Experiencia subjectiva que tenemos del Cristo que mora en nosotros, La, por Witness Lee

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EL SEÑOR JESÚS COMO EL CONSOLADOR QUE ESTABA FUERA DE SUS DISCÍPULOS MIENTRAS ÉL ESTUVO EN LA TIERRA

En Juan 14:16 el Señor Jesús dijo: “Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador”. La palabra griega traducida “Consolador” es difícil de traducir debido a que es una palabra muy particular; su forma castellana es paracleto. La palabra se refiere a alguien que es llamado a estar al lado suyo para atenderle, para cuidar de usted y para asumir todas las responsabilidades que usted tenga. Si usted está enfermo, él es tanto el médico como el enfermero que cuida de usted. Si usted tiene un caso legal, él es un abogado que le ayuda a manejar el caso y que va a la corte para representarle en el litigio. Además, si usted encuentra cualquier problema en su vida diaria, él es su consejero. Él puede solucionar su problema y usted puede derramar su corazón delante de él y disfrutar de su protección bondadosa. Esta palabra griega implica mucho. En 1 Juan 2:1 se nos dice: “Tenemos ante el Padre un Abogado, a Jesucristo el Justo”. Este Abogado es nuestro Consolador. La palabra griega traducida “Abogado” es la misma que se traduce “Consolador”; los dos títulos se refieren a la misma Persona.

Originalmente, el Señor Jesús era Dios sobre todas las cosas y el Creador del universo (Ro. 9:5; Jn. 1:3). Un día Él se humilló a Sí mismo para llegar a ser un hombre al ser concebido y nacido de una virgen en un pesebre. Él vivió en la ciudad despreciada de Nazaret y creció en el hogar de un carpintero pobre. Cuando Él tenía treinta años de edad, Él salió a predicar la palabra, sanar a los enfermos, echar fuera demonios, hacer señales y prodigios, y enseñar la verdad. Él estuvo con Sus discípulos por tres años y medio, y estuvo muy atento a ellos. Él conocía sus problemas y fue capaz de satisfacer todas sus necesidades. Los padres aman a sus hijos, pero muchas veces no son capaces de proveerles ayuda alguna cuando los hijos tienen problemas. Sin embargo, el Señor Jesús no sólo era bondadoso y atento, sino también omnisciente y omnipotente. Él vivía, andaba, comía y bebía con Sus discípulos. Él solucionaba todos sus problemas y ministraba todas sus necesidades. Él no sólo era su Médico y Enfermero, sino también su Abogado y Consejero. Él verdaderamente era su Consolador.

(Experiencia subjectiva que tenemos del Cristo que mora en nosotros, La, capítulo 3, por Witness Lee)