2 TIMOTEO
Avivar el fuego del espíritu
En 2 Timoteo 1:6-7 Pablo dijo: “Te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de cordura”. ¿Qué significa que debamos avivar el fuego de nuestro ser interior? Esto no es otra cosa que levantar nuestro espíritu. Cuando nuestro espíritu está abatido y deprimido, eso quiere decir que el fuego de nuestro ser interior se está extinguiendo. En ese momento necesitamos avivar el fuego de nuestro ser interior, hacer que arda de nuevo. Esto es levantar interiormente nuestro espíritu. Aquí vemos que lo que más necesitamos es ejercitar, usar, nuestro espíritu y no dejarnos influenciar por nuestro entorno, a fin de que nuestro espíritu pueda ser levantado, ferviente y avivado.
El Espíritu que mora en nosotros
es el Espíritu que nos guarda
En 2 Timoteo 1:14 se nos dice: “Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros”. No podemos hallar esta expresión en las otras Epístolas. Nuestro espíritu, el cual es de poder, de amor y de cordura, debe ser avivado. Además, el Espíritu de Dios mora en nosotros a fin de que, por medio de Él, podamos guardar las cosas que Dios nos ha encomendado. Tales expresiones halladas en 1 y 2 Timoteo no se relacionan con la doctrina, sino que se relacionan totalmente con la experiencia. Esto nos dice que durante la decadencia de la iglesia, no sólo debemos tener un espíritu fuerte interiormente, sino que también debemos saber que el Espíritu que mora en nosotros es el Espíritu que nos preserva, el Espíritu que nos guarda. Debe darse una comunión íntima entre Él y nosotros. Cuando nuestro espíritu es fuerte, y disfrutamos cómo el Espíritu nos preserva y guarda, entonces estamos viviendo en el espíritu. De esta manera podemos vencer la situación de la decadencia de la iglesia, la condición deforme de la iglesia.
El Señor está con nuestro espíritu
Finalmente, el último versículo de 2 Timoteo dice: “El Señor esté con tu espíritu” (4:22). Al final del libro Pablo concluyó con este versículo tan maravilloso. En todas las Sagradas Escrituras, sólo este versículo dice con tanta claridad que el Señor está con nuestro espíritu.
“El Señor esté con tu espíritu”. ¿Quién es el Señor? El Señor es el Espíritu. ¿Quién es el Señor? El Señor es la vida en el Espíritu. El Señor es el Espíritu y también la vida. Hoy Él está con nosotros en nuestro espíritu. Por tanto, es inútil que nosotros los cristianos escuchemos simplemente miles de palabras y miles de mensajes. Debemos recordar que hoy el Señor mora en nuestro espíritu y que Él es nuestra vida, Él es nuestro Señor y Él es nuestro todo. A fin de experimentarlo a Él, debemos entrar en nuestro espíritu. Ésta es la vida revelada en 1 y 2 Timoteo.
(Espíritu en las epístoles, El, capítulo 19, por Witness Lee)