NECESITAMOS DEDICAR TIEMPO PARA PRACTICAR
¡No tomemos esto como una enseñanza! Necesitamos poner estas instrucciones en práctica. Cuando madrugamos, debemos permanecer en el altar de las ofrendas por cierto tiempo, dándonos cuenta de que somos pecaminosos. No piense que usted es un santo, en cierto sentido sí lo es, pero por otro lado, es muy pecaminoso. Todos nosotros somos pecaminosos, y siempre lo seremos hasta que nuestros cuerpos sean transfigurados. Siempre y cuando estemos en esta vieja naturaleza somos aún pecaminosos.
En el altar confesamos muchas cosas en las cuales estamos mal, como por ejemplo, nuestra actitud, nuestros motivos e intenciones, nuestra manera de pensar y de tomar decisiones, la manera de amar o de odiar, etc. Todos estamos llenos de basura, así que debemos confesarnos ante el Señor. Pero nuestra confesión no debe ser en una forma general sino que debemos hacerlo en forma detallada. No digamos simplemente, “Señor, Tú sabes que soy pecaminoso”. A veces tenemos que enumerar nuestra pecaminosidad. Quizás esté errado en mi actitud para con mi esposa, en mis palabras o en mis motivos. Debemos confesar todas nuestras faltas una por una quedándonos en el altar por cierto tiempo. Después aplicamos la sangre redentora para que nos limpie. Si hacemos esto, tendremos un sentir profundo que este Cristo redentor es nuestro disfrute, lo disfrutaremos inmediatamente después de confesarnos y aplicar la sangre.
Después de hacer esto nos tornamos para comer de Cristo como el pan de la proposición. Allí nos alimentamos de Cristo, lo disfrutamos y lo saboreamos. No solamente lo comemos sino que lo asimilamos, y esto también toma tiempo. Cinco o diez minutos de avivamiento matutino no es suficiente. Según nuestra experiencia necesitamos por lo menos treinta minutos, pero si es posible, sería mejor tomar una hora. Lo mismo sucede cuando desayunamos. No podemos comer un buen desayuno en dos o tres minutos; aun si nos comemos una salchicha de almuerzo, necesitamos más de cinco minutos. No podemos disfrutar una buena comida en tan corto tiempo. Necesitamos más tiempo, cuanto más mejor. Debemos permanecer en la mesa del pan de la proposición para ser nutridos y satisfechos a fin de ser llenos del suministro de vida.
Entonces tendremos la luz que emana del suministro de vida. Las cosas de Dios serán para nosotros tan transparentes y claras como el cristal. Espontáneamente sabremos que decir en nuestras oraciones y cualquier cosa que digamos será algo de Cristo como el dulce y fragante incienso aceptable a Dios. En ese momento tendremos un profundo sentir, no solamente de satisfacción, sino de ser aceptados por Dios con la dulzura del Cristo resucitado.
Cuando la fragancia de este incienso aromático asciende, nosotros llegamos a ser uno con Dios. Yo no tengo palabras humanas para describirles este sentir, pero cuando usted lo experimente, descubrirá lo maravilloso que es. Usted sencillamente tendrá el sentir de no saber dónde está, no sabrá si está en los cielos o en la tierra. No hay palabras humanas que puedan explicar el maravilloso disfrute que existe cuando experimentamos el incienso dulce.
(Sacerdocio, El, capítulo 17, por Witness Lee)