Sacerdocio, El, por Witness Lee

LA SANGRE Y EL INCIENSO

Debemos ver aún más del sacerdocio. Ya sabemos que el tabernáculo se compone del Lugar Santo y el Lugar Santísimo, y a su alrededor está el atrio. En el Lugar Santísimo está el arca, la cual tipifica a Cristo; y en el arca se encuentra el propiciatorio rociado con la sangre para expiación, donde Dios se encuentra con el hombre.

Cuando el hombre se reúne con Dios en el propiciatorio, debe llevar consigo dos cosas: la sangre y el incienso. Debe obtener la sangre del atrio y quemar el incienso en el Lugar Santo. Por medio de la sangre y el incienso, el hombre está calificado y le es permitido tener contacto con Dios. Sabemos que la sangre tipifica la sangre de Jesús, por la cual somos redimidos, y el incienso representa el dulce y agradable aroma del Cristo resucitado.

Así que la sangre es necesaria para la redención, y el incienso para la aceptación. Por medio de la sangre somos redimidos y en este incienso aromático de Cristo somos reconciliados. Por medio de ambos, nosotros podemos acercarnos a Dios confiadamente. Obtenemos la sangre del altar externo y quemamos el incienso en el altar interno. Por medio de la sangre y del incienso somos aceptados por Dios y también podemos tener contacto, reunirnos y tener comunión con El. Por lo tanto, vemos que el altar del incienso es el centro del tabernáculo.

(Sacerdocio, El, capítulo 17, por Witness Lee)