PERFECCIONAR A LOS SANTOS PARA QUE EJERZAN
SU PROPIA FUNCIÓN
Si queremos entender Efesios 4:13, debemos empezar leyendo a partir de 4:11. De 4:11 a 4:16 tenemos seis versículos. En estos seis versículos, primero vemos que después de que el Señor ascendió a los cielos, Él dio a la iglesia algunas personas especialmente dotadas, tales como los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros. Sin embargo, estas personas especialmente dotadas no edifican la iglesia directamente, sino que en vez de ello, perfeccionan a los santos para que edifiquen la iglesia. ¿Qué significa perfeccionar a los santos? Significa alimentar a los santos, uno a uno, hasta que crezcan. Tal vez me pregunten cómo sé que perfeccionar a los santos aquí se refiere a alimentarlos. Lo sé porque según el contexto, ser perfeccionados equivale a crecer. Todas las madres saben que lo más importante para perfeccionar a su pequeño no es la educación, sino la alimentación. Cuando un niño acaba de nacer, lo primero que hacemos es alimentarlo con leche y darle a beber agua; y a medida que crece, aún necesitamos suministrarle alimento, lo cual continuamos haciendo hasta que haya crecido.
Por consiguiente, lo más importante al perfeccionar a los santos es alimentarlos para que ellos crezcan, y en segundo lugar es enseñarles. Todos sabemos que las madres tienen que enseñarles a sus pequeños a comer. Así pues, no estoy diciendo que las doctrinas y las enseñanzas sean innecesarias. Más bien, trato de decirles que no está bien que usted continuamente les enseñe a sus hijos, pero no sepa cómo alimentarlos. Es después de alimentarlos que usted les enseña.
Además, a medida que el niño crece, usted debe equiparlo según el nivel de su crecimiento. Si quiere enseñarle a escribir, debe prepararle un buen lápiz, un buen pincel para escribir o un buen bolígrafo; ésta es la manera de equiparlo. Así pues, perfeccionar a los santos involucra tres asuntos: alimentarlos, enseñarles y equiparlos para que sean útiles.
Cuando visité las diferentes localidades en los Estados Unidos, me hospedé principalmente en los hogares de los santos. En los hogares estadounidenses hay algo que me ha parecido muy admirable, aunque se trata de algo insignificante, es muy práctico al aplicarlo a la iglesia. Esto es que saben cómo perfeccionar a sus hijos. Por ejemplo, en una familia, un niño tenía solamente dos o tres años, pero el papá lo perfeccionaba para que hiciera una sola cosa: todas las mañanas después de que el niño se levantaba y se bañaba, abría la puerta de la casa, traía el periódico y lo ponía en la canasta del periódico. Este niño de dos o tres años había sido perfeccionado para hacer esto. Durante seis meses nada cambió; ésta era su única tarea. Esta familia tenía otro niño, al cual le habían encargado cuidar al perro de la casa. Todos los días él observaba lo que el perro comía y cuánto comía. Los padres alimentaban al niño, y él alimentaba al perro. Ellos también tenían otro niño mayor que éste. Los lunes por la mañana él aspiraba la alfombra de un cuarto, el próximo día aspiraba la alfombra de otro cuarto, y al día siguiente aspiraba la alfombra de un tercer cuarto. El mayor de los hijos tenía que cortar el césped del jardín del frente de la casa y del patio trasero. Cuando me hospedé con esta familia y vi todo esto, me sentí muy conmovido. Aquellos santos verdaderamente sabían perfeccionar a sus hijos. No sólo los alimentaban y enseñaban, sino que además los equipaban. Como resultado los niños de esta familia, grandes y pequeños, todos desempeñaban su propia función. Considero que una iglesia local debe ser como esta familia, en la cual los miembros dotados perfeccionan a los santos uno a uno hasta que todos aprenden a ejercer su propia función.
(Solo Cuerpo, un solo Espíritu, y un solo y nuevo hombre, Un, capítulo 6, por Witness Lee)