Experiencia que tenemos de Cristo, La, por Witness Lee

LAS MALAS OBRAS Y LOS MALOS OBREROS

Como vemos en los Evangelios, los fariseos se jactaban de sus buenas obras. Sin embargo, a los ojos de Dios todas sus buenas obras eran malignas. Por lo tanto, los fariseos eran malos obreros. Esto lo comprueban los versículos de Filipenses 3 donde Pablo dice que fue circuncidado al octavo día, en cuanto a la ley era fariseo, en cuanto a celo era perseguidor de la iglesia y en cuanto a la justicia que es en la ley era irreprensible (vs. 5-6). Sin embargo, todas estas cosas eran malignas a los ojos de Dios porque no eran Cristo. Los judíos se jactaban de que en cuanto a la ley eran fariseos, en cuanto a su celo por Dios eran perseguidores de la iglesia y en cuanto a la justicia que es en la ley eran irreprensibles. A sus propios ojos, ellos eran muy buenos, pero a los ojos de Dios eran malos obreros.

La palabra malos aquí no denota cosas tales como matar, robar o fornicar, sino que más bien se refiere a algo bueno pero que no es Cristo. Incluso si usted hace algo bueno, eso será una obra maligna si está carente de Cristo. Es posible que hagamos muchas cosas buenas, pero ¿son estas cosas Cristo mismo? Si no lo son, entonces seremos malos obreros. Cuando Pablo era Saulo de Tarso, él era un obrero malo. Sin embargo, en aquel entonces él no conocía su verdadera condición; al contrario, él pensaba que era celoso por Dios y que era perfecto, justo e irreprensible. Él pensaba todo esto porque estaba en tinieblas. Pero después de que recibió la visión y fue alumbrado, sus ojos fueron abiertos y pudo ver cuán necio había sido. Él vino a comprender que todas esas buenas obras en realidad eran obras malignas a los ojos de Dios y que él mismo era un obrero malo porque había estado haciendo dichas cosas fuera de Cristo.

Supongamos que cierto hermano es humilde y cortés, y otro hermano es tosco y grosero. Todos preferiríamos al hermano humilde y lo consideraríamos un hermano muy bueno. Sin embargo, la bondad de este hermano no está en Cristo sino fuera de Cristo. Por consiguiente, dicho hermano sería un obrero malo. ¿Se atrevería usted a decir esto? Todos estaríamos dispuestos a decir que el hermano tosco y grosero es un obrero malo, pero no diríamos lo mismo del hermano que es humilde.

Algunos quizás piensen que no son capaces de discernir entre Cristo y las cualidades de la vida natural. La manera de discernir es notar la diferencia en peso. Cristo tiene mucho más peso que las buenas cualidades de cualquier persona. De este modo, podemos distinguir entre estas cosas y Cristo. Sin embargo, en lugar de examinar a otros, debemos examinarnos a nosotros mismos. Debemos averiguar si nuestro amor tiene peso o es liviano. Si sometemos a prueba nuestro amor, tal vez encontraremos que es tan liviano como una pluma. Asimismo podremos descubrir que nuestra paciencia y amabilidad son muy livianas y superficiales, y fácilmente se agotan. No obstante, todo lo que es de Cristo tiene peso y es duradero.

(Experiencia que tenemos de Cristo, La, capítulo 11, por Witness Lee)