Espíritu en las epístoles, El, por Witness Lee

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EN 2 CORINTIOS SE ABARCA LA EXPERIENCIA MÁS PROFUNDA DEL ESPÍRITU

Ahora llegamos al capítulo 3. La gente dice que Romanos 8 es un capítulo acerca del Espíritu Santo, pero quisiera decir que el hablar de Romanos 8 acerca del Espíritu Santo es de carácter superficial e introductorio. El hablar más profundo y más elevado respecto al Espíritu Santo está en 2 Corintios 3. Nadie sabe hasta qué grado 2 Corintios 3 es mucho más profundo comparado con Romanos 8 en cuanto a lo que dicen respecto al Espíritu Santo. Romanos 8 solamente nos muestra que debemos andar conforme al Espíritu y que el Espíritu está en nosotros orando y gimiendo por nosotros. Solamente nos dice esto, y lo que entendemos es que somos hijos de Dios para ser Sus herederos. Sin embargo, 2 Corintios 3 nos muestra que el Espíritu en nosotros es el Espíritu que escribe cartas, el cual escribe a Cristo en nosotros una y otra vez. Estas cartas son escritas por medio del entorno. Romanos 8 es como una escuela primaria, mientras que 2 Corintios 3 es como una universidad. En Romanos 8 la experiencia que tenemos del Espíritu en nosotros se halla en una etapa inicial, mientras que en 2 Corintios 3 ha llegado a la cumbre. El Espíritu no sólo está escribiendo en nosotros, sino que también realiza una obra constitutiva en nosotros. Él no sólo nos da dones, sino que también nos hace ministros.

¿Puedo preguntarles, el día que el asna de Balaam fue capaz de hablar un lenguaje humano, eso fue un don o un ministerio? Sin duda, eso fue un don. Permítanme hacerles otra pregunta: ¿cuándo hablan en chino, eso es un don o está bajo el principio de un ministerio? El que ustedes hablen chino hoy corresponde al principio de un ministerio. ¿Por qué? Porque el idioma chino ha formado parte de su constitución intrínseca desde su niñez.

Permítanme dar otro ejemplo. Digamos que un hermano disfrutara una maravillosa comunión con el Señor en los últimos dos días, así que él es muy manso y humilde. Por favor díganme: ¿el hecho de que él es manso y humilde obedece a un don o a un ministerio? Nos queda claro que obedece a un don. Quizás después de dos días, cuando la inspiración desaparece, la manera ruda que él tiene reaparezca. Pero si Pablo estuviera aquí hoy, habiendo sido afligido por un aguijón, oprimido por las cargas y derribado por Dios, él habría sido constituido de Dios a tal grado que aun si alguien tratara de hacerle enojar, él no sería capaz de hacerlo. Su mansedumbre no provino de la inspiración.

Por tanto, 2 Corintios no trata en lo absoluto sobre los dones. Más bien, trata completamente de la obra constitutiva que el Espíritu lleva a cabo en las profundidades de nuestro ser para escribir en nosotros la mansedumbre de Cristo. No es la inspiración del poder externo lo que nos lleva a expresar cierta piedad, después de la cual, cuando la inspiración desaparece, nuestra forma original reaparece. El propósito de Dios es que avancemos a 2 Corintios y no permanezcamos en 1 Corintios, que entremos a Canaán y no permanezcamos en el desierto, que vivamos continuamente en el Lugar Santísimo y no regresemos al Lugar Santo.

En 2 Corintios 3 se describe una vida que se halla completamente en el Lugar Santísimo. Aquí vemos a una persona que vive de continuo en el Lugar Santísimo, una persona en la cual Dios está escribiendo y el Espíritu está llevando a cabo una obra constitutiva. Por consiguiente, podemos ver que todo el capítulo habla acerca del Espíritu —no el Espíritu de la inspiración, sino el Espíritu que da vida, no el Espíritu de los dones, sino el Espíritu del ministerio, no el Espíritu que podemos experimentar de un modo externo, superficial y poco profundo, sino el Espíritu que está llevando a cabo una obra constitutiva en nosotros desde nuestro interior. Estos dos son totalmente diferentes.

