VIVIR DELANTE DE DIOS
Quizá algunos pregunten: ¿Qué significa la expresión “vivir delante de Dios”? Vivir delante de Dios significa que somos dirigidos y gobernados directamente por Dios. Hace algún tiempo, conocí a una hermana que tenía mucha madurez en el Señor. Ella había vivido en Nankín por casi treinta años. Al final del año lunar, ella deseaba comprar algo, no porque siguiera las costumbres del mundo, sino porque tenía una necesidad específica. Ella calculó que el dinero que necesitaba era un total de ciento veinte yuanes chinos. Puesto que estaba sirviendo al Señor de tiempo completo y no recibía salario alguno, ella no siempre tenía dinero a su disposición. Así que, oró a Dios: “¡Oh Dios! Soy tu sierva y ahora vengo ha decirte cuál es mi problema. No quiero la ayuda del hombre, pero si Tú no me das los ciento veinte yuanes, esto sería una vergüenza para Ti”. Poco tiempo después, un colaborador que vivía a una distancia de unas cuantas provincias de esta hermana anciana, repentinamente tuvo el sentir de que ella tenía necesidad de dinero. La cantidad que vino a su mente fue exactamente ciento veinte yuanes chinos. Esta historia es verídica. Al ver que las festividades del año nuevo lunar estaban cercanas y que si le remitía ese dinero, éste llegaría demasiado tarde, el hermano le envió un telegrama. Cuando esta hermana recibió el telegrama, la suma era exactamente la que ella había pedido al Señor. Esto no tiene que ver con la conciencia, sino con el hecho de vivir delante de Dios.
La conciencia se ocupa de lo correcto y lo incorrecto. La conciencia no es necesariamente Dios mismo que nos habla directamente, sino un medio que El usa para hablar con nosotros. Cuando esta hermana oró, ¿cómo pudo aquel colaborador, que vivía a unas cuantas provincias de distancia, haber sabido que ella necesitaba ciento veinte yuanes? Esto es producto de una vida llevada delante de Dios y en comunión con Dios. Este colaborador era una persona que tomaba medidas exhaustivas para mantener una conciencia sin ofensa y que vivía en la presencia de Dios. Al estar en comunión con Dios, Dios le pudo hablar directamente y dirigirlo. Tenemos que entender lo siguiente: la persona que ha sido librada del gobierno humano, que vive conforme a su conciencia, que tiene comunión con Dios y que vive directamente en la presencia de Dios, es una persona que trasciende lo correcto e incorrecto. Si alguien acude a él con un caso, él no se ocupará de ello basándose meramente en lo que es correcto o está equivocado; más bien, dará su juicio estando delante de Dios. Debemos saber que desde la perspectiva de lo correcto e incorrecto, mucha gente puede estar en lo correcto y, aún así, estar errada a los ojos de Dios. Para saber esto, se requiere del sentir de nuestro espíritu.
Por ejemplo, cierto día dos hermanos envueltos en una disputa acudieron a mí. Si yo hubiese sido salvo sólo hasta el punto de vivir conforme a mi conciencia, les habría dicho, basado en lo correcto y lo erróneo, según el sentir en mi conciencia: “Hermano Huang, usted está equivocado” o “hermano Sun, es usted quien erró”. Pero si soy alguien que estoy aprendiendo a vivir delante de Dios y que estoy aprendiendo a conocer mi conciencia y a mantenerla sin ofensa, iré más profundo que el sentir de mi conciencia y juzgaré según mi espíritu, viviendo de manera absoluta en la presencia de Dios. En lo que respecta a lo correcto y lo incorrecto, posiblemente haya sido el hermano Huang quien erró y el hermano Sun quien estaba en lo correcto; sin embargo, en lo que respecta a tener un espíritu apropiado, puede ser que el hermano Huang estaba en lo correcto porque tenía un espíritu recto delante de Dios. Es posible que alguien esté equivocado desde el punto de vista de lo correcto y lo incorrecto y, sin embargo, puede tener un espíritu recto delante de Dios. Recíprocamente, uno puede estar en lo correcto desde la perspectiva de lo correcto y lo equivocado, y aún así, no tener un espíritu recto a los ojos de Dios.
