Experiencia que tenemos de Cristo, La, por Witness Lee

UN CUADRO MUY CLARO DE LA CARNE

En Filipenses 3:4-6 Pablo nos presenta un cuadro muy claro de lo que es la carne. Después de decirnos que tenía razones para confiar en la carne, él nos enumera siete aspectos de la carne: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo, hijo de hebreos, fariseo en cuanto a la ley, celoso perseguidor de la iglesia e irreprensible en cuanto a la justicia que es en la ley. Tal vez nosotros pensemos que la carne se refiere a cosas malas. Sin embargo, ninguna de estas siete cosas es mala. Pablo fue circuncidado al octavo día. Sin duda alguna esto era algo muy bueno y positivo. Él era del linaje de Israel, no de los paganos. Además, era del linaje de Benjamín, no de Rubén ni de Simeón. En la Biblia Benjamín es precioso, querido y deseable. Asimismo, Pablo era hebreo, hijo de hebreos. Según la ley de Dios, él era fariseo, y en su celo por Dios, él perseguía a la iglesia. Pablo no era indiferente hacia Dios, sino que lo amaba, vivía por Él e incluso perseguía la iglesia por causa de Él. Por último, Pablo era irreprensible en cuanto a la justicia que es en la ley. En otras palabras, él era perfecto, completo y sin defecto alguno. No obstante, todos estos asuntos son aspectos de la carne. De hecho, son los elementos que constituyen la carne. Si no tuviéramos estas palabras que Pablo dirigió a los filipenses, no consideraríamos estas cosas como parte de la carne. Sin embargo, la carne incluye todo lo que es natural, sea malo o bueno. Ése es el significado de la carne en la Biblia.

En tanto que algo proceda de nuestro ser natural, es de la carne. Si sabemos esto, somos bienaventurados, pues no tendremos ninguna confianza en nosotros mismos; al contrario, nos rechazaremos a lo sumo. Sin embargo, después que nos hayamos rechazado, disfrutaremos a Cristo como las “sobras” maravillosas y celestiales. No trate de enmendar su comportamiento; puesto que somos carne, sencillamente no podemos enmendarnos. En lugar de enmendar nuestro comportamiento, debemos rechazarnos a nosotros mismos. Si hacemos esto, experimentaremos a Cristo y le disfrutaremos de manera plena en todo cuanto hagamos y digamos.

(Experiencia que tenemos de Cristo, La, capítulo 6, por Witness Lee)