En 2 Corintios 3:17 se nos dice que el Señor es el Espíritu. Ésta es una palabra única en todas las Escrituras. Sólo esta porción de la Biblia lo dice de esta manera. El cristianismo actual dice comúnmente que el Señor obra mediante el Espíritu Santo. No estoy en contra de esta aseveración, pues esta clase de aseveración figura en la Biblia; pero es superficial. Debemos ir más allá y ver que el Espíritu en nosotros, el cual lleva a cabo una obra constitutiva en nosotros y escribe en nosotros, es el Señor mismo. Hoy incluso en el cristianismo si decimos que el Señor Jesús es el Espíritu, habrá gente que se nos opondrá. He oído a gente que se ha opuesto a esto, y más de uno ha discutido conmigo. Sin embargo, yo no discutí mucho. Simplemente les dije: “Hermanos, están en lo correcto. También yo reconozco la Trinidad de la cual hablan, pero permítanme preguntarles: en 2 Corintios 3 se nos dice que el Señor es el Espíritu; ¿quién es el Señor aquí? Por supuesto, Él es el Señor Jesús. ¿Entonces quién es el Espíritu? ¿Será que el Espíritu aquí no es el Espíritu Santo? Si dicen que el Espíritu aquí no es el Espíritu Santo, entonces esto quiere decir que además del Espíritu Santo hay otro Espíritu. ¡Esto verdaderamente es una herejía! Si el Señor Jesús no es el Espíritu, ¿entonces cuántas personas viven en ustedes hoy? La Biblia nos dice que el Señor Jesús vive en ustedes, y la Biblia también dice que el Espíritu Santo vive en ustedes. Si el Señor Jesús no es el Espíritu, ¿entonces cuántos viven en ustedes?”.

Cuando decimos que el Padre es el Hijo y el Hijo es el Espíritu, esto no es ninguna explicación doctrinal. Más bien, estamos hablando íntegramente desde la experiencia. Isaías 9:6 dice que “un Hijo nos es dado” y que “se llamará Su nombre [...] Dios Fuerte, Padre Eterno”. Él claramente es el Hijo, pero también es el Padre. Además, 2 Corintios 3:17 dice que el Señor es el Espíritu. Por una parte, la Biblia dice que el Hijo es el Padre, y por otra parte, dice que el Señor es el Espíritu. Éste es el misterio de las personas divinas, el cual no podemos comprender ni explicar. Es por esto que los santos en los primeros días hallaron la manera de expresar esto al usar el término el Dios Triuno. Las personas son tres, pero Ellas aun así son un solo Dios, no tres Dioses. El Espíritu que mora en nosotros es este Dios, el Señor mismo. El Señor es el Espíritu.

Lo maravilloso es que 2 Corintios 3:17 dice, por una parte: “El Señor es el Espíritu” y, por otra: “Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. Dice: “El Señor es el Espíritu”, y también dice: “El Espíritu del Señor”; ¿cómo explicamos esto? Si me preguntaran, yo tampoco podría explicarlo. Éste es el misterio del Dios Triuno. Más aún, Juan 1:1 dice: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios”. Esto claramente indica que la Palabra y Dios son dos. Sin embargo, sigue diciendo: “Y la Palabra era Dios”; esto muestra que la Palabra y Dios son uno solo. Este asunto es difícil de explicar doctrinalmente, pero una vez que tengamos una experiencia más profunda del Señor, tocaremos el hecho. De seguro, la persona que está en nuestro espíritu es el Espíritu. Según nuestra experiencia superficial, podemos sentir que el Señor Jesús está en los cielos, mientras que el Espíritu Santo está aquí en la tierra inspirándonos. Si sólo sentimos que el Señor Jesús está en los cielos, mientras que el Espíritu Santo actúa en nuestro interior, capacitándonos para conocer y aprehender al Señor Jesús, y creer en Él, ésta es una experiencia superficial. Perdónenme por decir que aunque esto es precioso, es superficial. Cuando nuestra experiencia sea más profunda, y cuando nos mezclemos realmente con el Espíritu, entonces sabremos que el Espíritu que está en nosotros y se ha mezclado con nosotros es el Señor mismo.

Cuando yo era joven, oí decir a la gente que en todas las Escrituras no hay una sola oración dirigida al Espíritu Santo, y que tenemos que pedirle al Padre que nos dé el Espíritu Santo y pedirle al Señor que derrame el Espíritu Santo. En aquel entonces pensé que esto era correcto, y aun hoy reconozco todavía que esta enseñanza tiene su lugar en las Escrituras. No obstante, gradualmente, un día en mi experiencia me di cuenta de que el Señor es el Espíritu; por ende, cuando le hablo al Espíritu, le hablo al Señor, y cuando le hablo al Señor, le hablo al Espíritu. Es cierto que la Biblia no nos dice que oremos al Espíritu Santo, sino que nos dice que oremos sólo al Padre. No obstante, cuando nuestra comprensión alcance cierto grado de profundidad, sentiremos que orar al Espíritu es exactamente igual que orar al Padre, porque el Señor es el Espíritu.

