.
(
Los de corazón puro, capítulo 6, por Witness Lee)