EL ESPÍRITU PROMETIDO
COMO BENDICIÓN DEL EVANGELIO
El versículo 8 del capítulo 3 dice: “La Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, anunció de antemano el evangelio a Abraham, diciendo: ‘En ti serán benditas todas las naciones’”. Podríamos considerar que el evangelio comenzó a ser predicado, como pronto, por Juan el Bautista. Sin embargo, este versículo nos dice que el evangelio fue predicado a Abraham en Génesis 12. La clave para entender Gálatas 3 es conocer cuál es la bendición que Dios anunció a Abraham. Los versículos 13 y 14 dicen: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: “Maldito todo el que es colgado en un madero”), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por medio de la fe recibiésemos la promesa del Espíritu”. Recibir la promesa del Espíritu es recibir al Espíritu que fue prometido. Por tanto, la bendición que Dios prometió a Abraham es el Espíritu, quien sería dado a las naciones en Cristo.
Estos dos versículos hablan de dos asuntos. Por el lado negativo, Cristo nos ha redimido y, por el lado positivo, el propósito de la redención es que tengamos al Espíritu a quien Dios prometió. Juan 1:29 dice: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”. Luego el versículo 32 añade: “Dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre Él”. Aquí tenemos el Cordero y la paloma. El Cordero tiene como finalidad la redención, y la paloma es el Espíritu. Con respecto a lo negativo, el Cordero nos redime para traernos de regreso a Dios, y con respecto a lo positivo, el Espíritu cumple el propósito eterno de Dios. La bendición que Dios prometió a Abraham es que Él daría el Espíritu a las naciones por medio de Cristo como descendencia de Abraham.
En Juan 1 la paloma descendió sobre el Cordero. El Cordero representa la redención y la paloma representa al Espíritu vivificante. Esto indica que el Espíritu vivificante viene a nosotros sobre la base de la redención de Cristo. Ya que Dios es triuno, cuando consideramos quién es el Espíritu, debemos remontarnos a Cristo. Entonces cuando nos preguntamos quién es Cristo, debemos remontarnos a Dios. Dios es la plenitud, Cristo es la corporificación y expresión de la plenitud de Dios (Col. 2:9) y el Espíritu es la realidad de todo lo que Cristo es (Jn. 14:17). En otras palabras, Dios el Padre es la fuente, Dios el Hijo es la expresión y Dios el Espíritu es la transmisión (2 Co. 13:14). Por lo tanto, el Espíritu es la realidad del Dios Triuno; es decir, Él es la realidad de todo lo que el Dios Triuno es, todo lo que Él ha logrado y todo lo que Él ha obtenido y alcanzado. El asunto central y la bendición del evangelio predicado a Abraham era que Dios daría este Espíritu a todos los escogidos.
En este Espíritu están Dios el Padre, Dios el Hijo, la naturaleza divina, la naturaleza humana y la encarnación de Cristo y Su vivir humano, Su crucifixión con miras a la redención, Su resurrección con el poder de la vida, Su glorificación, Su ascensión, Su entronización, Su autoridad como Cabeza, Su señorío, Su reinado y Su trascendencia. Todo esto se aprehende en el Espíritu todo-inclusivo. Dios prometió a Abraham que les daría tal bendición a todas las naciones por medio de la fe. Las naciones que creen en Cristo, la descendencia única de Abraham, son bendecidas por este Espíritu. Si aprehendemos al Espíritu de este modo, Gálatas 3 quedará abierto a nosotros.
(
Espíritu divino con el espíritu humano en la Epístolas, El, capítulo 6, por Witness Lee)