EL MISTERIO DE DIOS: CRISTO
En Colosenses 2 Pablo les dijo a los colosenses que quería que ellos supieran cuán gran lucha él sostenía por ellos y por los que no habían visto su rostro, para que fuesen consolados sus corazones y fuesen entrelazados en amor hasta alcanzar todas las riquezas de la perfecta certidumbre de entendimiento, hasta alcanzar el pleno conocimiento del misterio de Dios, es decir, Cristo (vs. 1-2). Aquí, el misterio de Dios, es decir, Cristo literalmente quiere decir que Dios es difícil de entender y comprender, por lo cual es un misterio, pero Cristo es la explicación, expresión y manifestación del Dios misterioso. Por lo tanto, Cristo es el misterio de Dios. Cuando uno ve a Cristo, uno ve a Dios y conoce a Dios. Mientras el Señor Jesús vivía en la tierra, Él estaba lleno de amor, gracia, comprensión, humildad y autoridad. Aunque siempre tenemos el deseo de cuidar de otros y amar a nuestros hijos, parientes, amigos, hermanos y hermanas, no somos capaces de hacerlo. Sin embargo, Cristo no es como nosotros. Deseamos amar, pero no somos capaces de amar. No obstante, Cristo no sólo tiene amor, sino que también Él es capaz de amar. Con Él nada es imposible; Él puede hacerlo todo. Él es capaz de satisfacer las necesidades de cualquiera. Si usted está enfermo, Él puede sanarlo; si usted está en condición de muerte, Él puede vivificarlo; si usted está hambriento, Él puede alimentarlo a usted y a cinco mil otros con cinco panes y dos pescados. Todas Sus acciones revelan toda la plenitud de la Deidad hasta lo sumo. Por lo tanto, podemos ver a Dios en Cristo.
El significado literal de la frase el misterio de Dios, es decir, Cristo pareciera ser muy sencillo. Sin embargo, según la Biblia, lo que esta frase implica no es tan sencillo; más bien, incluye una gran cantidad de cosas que trascienden la imaginación y la comprensión humanas. Por ejemplo, una persona que ha recibido poca educación y solamente tiene un poco conocimiento podría ser capaz de reconocer y leer casi todas las palabras contenidas en el periódico, pero él aún no entiende lo que lee. Por el contrario, una persona informada puede saber cuál será el fin de la historia con meramente leer las primeras líneas, y puede saber cuál es el contenido de una línea completa con tan sólo leer las primeras pocas palabras. Puesto que ha sido equipada con conocimiento del tema, le es muy fácil comprenderlo cuando lo lee. Lo mismo es cierto en cuanto a leer la Biblia. Si nuestra mente no tiene el concepto divino, independientemente de cuánto nos esforcemos en nuestra lectura, no podremos recibir la revelación divina. A la postre, lo que recibimos en nuestra lectura realmente es lo que ya tenemos en nuestro concepto natural. Por ejemplo, la Biblia dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres” (Ef. 5:25a). Cada esposa que encuentre este versículo exclamaría en su corazón: “¡Amén! ¡La Biblia es muy buena y es tan correcta!”. ¿Por qué? Esto se debe a que desde el día en que ella se casó, ha estado esperando de todo corazón que su marido la ame. Sin embargo, cada marido que a diario es provocado por su esposa responde con un “Amén” cuando encuentra el versículo que dice: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos” (v. 22). Él entiende este asunto de inmediato porque es exactamente lo que espera de su mujer. En realidad, el libro de Efesios está lleno de muchas revelaciones elevadas y verdades profundas, pero no somos capaces de recibirlas.
(Experiencia subjectiva que tenemos del Cristo que mora en nosotros, La, capítulo 1, por Witness Lee)