DOS ASPECTOS EN EL LIBRO DE FILIPENSES
Tengo la certeza que después de leer los versículos mencionados anteriormente del libro de Filipenses, podemos percibir que las palabras son tan dulces y preciosas. Estas palabras preciosas conllevan dos aspectos; el primer aspecto nos concierne a nosotros y el segundo aspecto le concierne al Señor. Con respecto a nuestro lado, el lado humano, Pablo hace referencia al asunto de las “entrañas”. Él dice que si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión de espíritu, si algún afecto entrañable (literalmente, entrañas) y compasiones, debemos tener todos el mismo pensamiento, con el mismo amor, unidos en el alma, teniendo un único pensamiento. Además, por el lado negativo, Pablo nos dice que no deberíamos hacer nada por ambición egoísta o por vanagloria, sino que con una mentalidad humilde cada uno debería estimar a los demás como superiores a sí mismo. Luego en 4:8, Pablo nos da seis virtudes con dos aspectos adicionales a manera de resumen. Estas seis virtudes son la veracidad, el ser honorable, la justicia, la pureza, la amabilidad y el ser de buen nombre. Los dos aspectos que sirven de resumen son la virtud y la alabanza. Pablo quiere que consideremos estas cosas.
El libro de Filipenses también presenta el aspecto referente al Señor. El aspecto que se refiere a nosotros es fácil de entender. Sin embargo, el aspecto que le concierne al Señor es demasiado extraordinario, y por ende es más difícil de comprender. Filipenses 1:19 dice: “Por [...] la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo”; 3:10 dice: “A fin de [conocer...] el poder de Su resurrección”; 4:13 dice: “En Aquel que me reviste de poder”; por último, 4:9 dice: “El Dios de paz”. Estas palabras no son fáciles de comprender porque son trascendentes y poco comunes. Sin embargo, en los versículos mencionados en nuestra lectura bíblica, algunas de las expresiones nos muestran que los dos aspectos están vinculados. Por ejemplo, en la frase las entrañas de Cristo Jesús, Cristo Jesús implica al Señor, quien es trascendente, mientras que entrañas nos implica a nosotros, quienes somos humanos. Estos dos aspectos llegan a ser uno en Cristo. Otro ejemplo, el versículo en cuanto a tomar la manera de pensar de Jesucristo como la nuestra (2:5), también une a Cristo Jesús con nosotros.
Muchas personas en el cristianismo predican con base en el libro de Filipenses, especialmente en cuanto al aspecto humano. Podemos oír esta clase de predicación en casi todas las congregaciones cristianas. Sin embargo, son pocos los que hablan acerca del aspecto que trasciende propio del Señor. No obstante, entre nosotros siempre hablamos acerca del aspecto que trasciende propio del Señor. Constantemente predicamos acerca de la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, el poder de la resurrección de Cristo, Cristo como Aquel que nos reviste de poder y el disfrute que tenemos del Dios de paz. Cuando yo era joven, escuché muchas predicaciones con base en el libro de Filipenses en relación al hombre, pero cuando crecí, comencé a predicar acerca del aspecto que trasciende propio del Señor.
Sin embargo, el Señor me ha mostrado en años recientes que no es correcto meramente hablar acerca del aspecto que trasciende propio del Señor y dejar atrás el aspecto humano. Hice lo que hice porque el cristianismo causó una impresión negativa en mí cuando era joven. Debido a que la mayoría de los cristianos no entienden claramente las verdades acerca del aspecto humano visto en el libro de Filipenses, cuando ellos escuchan a alguien hablar acerca de las virtudes humanas, tales como el afecto entrañable, la benevolencia, la compasión, la humildad, el ser libre de vanagloria, la veracidad, el ser honorable, la justicia, la pureza, la amabilidad y el ser de buen nombre, en sus corazones ellos se preguntan: “¿Acaso estas cosas no son lo mismo que las enseñanzas de Confucio, Mencio y otros filósofos?”. Por lo tanto, desde que vine a los Estados Unidos, he hablado específicamente acerca del aspecto que trasciende propio del Señor. Por esta razón algunos me malentendieron y pensaron que yo sólo hablaba acerca del Espíritu y no de la ética. De hecho, las virtudes cristianas a las cuales se refiere la Biblia son muy superiores a la ética que Confucio y Mencio enseñaron. Las virtudes de los creyentes, las cuales se enseñan en la Biblia, son manifestadas en el vivir de los creyentes por el Cristo que está en ellos. Nosotros, los cristianos, somos preciosos en el sentido que tenemos a Dios en nosotros, tenemos el Espíritu de Jesucristo como nuestro abundante suministro, tenemos el poder de la resurrección de Cristo operando en nuestro interior, y tenemos a Cristo que nos reviste de poder. Tal Dios en nosotros llega a ser nuestra paz y nuestro disfrute diario. Por ende, espontáneamente manifestamos las superabundantes virtudes humanas en nuestro vivir.
(
Experiencia subjectiva que tenemos del Cristo que mora en nosotros, La, capítulo 7, por Witness Lee)