MORIR A LA LEY
PARA QUE CRISTO
SEA FORMADO EN NOSOTROS
El apóstol escribió el libro de Gálatas con la fuerte intención de romper el concepto que tenían los gálatas acerca de guardar la ley. El problema de los gálatas es el problema de todo cristiano. Según nuestro concepto natural, nosotros los salvos tenemos el deseo de hacer el bien. En otras palabras, queremos guardar la ley. Inmediatamente después de ser salvos, tenemos un concepto en nuestro interior, pensando que antes de creer en el Señor teníamos mal carácter y nuestra conducta era deficiente; ahora que somos salvos, debemos mejorar nuestra conducta y conducirnos adecuadamente. Lo extraño es que todo cristiano tiene este concepto siempre que es avivado. Tiene el sentir de que antes él era un cristiano descuidado e indiferente, pero ahora que ha sido avivado por la misericordia del Señor, debe comportarse adecuadamente y no ser suelto.
Hermanos y hermanas, ¿este concepto es correcto o incorrecto? Hablando en términos humanos, es un concepto muy bueno; no obstante, desde la perspectiva de Dios, es incorrecto. Hacer el bien así equivale a cómo los judíos guardaban la ley. Es la carne que guarda la ley y lleva a cabo la ley. Cuando el hombre desea hacer el bien, él usa su propia fuerza. A veces sabemos que somos débiles, así que oramos al Señor pidiéndole ayuda. No obstante, el Señor nunca responde a esta clase de oración. Hablando con la verdad, cuanto más deseemos hacer el bien, más el Señor desea que no hagamos el bien. Nosotros creemos que sería bueno si pudiésemos tener éxito, pero el Señor considera que sería bueno que nosotros fracasemos. Por ejemplo, digamos que uno tiene un mal genio, así que ora al Señor, pidiéndole que le ayude a ser paciente. No obstante, cuanto más ora de esta manera, menos paciencia tiene. Su mal genio empeora, aun al grado de que se decepciona de sí mismo totalmente. Así dice, dice: “Señor, ¡yo no tengo remedio!”. Cuando llegue ese día, el Señor dirá: “¡Esto es maravilloso!”. ¿Por qué? Porque no es Su intención que hagamos el bien.
Hermanos y hermanas, Dios no tiene la intención de que hagamos el bien. Más bien, Dios quiere que expresemos a Cristo en nuestro vivir. La meta de Dios no es la ley sino Cristo. Gálatas 1 dice que le agradó a Dios revelar a Su Hijo en nosotros. El capítulo 2 dice que ya no vivimos nosotros, sino que vive Cristo en nosotros. Nosotros no hacemos el bien, sino Cristo quien vive en nosotros.
El hombre fue creado a la imagen de Dios, y la imagen de Dios es Cristo. En 2 Corintios 4:4 leemos que Cristo es la imagen de Dios. Colosenses 1:15 también dice que el Hijo amado es la imagen de Dios. ¿Por qué Dios creó al hombre conforme a Cristo? Él hizo esto para que un día Él pudiera poner a Cristo dentro del hombre. El hombre es un vaso hecho para contener a Cristo. Un guante es hecho conforme a la forma de la mano, y también para contener la mano. Si quiero poner mi mano en el guante, pero el guante no coopera y no me da lugar, mi mano no estará cómoda dentro del guante. Todos los dedos de mi mano deben caber en el guante; sólo entonces mi mano puede sentirse cómoda. En ese momento el guante es totalmente igual a la forma de la mano. Podemos decir que la mano se ha formado en el guante.
Después que somos salvos, el Señor Jesús está en nosotros. No obstante, Él se siente muy frustrado en nosotros, y a veces está encarcelado en nuestro espíritu. Es posible que no le demos ningún acceso a nuestra alma, la cual incluye nuestra mente, parte emotiva y voluntad. Finalmente un día, al ser motivados por Su amor, gradualmente nos abrimos a Él y le damos más acceso. Entonces Él puede extenderse hacia el exterior. En cierto momento es posible que tengamos un argumento con el Señor otra vez, y no estemos dispuestos a concederle más terreno; entonces Él tiene que detenerse allí y esperar pacientemente. En ocasiones Él nos dará Su gracia y nos atraerá con Su amor, pero aun así esto no servirá para nada. Luego, Él podría verse obligado a levantar Su mano para asestarnos un pequeño golpe. En cualquier caso, si Él no nos subyuga este año, nos subyugará dos años después. Si no nos subyuga en esta vida, nos subyugará cuando Él retorne. Puesto que Él está en nosotros, a pesar de todo Él deberá ser formado en nosotros.
(Espíritu en las epístoles, El, capítulo 5, por Witness Lee)