Experiencia subjectiva que tenemos del Cristo que mora en nosotros, La, por Witness Lee

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EL CONSOLADOR COMO ESPÍRITU DE REALIDAD QUE MORA EN NOSOTROS

Juan 14:16-17a dice: “Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de realidad”. El Consolador es el Espíritu de realidad. Sin el Espíritu, no hay realidad y todo se vuelve doctrinas en la letra. El versículo 17b continúa diciendo que “el mundo no puede recibir” el Espíritu de realidad, “porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque permanece con vosotros, y estará en vosotros”. Antes de ser salvos, no teníamos el Espíritu de realidad, pero después que hemos sido salvos Él permanece en nosotros. A veces Él nos alegra, mientras que en otras ocasiones nos da dificultades. Por ejemplo, antes que usted fuese salvo, no tenía ningún sentimiento inquietante cuando iba a cualquier tienda por departamentos para comprar algo. Sin embargo, después de ser salvo, debido a que el Espíritu de realidad mora en usted, a veces cuando quiere comprar algo, Él no está de acuerdo. Si usted ignora Su sentir y lo compra de todos modos, se sentirá intranquilo en su interior y no podrá orar. Esto es una prueba de que el Espíritu ciertamente permanece en usted.

El versículo 18 dice: “No os dejaré huérfanos; vengo a vosotros”. Primero, el versículo 17 dice: “[Él] permanece con vosotros”, y luego el versículo 18 dice: “[Yo] no os dejaré”. El sujeto cambia de Él a Yo. Esto quiere decir que Él es Yo. “No os dejaré huérfanos; vengo a vosotros”. Esta venida es la venida del Espíritu de realidad. La venida del Espíritu es la venida del Señor. Además, el versículo 19 dice: “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veis; porque Yo vivo, vosotros también viviréis”. El Señor estaba a punto de morir y ser sepultado, así que el mundo no le vería más. Sin embargo, los discípulos le veían porque Él fue resucitado. Luego de Su resurrección, Él llegó a ser el Espíritu para entrar en los discípulos y vivir en ellos. Por lo tanto, así como Él vivía, ellos también vivían. Ellos vivían juntamente con Él.

El versículo 20 dice: “En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros”. ¡Esto verdaderamente es un misterio! Nosotros estamos en el Señor, y el Señor está en el Padre; por tanto, nosotros también estamos en el Padre. Además, el Señor está en nosotros, y debido a que el Padre y el Señor son uno, el Padre también está en nosotros. Los tres —el Padre, el Señor (el Hijo) y nosotros— moramos mutuamente el uno en el otro. Por lo tanto, todo aquel que cree en el Señor Jesús tiene el Espíritu de realidad que permanece en él. De este modo, él se mezcla con Dios y participa de la naturaleza divina (2 P. 1:4). Nosotros, los creyentes del Señor Jesús, llegamos a ser un pueblo peculiar. Ya que tenemos el Espíritu del Señor en nosotros como nuestro suministro, somos capaces de alcanzar toda perseverancia y longanimidad con gozo, soportando lo que otros no pueden soportar (Col. 1:11). A veces hemos sido ofendidos, pero no nos quejamos; otras veces hemos sido reprendidos, pero no estamos molestos. Más bien, damos gracias y alabanza al Señor en todo. Ésta es la historia de “vosotros en Mí, y Yo en vosotros”.

(Experiencia subjectiva que tenemos del Cristo que mora en nosotros, La, capítulo 3, por Witness Lee)