Espíritu en las epístoles, El, por Witness Lee

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TITO: EL ESPÍRITU RENOVADOR

Ahora venimos al libro de Tito. En Tito sólo hay un pasaje que menciona al Espíritu. Los versículos del 5 al 7 del capítulo 3 dicen: “Nos salvó [...] mediante el lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por Su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”. La obra de renovación que el Espíritu Santo efectúa en nuestro interior es casi igual a Su obra de transformación. Él es el Espíritu renovador que Dios derramó en nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador. El resultado de este derramamiento es que hemos sido justificados por Su gracia para llegar a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Por tanto, la meta del derramamiento de este Espíritu es que lleguemos a ser herederos de Dios e hijos de Dios.

¿Cuál es la diferencia entre herederos e hijos? Los herederos son elegibles para recibir la herencia. Si un rey tiene ocho hijos, sólo el mayor es el heredero designado para heredar el trono. Los otros siete hijos son sólo hijos, no herederos. Hoy no solamente somos hijos, sino también herederos. Hemos heredado todo lo que Dios nos ha dado y todo lo que Él posee. El Espíritu renovador hace una obra de renovación dentro de nosotros para hacernos no sólo hijos, sino también herederos.

Permítanme repetir: Dios nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que, por un lado, fuésemos justificados por Su gracia y, por otro, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. La justificación es el primer aspecto, y la vida eterna es el segundo aspecto. Es así como llegamos a ser herederos de Dios.

(Espíritu en las epístoles, El, capítulo 9, por Witness Lee)