EL ESPÍRITU SE UNE A NUESTRO ESPÍRITU
Y OCUPA NUESTRO CUERPO
CON MIRAS A EDIFICAR EL TEMPLO DE DIOS
En 1 Corintios 6:17 se nos revela algo aún más maravilloso. Es un asunto grandioso, no sólo en la Biblia, sino también en todo el universo. Este versículo dice: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con Él”. Luego de esto, los versículos 19 y 20 dicen: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo”. Este pasaje claramente establece que el Espíritu Santo mora no sólo en nuestro espíritu, sino también en nuestro cuerpo. Todo nuestro ser, no sólo nuestro espíritu, sino también nuestro cuerpo, llega a ser el templo de Dios.
Esto es maravilloso, pero requiere mucho trabajo. El cuerpo de una persona que es carnal o de carne no puede ser el templo de Dios. Este cuerpo lo debe saturar el Espíritu que mora en nuestro espíritu. El Espíritu está en nuestro espíritu, y ahora Él quiere extenderse por toda nuestra alma para impregnar nuestro cuerpo. Entonces, aun nuestro cuerpo llegará a ser parte del templo divino. Éste es el significado apropiado de la frase glorificad a Dios en vuestro cuerpo. Glorificar a Dios en nuestro cuerpo equivale a manifestar a Dios mediante nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo, y no sólo nuestra alma, debe estar bajo el control del espíritu. Cuando tanto nuestra alma como nuestro cuerpo están bajo el control de nuestro espíritu, el espíritu puede manifestar algo de Dios en nuestro cuerpo.
Cuando el Espíritu posee incluso nuestro cuerpo, somos idóneos para ser edificados juntamente como Cuerpo de Cristo. Romanos 12:1 nos dice que debemos presentar nuestro cuerpo para el Cuerpo de Cristo. Necesitamos ofrecer nuestro cuerpo físico para el Cuerpo místico de Cristo. Si tenemos comunión con el Señor en nuestro espíritu y le amamos con nuestro corazón, pero nuestro cuerpo no está ocupado por el Espíritu con miras al propósito del Señor, no podemos aprehender la vida del Cuerpo. A fin de aprehender la vida de iglesia, nuestro espíritu debe estar lleno del Espíritu Santo, nuestra alma debe ser transformada al ser renovadas todas sus partes y nuestro cuerpo debe estar ocupado por el Espíritu. Esto significa que todo nuestro ser —espíritu, alma y cuerpo— está poseído por el Espíritu. Entonces será fácil relacionarnos con otros santos y estaremos en el Cuerpo de Cristo de manera práctica. Necesitamos ofrecer nuestro cuerpo físico por causa del Cuerpo místico de Cristo. No es suficiente tener un espíritu con el cual contactar al Señor y un corazón con el cual amar al Señor. También necesitamos ofrecer nuestro cuerpo al Señor como sacrificio vivo. Entonces tendremos la vida del Cuerpo, y cuando tengamos la vida del Cuerpo, verdaderamente glorificaremos a Dios en nuestro cuerpo.
Tenemos comunión con el Señor, lo cual es un asunto del espíritu. Igualmente, amamos al Señor y ponemos nuestra mente en el espíritu, pero esto es un asunto relacionado con el corazón. Sin embargo, quizás nuestro cuerpo aún no sea un sacrificio vivo para el Cuerpo de Cristo. Nuestro cuerpo necesita ser liberado de muchas preocupaciones. Cuando visitamos a ciertas personas, a menudo dicen: “Gracias por su preocupación. He estado apartado de las reuniones por varios meses, pero le aseguro que mi corazón está con el Señor”. Sí, nuestro corazón está con el Señor, pero ¿qué tal de nuestro cuerpo? Si nuestro cuerpo no se presenta para la vida de iglesia práctica, entonces decir que nuestro corazón está con el Señor es decir una clase de mentira envuelta en una verdad. Si nuestro cuerpo no viene, nuestro ser tampoco viene en realidad. Decir que nuestro corazón está en América mientras nuestro cuerpo está en Taiwán sencillamente significa que todavía estamos en Taiwán. El cuerpo es la apariencia de un hombre en realidad. Si nuestro cuerpo no está presente, nuestro ser no puede estar presente.
El espíritu está en el alma, el alma está en el cuerpo y el cuerpo se halla en el tiempo. Por lo tanto, necesitamos designar tiempo para que nuestro cuerpo venga a la vida de iglesia en un sentido práctico. Si nuestro tiempo está ocupado, todo nuestro ser está ocupado. Es por eso que necesitamos apartar parte de nuestro tiempo para que nuestro cuerpo venga a la vida de iglesia. Entonces cuando nuestro cuerpo viene, nuestra alma viene, y cuando nuestra alma viene, nuestro espíritu viene. El Espíritu Santo en nosotros hoy está obrando para transformar nuestra alma, ocupar nuestro cuerpo y apartar nuestro tiempo para el Señor. Entonces glorificaremos a Dios en nuestro cuerpo al estar en el Cuerpo de Cristo en un sentido práctico.
(
Espíritu divino con el espíritu humano en la Epístolas, El, capítulo 4, por Witness Lee)