EL HOMBRE ES UN CUADRO
DE LO QUE DIOS ES
Génesis 1:26 nos dice claramente que Dios creó al hombre a Su imagen. Aquí, la palabra imagen se refiere a lo que Dios es. El hecho de que Dios haya creado al hombre a Su imagen significa que Él creó al hombre según lo que Él es. Él es amor, luz, santidad y justicia. Por ende, el hombre que Él creó tenía la imagen de amor, luz, santidad y justicia.
Luego de oír estas palabras y tras examinarse a usted mismo, quizás usted diga: “Yo no tengo amor. Yo golpeo y reprendo a la gente; ¿cómo puedo yo amar? Además, no estoy en la luz; más bien, he hecho muchas cosas en tinieblas. Más aún, no soy santo; más bien, soy impuro, mi corazón es inmundo y todo mi ser es sucio. Y no soy justo; mi conducta es indebida y me gusta aprovecharme de los demás”. La evaluación que usted mismo se ha hecho es acertada en el sentido que su conducta es totalmente la conducta que corresponde a un hombre caído. No obstante, en el silencio de la noche, cuando usted se evalúe a sí mismo, percibirá que en lo más recóndito de su ser hay amor, luz, santidad y justicia. Usted aborrece ser corrupto; más bien, a usted le gusta ser puro, santo y noble. A usted no le agrada hacer el mal, hacer trampa o actuar astutamente; más bien, usted desea que su conducta sea recta y llena de justicia. Esto se refleja en la teoría de que “el hombre nace siendo bueno por naturaleza”. Según la naturaleza creada del hombre, esto es correcto. De hecho, dentro del hombre está la bondad creada por Dios.
Dios creó al hombre a Su imagen. Así como Dios es amor, también hay amor en el hombre. Por ende, al hombre no le gusta golpear o reprender a la gente. Así como Dios es luz, también hay luz en el hombre. Por tanto, al hombre no le agrada hacer lo que corresponde a las tinieblas. Así como Dios es santidad, también hay santidad en el hombre. Por tanto, el hombre no se deleita en ser corrupto. Así como Dios es justicia, también hay justicia en el hombre. Por tanto, al hombre le agrada ser equitativo e imparcial. El amor, la luz, la santidad y la justicia que hay en el hombre fueron todos creados según lo que Dios es. Por tanto, las virtudes humanas son un cuadro de la imagen de Dios. Sin embargo, aunque el cuadro muestra la apariencia del objeto, no es el verdadero objeto en sí. En el principio, el hombre fue creado perfecto, con la imagen del amor y la luz, pero sin tener la realidad. El hombre meramente era una cáscara vacía. Dios aún no había entrado en él para ser su contenido y realidad.
(Experiencia subjectiva que tenemos del Cristo que mora en nosotros, La, capítulo 8, por Witness Lee)