Espíritu divino con el espíritu humano en la Epístolas, El, por Witness Lee

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ABRIRNOS PARA TENER COMUNIÓN DE ESPÍRITU

El versículo 1 del capítulo 2 dice: “Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión de espíritu, si algún afecto entrañable y compasiones”. Respecto a los incrédulos, nosotros les presentamos a Cristo a ellos como evangelio. Sin embargo, respecto a los creyentes, necesitamos tener comunión. A fin de tener comunión con los hermanos y hermanas, necesitamos abrirnos a ellos para permitir que el Espíritu fluya desde nuestro interior, y deberíamos ayudarlos a que se abran a nosotros de modo que el Espíritu fluya de su interior al nuestro. Esto es un tráfico en dos direcciones, un fluir desde nosotros y hacia nosotros.

Muchos cristianos encuentran difícil abrirse, incluso en las reuniones. Por ejemplo, en nuestras reuniones de oración, mayormente son las mismas personas quienes oran cada vez, mientras que ciertos otros están acostumbrados a permanecer en silencio. Durante la oración, yo podría decirle al Señor interiormente: “Oh Señor, abre las bocas y libera los espíritus de más hermanos y hermanas”. No deberíamos estar atemorizados de tener comunión al hablar en las reuniones. En una familia no siempre son los miembros de mayor edad quienes deberían hablar. La familia también disfruta oír a los niños hablar. Los hermanos y hermanas mayores deberían darles la oportunidad a que los más jóvenes abran sus bocas para tener comunión en las reuniones.

El versículo 1 habla de “comunión de espíritu”. Este espíritu es el espíritu mezclado, el Espíritu divino mezclado con nuestro espíritu humano. La clave para abrirnos en comunión y ayudar a que otros se abran es el espíritu mezclado. Cuanto más estemos en nuestra mente y nuestros sentimientos, más estaremos en silencio. Es posible que incluso consideremos que la manera apropiada es permanecer en silencio. Sin embargo, cuanto más rechacemos nuestra mente, consideración y sentimientos naturales, y nos volvamos al espíritu mezclado, más abriremos nuestras bocas para tener comunión. Aun si no sabemos qué decir, al menos podemos decir: “Alabado sea el Señor. ¡Aleluya! ¡Cristo es el Victorioso!”. Incluso es más dulce y refrescante si los más jóvenes entre nosotros alaban al Señor de esta manera. Puesto que yo hablo frecuentemente en las reuniones, a veces prefiero permanecer en silencio para que podamos escuchar algo de los demás hermanos y hermanas. Necesitamos más comunión de espíritu.

Tener comunión significa abrirnos. La comunión es una corriente o un fluir, semejante a la corriente de un arroyo. De nuevo, podríamos ilustrar esto con la electricidad. Hay un tipo de comunión entre las lámparas eléctricas en un edificio, que es la corriente de electricidad que fluye en su interior. Del mismo modo, el Espíritu fluye desde nosotros hacia otros y luego de regreso a nosotros. Por tanto, cuando venimos a las reuniones necesitamos aprender cómo abrirnos a todos y ayudarlos a que se abran a nosotros. Entonces tendremos un manantial que fluye entre nosotros. Este manantial que fluye en el espíritu es la comunión. Necesitamos esta clase de “comunión de espíritu”. Si permanecemos en nuestra alma, la comunión se detiene, pero si nos volvemos al espíritu, de inmediato percibimos el fluir en el espíritu. Entonces cuando seguimos ese fluir en el espíritu para hablar algo unos a otros, estamos en la comunión.

(Espíritu divino con el espíritu humano en la Epístolas, El, capítulo 8, por Witness Lee)