Predicar el evangelio en el principio de la vida, por Witness Lee

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CONFESAR A JESÚS COMO SEÑOR

Romanos 10:9 dice: “Si confiesas con tu boca a Jesús como Señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. Esto no sólo significa confesar el nombre de Jesús, sino el nombre del Señor Jesús. Con nuestra boca debemos confesar el nombre del Señor Jesús, es decir, debemos pronunciar la palabra Señor. He notado que especialmente en el mundo occidental, tanto en Europa como en los Estados Unidos, cuando las personas oran, no usan el título Señor muy a menudo. La mayoría cuando ora dice solamente: “Jesús”. Ésta no es la manera apropiada. Cada vez que digamos “Jesús”, es mejor si añadimos el título Señor, es decir, si decimos: “Señor Jesús”. Así pues, con nuestra boca confesamos el nombre del Señor Jesús y con nuestro corazón creemos en el hecho de que Dios resucitó a Jesús de los muertos. Si hacemos estas dos cosas, seremos salvos. Luego, el versículo 13 añade, diciendo: “Porque: ‘Todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo’”. Esto no es simplemente invocar el nombre de Jesús, sino el nombre del “Señor”.

En 1 Corintios 12:3 dice: “Por tanto, os hago saber que nadie que hable en el Espíritu de Dios dice: Jesús es anatema; y nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!, sino en el Espíritu Santo”. Aquí, una vez más, este versículo recalca que debemos decir que Jesús es el Señor. Siempre y cuando una persona diga que Jesús es el Señor, eso será una prueba de que el Espíritu Santo está operando en su interior. Debemos ayudar a las personas a que comprendan que Jesús es el Señor, y tenemos que ayudarlas a que ejerciten su boca al ejercitar su corazón para decir que Jesús es el Señor y para invocar a Jesús el Señor.

(Predicar el evangelio en el principio de la vida, capítulo 3, por Witness Lee)