Vencedores que Dios busca, Los, por Watchman Nee

QUIEN PUEDE RECIBIR LIBERACION DE PARTE DE DIOS

Antes de hablar de ser libres de la ley y de la manera de ser liberado, quisiera mencionar un requisito. ¿Qué tipo de personas son aptas para hablar de liberación? Pese a que la liberación que Dios da es para todos, no todos la reciben, pues aunque es posible que todos sean librados de la ley, no todos llegan a serlo. El problema, obviamente no está en Dios, sino en el hombre, porque éste no desea ser librado ni está dispuesto a serlo. El apóstol que escribió Romanos 7 fue finalmente liberado porque estuvo dispuesto a serlo a toda costa; él aborrecía algo y quería hacer algo. El problema más grande que confrontamos hoy es que todavía no hemos sido librados. Sin embargo, quisiera preguntar si en lo profundo de nuestro ser verdaderamente aborrecemos el mal genio que no hemos podido vencer. ¿Aborrecemos el pecado que nos hace caer y las cosas que nos hacen tropezar constantemente? ¿O más bien decimos que pecar es común, que todos los cristianos lo hacen y que, por ende, es inevitable? ¿Sentimos verdadero odio por los pensamientos sucios, los hechos pecaminosos, por el mal genio que nos enreda, y la lujuria? ¿Procuramos ser librados de todo eso? El apóstol no solamente habla en este capítulo acerca de liberación, sino también de lo que sentía antes de ser librado. Antes de ser librado, él aborrecía lo que hacía repetidas veces. No podía hacer lo que deseaba y hacía lo que aborrecía. La primera pregunta es si amamos o aborrecemos las cosas que hacemos. El apóstol experimentó la liberación porque en lo profundo de su ser aborrecía sus obras y procuraba desesperadamente ser libre. Estaba tan disgustado con su vida de pecado que no podía tolerar más esa situación, inclusive, deseaba morir con tal de no pecar más. El odiaba esto tanto que deseaba morir. No permitiría que aquello continuara ni un momento más. Experimentó la liberación porque estaba decidido a obtenerla.

Hermanos y hermanas, ¿tienen ustedes este deseo? ¿Han dicho ustedes alguna vez que no pueden continuar esa vida encadenada y enredada con el pecado? ¿Se han dado cuenta de cuán repugnante es vivir así? Las palabras que Dios me ha comisionado hablar aquí, están dirigidas exclusivamente a quienes desean ser librados y consideran que el nivel de su vida cristiana es muy bajo y desean ser librados pero no han hallado cómo. No me dirijo a aquellos que están satisfechos de vivir en el pecado y en el fracaso. No me dirijo a quienes piensan que está bien enojarse, ser lascivo, o tener pensamientos impuros. Y tampoco hablo a aquellos que piensan que sólo necesitan confesar las faltas que cometen y que tan pronto Dios les perdona sus pecados todo está bien. La victoria descrita en Romanos 7 es para aquellos que experimentan los fracasos de Romanos 7. No todos los que son salvos pueden experimentar esta liberación. Solamente quienes aborrecen su vida actual y no desean seguir en lo mismo, pueden experimentar esta victoria. Aquellos que caen continuamente y viven en pecado, sin darse cuenta de que tienen que rechazar estas cosas, nunca podrán obtener liberación de parte de Dios.

Si una persona desea crecer espiritualmente, debe estar primero insatisfecha con su vida presente, ya que el crecimiento comienza con el inconformismo. Uno debe llegar a tal punto que sienta que ya no puede seguir adelante, que llegó al fin de sí mismo, y que su vida es inaceptable. Debe estar harto de vivir bajo el cautiverio del yo, del mundo y del pecado, y no debe tolerar más no hacer lo que él desea y hacer lo que aborrece. Tiene que reconocer que esa vida tan contradictoria debe llegar a su fin y que debe haber una salida. Dios concederá liberación solamente a aquellos que viven en estas condiciones. Por consiguiente, tenemos una gran necesidad delante de Dios de pedirle que nos dé la gracia para no estar contentos con nuestra vida de pecado y de continuo fracaso. Toda victoria comienza cuando uno se da cuenta de sus faltas y de su maldad. Todo aquel que desea ser librado de la ley debe primero llegar al punto en el que no puede seguir adelante; sólo entonces experimentará la liberación. Yo simplemente estoy presentándoles el camino, ya que la verdadera liberación viene exclusivamente de Dios. En otras palabras, yo sólo presento la luz, pero Dios da la revelación directamente. La luz no puede salvar, pero la revelación sí.

(Vencedores que Dios busca, Los, capítulo 5, por Watchman Nee)