NO BUSCAR AYUDA DE AFUERA
En el pasado las iglesias solían con mucha frecuencia llamar a hermanos de otros lugares a que vinieran a ayudarlos. Esto muestra una debilidad de parte de los hermanos responsables. ¿Por qué ustedes mismos no laboran en la Palabra y contactan al Señor directamente, en lugar de hacer el llamado macedónico “Pasa [...] y ayúdanos” (Hch. 16:9)? Tal vez suene humilde decir que su iglesia es débil y necesita ayuda, pero ¿es esta puerta abierta de par en par la mejor manera de recibir ayuda? ¿Cuál fue el resultado de todos los llamados que se hicieron pidiendo ayuda? Finalmente vino alguien que no era débil, y las iglesias fueron engañadas. Esto les debe enseñar una lección. Sean fuertes. No pongan sus ojos en Anaheim ni en el hermano fulano esperando recibir su ayuda. Hagan un llamado a los cielos y contacten al Señor directamente. Aun cuando sean débiles, no lo confiesen. Fortalézcanse. Ser orgullosos es algo detestable y pecaminoso, pero ser fuertes es necesario. Ustedes no necesitan recibir ayuda de afuera. Aun cuando les ofrezcan ayuda, deben considerar seriamente si deben aceptarla. ¿Cuánta verdadera ayuda externa han recibido ustedes en años pasados? La supuesta ayuda que recibieron sólo los debilitó aún más, e incluso los envenenó. Ustedes abrieron la puerta a esto porque pensaron que eran débiles.
Un ama de casa que tiene cinco hijos puede sentirse incapaz de afrontar su situación. Ella le pide a una vecina, y después a otra, que venga y le enseñe a hacer frente a las responsabilidades y le indique cómo cocinar para su familia. Nadie tiene tiempo para ayudarla hasta que un día una mujer viene y se ofrece a cocinar para ella, y le dice que de buen grado la ayudará. Cuando la familia come la comida que la mujer ha preparado, todos se enferman, pues ella ha puesto veneno en la comida. ¿Es ésa la clase de ayuda que ustedes necesitan?
No abran la puerta sin investigar bien al que les ofrece ayuda. Cerciórense de que la persona que les ofrece ayuda está calificada. Averigüen bien cuál es su estatus y su historia.
(Mensajes de vida, tomo 2 (#42-75), capítulo 6, por Witness Lee)