Mensajes de vida, tomo 2 (#42-75), por Witness Lee

LA PALABRA COMO SEMILLA

Si usted planta una piedra o una roca en la tierra, no brotará nada, aun si espera veinte años. Pero, por otro lado, si siembra una pequeña semilla en la tierra, en sólo unos días brotará. Esto demuestra que la semilla contiene vida.

¿Dónde podemos encontrar la vida? Podemos encontrarla en una semilla. ¿Sabe usted que la palabra de Dios es una semilla? “Habiendo sido regenerados, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios, la cual vive y permanece para siempre” (1 P. 1:23). La palabra de la Biblia es una semilla, que transmite vida. ¿Cuál es entonces el suelo o la tierra? Nuestro corazón es la tierra. Debemos abrir nuestro corazón para recibir la Palabra, así como el suelo debe abrirse para recibir la semilla. ¿Cuál es el agua? El Espíritu es el agua. Si acudimos a la Biblia y abrimos nuestro ser, la semilla de la Palabra entrará en nosotros. Cuanto más oramos, inhalando el aire, más se nos añade el Espíritu como agua. El aire de la oración mezclada con el agua del Espíritu produce el rocío. El rocío abundante se convierte en un río.

En esto consiste la vida cristiana. Tenemos una semilla que es plantada en el suelo de nuestro corazón y regada por el Espíritu. Ella brota y crece hasta que florece y da fruto. La razón por la cual Cristo puede ser el agua, el pan de vida y el aliento es que Él es el Espíritu vivificante. Él es el Espíritu compuesto, en el cual se halla la divinidad, la humanidad, el vivir humano, la muerte de cruz, la resurrección y la ascensión. Todo esto se halla incluido en el Espíritu vivificante, a quien usted puede hallar ¡en la Biblia!

(Mensajes de vida, tomo 2 (#42-75), capítulo 2, por Witness Lee)