LOS PROBLEMAS RELACIONADOS CON EL ALMA
Tanto la comunión en el evangelio como el Espíritu de Jesucristo son expresiones poco comunes. El capítulo 1 contiene otras expresiones que no son comunes, tales como “en un mismo espíritu, combatiendo juntos con una sola alma por la fe del evangelio” (v. 27, gr.). Relativamente, es más fácil que entendamos la expresión “en un mismo espíritu” que “con una sola alma”. Los traductores en la versión King James tradujeron esta expresión “con una sola mente”, interpretando la palabra griega psujé como mente. El principal problema que tenemos en nuestra alma tiene que ver con nuestra mente. Esto especialmente se aplica a los hermanos. La segunda parte más importante del alma es la parte emotiva. Esto representa un problema especial para las hermanas. Asimismo, con relación a nuestra alma, tenemos problemas con nuestra obstinada voluntad. Por lo tanto, en nuestra alma tenemos una mente problemática, una parte emotiva desconcertante y una voluntad obstinada.
El alma es la parte más complicada y compleja de nuestro ser. Como criaturas tripartitas que somos, tenemos un cuerpo, un alma y un espíritu. Pese a que nuestro cuerpo tiene muchos miembros y es difícil cuidarlo, con todo, no es tan complejo como nuestra alma. La parte más sencilla de nuestro ser es nuestro espíritu, y la parte que nos causa más problemas es nuestra alma. Por ejemplo, las lágrimas no provienen de nuestro espíritu. Las lágrimas de las hermanas se originan en su parte emotiva, y las lágrimas de los hermanos se originan en su mente. Les puedo asegurar a los hermanos que si no pensaran tanto, no tendrían lágrimas que derramar. Con relación a los hermanos, la mente es la fuente de lágrimas. Las personas que son pensativas son las que más sufren. Las personas que razonan mucho tienden a cometer suicidio más a menudo que las personas sencillas. Algunas personas que son pensativas, no encontrando la manera de seguir adelante en la vida, cometen suicidio.
Nuestra mente y nuestra parte emotiva ciertamente necesitan experimentar un giro; sin embargo, nuestra obstinada voluntad impide que esto ocurra. No hay nada de malo con tener una mente pensativa ni una parte emotiva sensible; no obstante, éstas tienen que ser reguladas por nuestra voluntad. Lamentablemente, nuestra voluntad es muy obstinada. Cada vez que perdemos el control de nuestra parte emotiva, eso significa que nuestra voluntad no está ejerciendo su función adecuadamente. Pareciera que algunas hermanas tienen solamente una parte emotiva, y no una voluntad. Asimismo, algunos hermanos parecen tener solamente una mente y no una voluntad. Por lo tanto, es preciso que ejercitemos nuestra voluntad a fin de controlar nuestra mente y nuestra parte emotiva.
Al escribir Filipenses 1:27, Pablo no dijo “con una sola mente”, sino “con una sola alma”. No todos los problemas que tenemos con nuestra alma se originan en nuestra mente. La mente, la parte emotiva y la voluntad nos causan dificultades. Es por ello que al traducir Filipenses 1:27 es mejor decir “con una sola alma”. A fin de tener una sola alma, no debemos permanecer en nuestra mente, parte emotiva y voluntad.
Los problemas que tenemos en cuanto a nuestra experiencia de Cristo no tienen que ver con nuestro espíritu, sino con nuestra alma. No obstante, quienes no están en el recobro del Señor podrían tener un problema con su espíritu, debido a que son muy pocos los que saben acerca del espíritu y de cómo ejercitarlo. Muchos sólo tienen a un Cristo objetivo que está muy lejos, en los cielos, y no conocen al Cristo que está en su espíritu. No tienen la menor idea de que Cristo es el Espíritu vivificante que ahora mora en su espíritu. Pero nosotros, los que hemos estado en la vida de iglesia por un buen número de años, en cierto modo estamos familiarizados con el espíritu. Con respecto a nosotros, el problema que nos impide experimentar a Cristo está principalmente relacionado con nuestra alma. En el pasado hicimos mucho hincapié en el espíritu; sin embargo, no es suficiente con que simplemente hablemos del espíritu en relación con nuestra experiencia de Cristo, pues no sólo tenemos un espíritu sino también un alma.
(
Experiencia que tenemos de Cristo, La, capítulo 3, por Witness Lee)