EL ESPÍRITU DE JESUCRISTO
COMO NUESTRA SALVACIÓN
Filipenses 1:19 dice: “Por [...] la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi salvación”. Independientemente de nuestras circunstancias, el Espíritu vivificante llega a ser nuestra salvación mediante Su abundante suministración. Por ejemplo, si un hombre cae al agua, yo puedo salvarlo al arrastrarlo fuera del agua. Esta clase de salvación meramente lo libera de ahogarse; él no me gana a mí. Él es salvo, pero no me gana a mí como su salvación. Lo que este versículo significa es que cuando un hermano está en medio de aflicciones, puesto que el Espíritu del Señor está en él, él es fortalecido al invocar: “¡Oh, Señor!”. Cuanto más él invoca, más fortalecido es. A la postre, cuando es lleno del Espíritu Santo, él es fortalecido y revestido de poder para vencer la opresión que sufre a causa de las aflicciones. De este modo el Señor llega a ser su salvación en él. Aquí podemos ver que este hermano no sólo es salvo, sino que más aún ha experimentado al Espíritu en él como su salvación. Muchos cristianos, al leer esta palabra que dice: “Esto resultará en mi salvación”, lo interpretan como una salvación objetiva. No obstante, que el Espíritu de Jesucristo resulte ser nuestra salvación es algo subjetivo. Él no sólo nos salva externamente, sino que más aún Él llega a ser nuestra salvación internamente.
Que Cristo en nosotros llegue a ser nuestra salvación podría compararse a que la vida en nuestro cuerpo sea nuestra salvación diaria. Por ejemplo, si sus pies se quedan atrapados en el lodo y usted es una persona hecha de madera, una persona sin vida, o si usted es un debilucho, entonces necesita que otros lo saquen del lodo. Pero siempre y cuando usted sea una persona viviente con el poder de la vida en su interior, la vida que está en usted lo capacitará para extraer sus pies del lodo. Por ende, la vida que está en su cuerpo es su salvación. Cuando los médicos diagnostican enfermedades, siempre les dicen a los pacientes que la medicina ayuda a sanar una enfermedad, pero que la verdadera cura para la enfermedad de alguien es la vida que está en el cuerpo. Si su vida física es saludable y fuerte, ella lo sana a usted cada día hasta que su cuerpo se recupere plenamente. De este modo, la vida en su cuerpo es su salvación; ésta no es una salvación objetiva y externa, sino más bien una salvación subjetiva e interna. El Señor Jesús ha llegado a ser el Espíritu de vida en nuestro espíritu como nuestra salvación subjetiva.
Filipenses 1:20 dice: “Como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte”. Aunque el Señor Jesús como Espíritu que mora en nuestro espíritu es abstracto, impalpable e invisible, Él de hecho nos salva internamente. El Señor Jesús ha llegado a ser el Espíritu vivificante que está en nosotros como nuestra vida y nuestra salvación.
(Experiencia subjectiva que tenemos del Cristo que mora en nosotros, La, capítulo 1, por Witness Lee)