EL ESPÍRITU QUE REPARTE
Y EL ESPÍRITU DE GRACIA
El versículo 4 del capítulo 2 dice: “Dando Dios testimonio juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversas obras poderosas y repartimientos del Espíritu Santo, según Su voluntad”. El Espíritu que reparte y está en nuestro interior imparte algo en nosotros. En principio, las cosas que el Espíritu nos imparte son todas las riquezas de Cristo. No deberíamos considerar que los dones del Espíritu solamente incluyan cosas tales como las lenguas y las sanidades. Según Romanos 12:6-10, incluso servir, tomar la delantera, enseñar, hacer misericordia, amar a otros y extender hospitalidad son dones, las reparticiones de las riquezas de todo lo que Cristo es. El Espíritu eterno, el Santo, no solamente nos habla acerca de Cristo y revela a nosotros las cosas de Cristo, sino que mientras Él habla y revela, Él transmite, reparte e imparte en nosotros las abundantes riquezas de Cristo.
Hebreos 10:29 habla del “Espíritu de gracia” (Zac. 12:10), y Hebreos 4:16 dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. El Espíritu de gracia es un título dulce y precioso. Puesto que la gracia es nada menos que las riquezas de Cristo mismo, podemos hallar gracia solamente mediante el Espíritu de gracia que imparte en nosotros las riquezas de Cristo. En 2 Corintios 13:14 se nos habla de “la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo”. La gracia es de Cristo y la comunión del Espíritu Santo es la transmisión de esta gracia mediante el Espíritu de gracia. El Espíritu eterno, quien es el Espíritu de gracia, en su hablar siempre imparte algo de Cristo en nosotros y reparte en nosotros las riquezas de Cristo. Hebreos 6:4 dice que hemos sido hechos “partícipes del Espíritu Santo”. El Espíritu Santo habla acerca de Cristo, y Él reparte, ministra, las riquezas de Cristo en nosotros como gracia. Por tanto, le disfrutamos y participamos de Aquel que es el Espíritu de gracia que transmite la gracia de Cristo en nosotros a fin de satisfacer nuestra necesidad oportuna.
(Espíritu divino con el espíritu humano en la Epístolas, El, capítulo 11, por Witness Lee)