CRISTO COMO GRACIA SUFICIENTE
EN NUESTRO ESPÍRITU HUMANO
En 12:8 y 9 Pablo dice respecto al aguijón en su carne: “Respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor que este aguijón me sea quitado. Y me ha dicho: Bástate Mi gracia; porque Mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo extienda tabernáculo sobre mí”. El Señor no quiso quitar el aguijón. Más bien, Él le suministró a Pablo suficiente gracia para sus sufrimientos. La gracia es el poder del Señor, y este poder es el Señor mismo. El Señor mismo como poder para nosotros es la gracia que disfrutamos.
La gracia suficiente del Señor está en nuestro espíritu. Gálatas 6:18 dice: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu, hermanos. Amén”. Filemón 25 dice: “La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu”. Lamentablemente, muchos cristianos saben que esta gracia nos basta, que es suficiente, pero muy pocos saben que esta gracia suficiente está en nuestro espíritu. A fin de disfrutar, aplicar y apropiarnos de esta gracia suficiente, necesitamos saber que se encuentra en nuestro espíritu, y necesitamos saber cómo ejercitar nuestro espíritu.
Algunos podrían decir que puesto que en 2 Corintios 12 Pablo sufría en su cuerpo, la gracia también debe estar en el cuerpo. Éste no es el caso. La gracia está en nuestro espíritu. Cuando nuestro espíritu es fuerte, podemos soportar cualquier clase de sufrimiento en el cuerpo; pero cuando nuestro espíritu es débil, los sufrimientos del cuerpo vienen a ser un sufrimiento para todo nuestro ser. Incluso si hay cierta cantidad de sufrimiento en nuestro cuerpo, todo nuestro ser no sufrirá si el espíritu en nuestro interior es fuerte. Somos fortalecidos y podemos soportar cualquier sufrimiento porque tenemos gracia en nuestro espíritu.
(Espíritu divino con el espíritu humano en la Epístolas, El, capítulo 5, por Witness Lee)