Quizá ustedes digan que esto es muy complicado y se pregunten cómo es posible que una persona pueda estar errada desde la perspectiva de lo correcto e incorrecto y, aún así, estar en lo correcto con respecto a su espíritu. Por ejemplo, siempre enfrentamos situaciones en las que el esposo y la esposa discuten entre sí. Cierto día, una hermana acudió a mí diciendo: “Hermano, cuando mi esposo, su hermano, está contento, se levanta a las tres de la mañana a orar y a leer la Biblia. Después de ser lleno del Espíritu Santo, sale a predicar el evangelio. Yo cocino para él, pero no come porque me dice que tiene que ayunar y orar. Ya ve, así es su hermano; su conducta es insoportable. Usted tiene que hacer algo al respecto”. Toda la razón del universo parece estar del lado de la hermana; las hermanas siempre tienen la razón. Es cierto que el hermano estaba errado, pero esta hermana carecía de bondad. En lo que respecta a lo correcto y lo erróneo, ella estaba en lo correcto; pero delante de Dios, ella estaba errada. Aún cuando ella estaba en lo correcto, puesto que su persona estaba errada, estaba totalmente equivocada.
En otra ocasión, una hermana vino con su hijo a quejarse de su esposo. Vinieron a verme, y ella me dijo: “Hermano Lee, cuando mi hijo tiene que comprar libros, mi esposo no me da el dinero para comprarlos, y cuando tengo que comprar alimentos, tampoco me da dinero para comprarlos. Todo lo que él hace es predicar el evangelio; y lo demás, no le importa. Ya sea que se levante tarde o temprano, todo lo que hace es orar”. Esta hermana vino a mí exigiendo explicaciones, y su hijo también me preguntaba: “¿Acaso mi padre está en lo correcto cuando se comporta así? Verdaderamente no podemos soportar esta situación”. No había nada que pudiera decirle a esta hermana. En aquel momento, el hermano se presentó y esta hermana me dijo: “Hermano Lee, ahora mismo usted puede preguntarle personalmente si esto es cierto o no”. El hermano permaneció allí de pie mudo, mientras era interrogado como un criminal. Su esposa actuaba como si ocupara una posición más alta que la de un juez, y su niño estaba allí mirándolos. Todo lo que pude hacer fue llorar junto con el hermano. En lo que respecta a lo correcto y lo erróneo, puede ser que la esposa haya tenido la razón; sin embargo, en lo que respecta a la persona, era el hermano quien estaba en lo correcto. Si bien la esposa había sido salva, su carne era muy fuerte. Lo que ella dijo era correcto, pero su persona estaba errada.
Si queremos vivir delante de Dios, tenemos que, cuidadosamente, tomar medidas con respecto a nuestros pecados. Había una esposa muy afable. En cierta ocasión ella vino a verme sin mostrarse enfadada, y me dijo que quería tener comunión conmigo. Me contó que su esposo oraba todo el tiempo y no llegaba a casa sino hasta la medianoche. Al decirme esto, lo hacía de manera muy dócil y no manifestaba enojo alguno. Si no hubiese aprendido acerca de la conciencia, fácilmente me habría dejado llevar únicamente por lo que ella manifestó. Al ver su actitud bondadosa y su manera amable, fácilmente podría haber pensado que ella era una persona que había aprendido mucho en el Señor; pero en realidad, ella estaba acusando a su esposo. Quienes hayan aprendido algo en el Señor, sabrán que lo que han escuchado es simplemente la superficie. Muchas veces, cuando estamos atentos a nuestra conciencia y vivimos delante de Dios, tenemos un sentir profundo que va más allá de lo que es correcto o incorrecto. Siempre que la luz resplandece, allí reina Dios, y Su vida también está presente. Si el hombre no recibe el resplandor de Dios para vivir conforme a su conciencia, le será muy difícil aprender a conocer la vida divina. Aún más, un día todos tenemos que ir más allá de vivir regidos simplemente por nuestra conciencia, y le diremos a Dios: “Oh Dios, no deseo vivir simplemente según mi conciencia, sino que deseo vivir directamente delante de Ti”.
(
Los de corazón puro, capítulo 7, por Witness Lee)