Lo que acabo de decir muestra que cuando nuestra experiencia del Señor es superficial, siempre sentimos que el Señor está muy lejos y que el Espíritu Santo es sólo un medio por el cual conocemos y experimentamos al Señor. Sin embargo, gradualmente, a medida que nuestra experiencia del Señor se profundiza hasta cierto punto, sentimos que no es así. En vez de ello, sentimos que el Espíritu que está operando en nosotros es el propio Señor, que Aquel que está en nosotros y que nos lleva a conocer al Señor es el Señor mismo. Finalmente, diremos que el Señor es el Espíritu. Todo esto nos dice que la experiencia descrita en 2 Corintios 3 es profunda.

El capítulo 3 de 2 Corintios ocupa un lugar especial en la verdad. Éste contiene tres clases de expresiones respecto a las personas del Dios Triuno. Primero dice: “El Señor es el Espíritu”; luego dice: “El Espíritu del Señor”; y luego en el versículo 18 dice: “El Señor Espíritu”, que es similar a decir “el Señor Jesús” o “el Padre Dios”. Así como el título el Padre Dios denota que el Padre y Dios son uno, también el título el Señor Espíritu denota que el Señor y el Espíritu son uno. Raras veces decimos: “Señor Espíritu”, pero sí decimos: “Señor Dios”. A partir de hoy, también debemos aprender a decir “Señor Espíritu”. Hoy es el Señor Espíritu quien está operando en nosotros, por cuanto es el Señor Espíritu quien nos está transformando y está escribiendo en nosotros. A medida que nuestra experiencia del Señor se profundiza, no sentiremos del todo que el Señor y el Espíritu Santo son dos. En cambio, sentiremos que Aquel que está operando en nosotros es el Espíritu de vida, el Señor Espíritu. Es este Espíritu quien realiza la obra de transformación en nosotros con Su vida, naturaleza, esencia y elemento. Ésta es la experiencia que tenemos en el Lugar Santísimo, es decir, en el espíritu, en el lugar más profundo.

Repito, 2 Corintios nos muestra la condición de alguien que disfruta a Cristo mientras vive en el espíritu, después que ha entrado verdaderamente en el Lugar Santísimo. Ésta es una experiencia muy profunda y, sin embargo, pocos cristianos le prestan atención. Este ser que está en el Lugar Santísimo no se interesa por ninguna bendición externa; no le interesa la luz del sol que brilla en el atrio. El ambiente dispuesto por la mano de Dios ha hecho que él entre completamente en la parte más profunda para vivir en el espíritu. Podemos decir que su ser exterior ha sido completamente desecho y totalmente derribado. Ha llegado a un punto donde él mismo no encuentra salida. Ha sido abrumado sobremanera más allá de sus fuerzas, así que ya no tiene confianza en sí mismo ni en su sabiduría. Él no está tranquilo exteriormente, y las oraciones que hace ante el Señor por causa de sus circunstancias no son contestadas. Todas estas cosas han hecho que él se vuelva interiormente para vivir en el espíritu, esto es, para vivir en el Lugar Santísimo, para disfrutar a Dios y experimentar a Cristo allí. Éste es el mensaje principal de 2 Corintios. En el interior de esta persona se lleva a cabo la obra constitutiva, la obra de escribir, la obra de mezclar y la obra transformadora efectuadas por el Espíritu Santo, lo cual hace que tal persona sea transformada de gloria en gloria en la misma imagen del Señor.

Espero que ustedes, hermanos y hermanas, recuerden lo dicho en 2 Corintios 1 con respecto a cómo nosotros somos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, para que no confiemos en nuestra sabiduría, sino en la gracia de Dios y en el Dios que resucita a los muertos. El capítulo 2 dice que somos Sus cautivos. El capítulo 3 dice que Él está en nosotros efectuando la obra de escribir, la obra constitutiva y la obra de transformación, a fin de que seamos transformados en la misma imagen del Señor. El capítulo 4 habla de toda clase de ataques y pruebas que derriban al hombre exterior, para que el hombre interior, el espíritu regenerado, pueda renovarse de día en día. El capítulo 6 también se refiere a varias clases de dificultades, en las cuales tal persona aparentemente es pobre y aparentemente está derribado y ha recibido no sólo buenos informes, sino también malos informes. El capítulo 11 nos provee un cuadro que nos muestra que al parecer dicha persona no experimenta ninguna bendición, sino aflicciones. El capítulo 12 ocupa un lugar especial en las Escrituras. El aguijón no nos será quitado, pero nos será dada la gracia para nuestra experiencia. Éstos son los hilos centrales del libro de 2 Corintios. A fin de conocer este libro, debemos conocer estos capítulos y sus versículos. El pensamiento central de este libro es traer a una persona de lo exterior hacia lo interior completamente. Tal persona exteriormente ha sido derribada por completo, se halla totalmente en el espíritu y ha entrado verdaderamente en Canaán, donde disfruta a Cristo como su gracia.

(Espíritu en las epístoles, El, capítulo 17, por Witness Lee)