Sacerdocio, El, por Witness Lee

EL LUGAR SANTISIMO Y EL ESPIRITU HUMANO

Hemos visto que los sacerdotes deben resolver tres clases de problemas: los pecados, el mundo y la carne, o sea, el ego. Después de haber hecho esto, los sacerdotes espontáneamente están en el Lugar Santísimo. En este capítulo debemos ver claramente que hoy el Lugar Santísimo está dentro de nosotros; es nuestro espíritu humano. Como ya hemos señalado, Hebreos 10:19 nos dice que debemos entrar al Lugar Santísimo hoy. Si el Lugar Santísimo mencionado en dicho versículo estuviese en los cielos, ¿cómo podríamos hoy entrar en él? Por tanto, debemos saber que el Lugar Santísimo de hoy al que alude este versículo debe de ser nuestro espíritu, al cual es fácil entrar.

Por esta razón hay un versículo en el Nuevo Testamento que nos dice que debemos discernir entre el espíritu y la mente (He. 4:12). Al leer el contexto de este versículo nos damos cuenta de que el espíritu, separado del alma, es el Lugar Santísimo donde está hoy el trono de la gracia de Dios. Nuestro espíritu, separado del alma, es el lugar de reposo, la tierra de Canaán. Cuando permanecemos en el alma, somos iguales a los israelitas que vagaban por el desierto. Un cristiano que permanece en su alma es un vagabundo que no tiene ningún reposo hasta que entre en su espíritu. En nuestra alma no hay descanso; en nuestro espíritu es donde hoy está Cristo como el Espíritu vivificante. Solamente allí encontramos a Cristo y lo disfrutamos como la rica tierra de Canaán.

Pero debemos saber la manera de entrar al Lugar Santísimo, en otras palabras, ¿cómo podemos entrar a nuestro espíritu? Anteriormente hablamos mucho de esto, pero aún dudo que muchos hermanos y hermanas hayan sido introducidos a la realidad de entrar en el espíritu. Permítame hacerle esta pregunta: ¿cuánto tiempo ha estado en su espíritu hoy? Es cierto que es muy fácil permanecer fuera de él. Algunas veces estamos en la carne, pero la mayoría del tiempo estamos en nuestra alma.

Tal vez me pregunte: ¿qué quiere decir estar en nuestra alma? Estamos en nuestra alma cuando pensamos, consideramos algo, nos excitamos, hacemos una decisión o titubeamos. De acuerdo a esta manera de medirnos, podemos calcular cuánto tiempo hemos estado en el espíritu durante el día. Temo que la mayoría de los cristianos ejercitan sus mentes todo el día considerando esto o aquello, o pensando sobre este hermano, y después de una hora sus mentes saltan a otro hermano. Todo el tiempo se encierran en su mente para pensar y reconsiderar; todo el día están viajando, visitando y aún hablando con otros en su mente. Algunas veces puede que se alegren o a veces se pongan tristes, y otras, sólo titubean para tomar decisiones.

Después de dormir ocho horas, pasamos dieciséis horas despiertos, pero, ¿cuántas de éstas horas nos hallamos fuera del alma? Temo que la mayoría de los cristianos no salen de allí ni por cinco minutos. En otras palabras, en el transcurso del día están en su espíritu solamente cinco minutos, y algunos de nosotros ni siquiera treinta segundos. Es fácil permanecer en el alma, y muy difícil estar en el espíritu. Simplemente al pensar o al emocionarnos por algo o al conversar un poco, nos salimos del espíritu y entramos en el alma.

Por tanto, el libro de Hebreos nos dice que debemos seguir adelante hasta entrar a la tierra de reposo. ¿Dónde está ese reposo? Está en el espíritu humano regenerado. Todas las bendiciones espirituales y todas las riquezas de Cristo están en el espíritu. Sin embargo, es muy fácil y espontáneo salirnos del espíritu y entrar en el alma. Por esta razón, la Biblia nos dice específicamente en las epístolas del Nuevo Testamento, que debemos andar por el espíritu, vivir y orar en el espíritu. Debemos hacer todo en el espíritu, como también aprender a ejercitarnos para permanecer en el espíritu.

(Sacerdocio, El, capítulo 13, por Witness Lee)