LA TENTACIÓN A DESISTIR DE LA VIDA CRUCIFICADA
A medida que seamos configurados a la muerte de Cristo, nos sobrevendrán tentaciones que nos inducirán a vivir por nosotros mismos, no por la vida divina que está en nosotros. En Juan 12 el Señor Jesús afrontó este tipo de tentación. Después de la resurrección de Lázaro, muchos judíos habían llegado a creer en Él. Las multitudes que estaban en Jerusalén para celebrar la Pascua escucharon de este milagro e incluso vieron a Lázaro resucitado. Cuando el Señor Jesús vino a Jerusalén, le dieron una bienvenida muy cálida. Incluso los fariseos dijeron que todo el mundo ahora iba tras Él (Jn. 12:19). Aparentemente, aquello fue un periodo dorado para el Señor Jesús, el hombre de Nazaret. Algunos judíos que habían venido de Grecia querían verle, y como no se atrevían a acercarse al Señor directamente, le pidieron a Felipe que hablara por ellos. Cuando el Señor Jesús escuchó que ellos deseaban verle, dijo: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (v. 24). El Señor Jesús no se sintió emocionado con la cálida bienvenida que le habían dado. En lugar de ello, dijo que Él caería en la tierra y moriría. Él había venido a Jerusalén, no para que le dieran la bienvenida, sino para morir a fin de que los muchos granos pudieran ser producidos.
En Juan 12:25 el Señor Jesús dijo: “El que ama la vida de su alma la perderá; y el que la aborrece en este mundo, para vida eterna la guardará”, en el versículo siguiente añadió: “Si alguno me sirve, sígame; y donde Yo esté, allí también estará Mi servidor”. El Señor Jesús está en la muerte, y todos aquellos que deseen servirle deben seguirle allí. El énfasis del Señor era que nosotros en todo momento debemos vivir, actuar y proceder bajo la muerte a fin de terminar nuestra vida humana, para ser germinados con la vida divina a fin de vivir en la manera que Dios desea. Ésta es la clase de vida que nosotros debemos vivir hoy. En esto consiste la justicia más elevada.
Incluso el Señor Jesús fue tentado a vivir conforme a Su vida humana en lugar de vivir conforme a la vida divina. Mientras estamos en el proceso de ser configurados a Su muerte, seremos tentados una y otra vez a alejarnos de la vida crucificada. El objetivo de las tentaciones es inducirnos a que dejemos la vida crucificada y vivamos nuevamente por nuestra vida natural. Cuando seamos tentados, debemos decir: “Yo no soy la excepción. Si no muero, no podré llevar fruto ni liberar la vida divina. A menos que muera, no podré expresar a Cristo en mi vivir ni decir: ‘Para mí el vivir es Cristo’. Por lo tanto, debo mantenerme continuamente bajo la muerte del bautismo y ser configurado a la muerte de Cristo”.
Ser configurados a la muerte de Cristo es el resultado de todo lo que hemos mencionado en Filipenses 3. Lamento que sean tan pocos los cristianos que han visto esto. Cuanto más obtengamos la excelencia del conocimiento de Cristo, más seremos configurados a Su muerte. Cuanto más lo conozcamos a Él, así como también el poder de Su resurrección y la comunión en Sus padecimientos, más seremos configurados a la muerte de Cristo. Es cuando somos configurados a la muerte de Cristo que disfrutamos a Cristo, la vida divina, y expresamos a Dios en nuestro vivir como nuestra justicia. Es de esta manera que experimentamos a Cristo.
(
Experiencia que tenemos de Cristo, La, capítulo 17, por Witness Lee)